En contra de la cultura del descarte

Aaron Matthew Weldon

28 de febrero de 2014


"Hemos dado inicio a la cultura del 'descarte' que, además, se promueve".
~ Papa Francisco, Evangelii gaudium, 53. 

Personas de todo el mundo, católicos y no católicos, se han sentido fascinados por el Papa Francisco. Primero nos impresionó con su humildad: pagando la habitación del hotel, manejando un vehículo usado y viviendo en un apartamento sencillo. Ha mantenido nuestra atención con sus conmovedores gestos de amor y afecto. Más recientemente, nos ha desafiado con su exhortación apostólica Evangelii gaudium. En esta exhortación y otras comunicaciones, el Santo Padre se ha referido a la "cultura del descarte", una cultura en la que algunas personas no sólo son explotadas, sino que no se consideran ni humanas. La cultura del descarte es un fenómeno generalizado, y los católicos deben retarla.

¿Qué es la cultura del descarte? Es un aspecto de la vida moderna del cual la mayoría de nosotros estamos probablemente vagamente conscientes. En la cultura del descarte, las personas son tratadas como objetos y no como personas. De hecho, a menudo son tratadas como objetos cuyo valor se mide por el placer que proporcionan a las personas que son percibidas como de mayor poder. Un hombre coacciona a su novia a abortar porque la niña que lleva puede arruinar sus planes de carrera. Él ve a su hija como un "objeto sin valor" que puede ser descartado. Una madre se entera por medio de las pruebas pre-natales que su hijo puede tener una anomalía genética. La cultura del descarte le presenta sus "opciones". Si se espera que las luchas sean mayores que la felicidad que el niño traerá, estas opciones incluyen descartar al niño.

Una contabilidad cruel está operando aquí. Ciertamente, como nos ha enseñado el Papa Francisco tan bien, todos estamos llamados a acercarnos a la gente en situaciones difíciles con misericordia, amor y apoyo. Al mismo tiempo, estas nociones de valor no reconocen la dignidad inherente de cada persona, simplemente porque son personas.

La referencia del Santo Padre a la cultura del descarte desafía a todos los católicos. Ciertamente, las personas que fomentan prácticas como el aborto y la eutanasia son participantes activos en la cultura de la muerte. Al mismo tiempo, este tema tiene una aplicación más amplia. La cultura del descarte está vigente cuando las personas son tratadas como piezas de una máquina. Las personas que murieron en las fábricas de ropa mal construidas eran consideradas valiosas para sus empleadores sólo en la medida en que proporcionaban mano de obra barata para la producción de ropa a bajo precio. Fueron tratadas como si fueran prescindibles. La cultura del descarte está vigente en cualquier lugar en que las personas son tratadas como simple materia, como objetos sin dignidad o simplemente son ignoradas por completo.

Los que aman la vida, y sobre todo los que somos católicos, debemos contrarrestar la cultura del descarte atesorando cada vida. El Papa Francisco desafía a cada cristiano a hacer su parte. Ciertamente, tenemos que enfrentar y revocar las leyes que tratan a los seres humanos como meros grupos de células. Dentro de nuestras diversas actividades y esferas de influencia, la dignidad de toda persona humana debe estar en primer plano. En un mundo en el que algunas personas ni siquiera son considerados como parte de la sociedad, el discípulo de Jesús está llamado a fomentar una cultura que reconozca la dignidad de todos. De esta manera podemos abrazar la plenitud de la alegría del Evangelio.

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Aaron Matthew Weldon es asistente de personal para el Secretariado de Actividades Pro-Vida Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre las actividades pro vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife.