Por Mons.Dionisio García Ibáñez

Arzobispo Dionisio García Ibáñez de Santiago de Cuba Con alegría nos estamos preparando para recibir a Su Santidad Benedicto XVI, visita esperada y deseada desde hace cuatro años cuando nos comenzamos a preparar para este Año Jubilar.Desde entonces invitamos al Santo Padre para que viniera a visitar a nuestra iglesia y a nuestra Patria como peregrino, pues los cuatrocientos años del hallazgo de la imagen de la Virgen es una fecha muy significativa para todos los cubanos, para la fe de los cubanos, para nuestra historia y también para nuestra identidad nacional.

Damos gracias a Dios y al Santo Padre que ha decidido aceptar la invitación y visitarnos, en medio de sus muchas ocupaciones como pastor de la Iglesia Universal. Él es el sucesor del apóstol Pedro, a quien Jesús le dijo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del abismo no podrán vencerlaApacienta mis ovejas. Desde ese momento quedó Pedro entre los apóstoles como el primero, el que tenía la primacía en la caridad y en la comunión entre todos. La misión del Santo Padre es ser la roca que nos guía y sostiene en nuestro ir hacia Cristo, es quien ejerce la caridad y como padre solícito nos acompaña.

Cada vez que Benedicto XVI visita un país, es una visita pastoral a esa iglesia particular para animarla en la fe, confirmarla en la esperanza y animarla a ser generosa en la caridad; y es este el sentido fundamental de su próxima visita a Cuba. En este caso, por el Año Jubilar, viene como Peregrino de la Caridad. El tema de la caridad es central. Dios es amor, Dios es caridad, y él vendrá para confirmarnos ese amor del Padre y para asegurarnos que el amor de Dios siempre está con nosotros.

Para nosotros los cubanos esta palabra tiene un sentido muy hermoso, muy grande, porque es el nombre de nuestra Madre y Patrona. La Virgen de la Caridad, como ícono, es símbolo de cubanía que une a los cubanos, a los creyentes y a los no creyentes; pero la caridad, el amor, es la única virtud que puede lograr que los cubanos verdaderamente seamos hermanos. Lo opuesto de la caridad es el odio, y el odio no construye nada, la división no construye nada. El diablo es el padre de la mentira y la desunión, pero la caridad es lo que une y siempre viene de Dios. A eso viene el Santo Padre.

Él también está al frente de ese minúsculo estado del Vaticano, lo cual le permite tener relaciones de igual a igual con otros estados. Por tanto, cualquier visita que el Santo Padre realice a otro país, no solamente lo hace porque es invitado por la iglesia local, en este caso la cubana; también la hace porque el Estado Cubano le ha invitado. Es una visita pastoral, pero ante el estado y pueblo de Cuba, es también una visita de un Jefe de Estado.

Sin embargo, no podemos perder de vista que el sentido primario, fundamental de la visita es su sentido pastoral. Así es como tenemos que verlo tanto el Estado, como nosotros mismos los pastores y miembros de la Iglesia.

Por eso nos estamos preparando. Todos han visto que están arreglando las calles y pintando las casas; el Arzobispado se está preparando pues él vendrá a descansar unas horas aquí; la casa de El Cobre que será para los sacerdotes ancianos, hemos corrido para adelantarla y poder tenerla terminada. Y esto es lógico, pues cuando recibimos una visita tratamos de darle las mínimas comodidades, tratamos de que todo sea hermoso. Pero para esta visita lo más importante es la preparación espiritual.

No se trata sólo de recibir al Santo Padre con unción y alegría, participar en la misa, sino también de vivir una profunda renovación espiritual. Gracias a Dios coincide esta visita con el tiempo de Cuaresma, tiempo en el que se nos invita a la conversión interior, se nos llama a querer cambiar el corazón; pero además se nos dan tareas prácticas: se nos habla de oración, de ayuno y de misericordia, de ayudar al hermano.

La Iglesia cubana ha escogido este tiempo de Cuaresma, Semana Santa y Pascua, para lanzar una campaña en que invitamos a todo el pueblo cubano a ser solidario con los demás, a vivir la caridad, a ser compasivos… sabiendo que todo hombre es mi hermano, porque es hijo de Dios, y que no puedo pasar nunca indiferente ante el sufrimiento del otro. Por tanto es una gracia añadida la visita del Santo Padre.

Les invito, para que ustedes y yo, sepamos aprovechar este tiempo. Las lecturas del miércoles de ceniza nos recordaron que este es el día del Señor, este es el tiempo de la misericordia. Este es el tiempo del Señor, vamos a aprovecharlo.

Mons. García Ibáñez es Arzobispo de Santiago de Cuba y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba