Material didactico - Roa

Catechetical Sunday 2016 Poster in SpanishLo que cada catequista necesita saber para dirigir a los demás en la oración

por Joann Roa, M.A.

Hoy en día uno de los anuncios más comunes al empezar la Santa Misa es "Por favor, apaguen sus celulares". ¿Por qué es necesario hacer este anuncio? Porque la sociedad en que vivimos está distraída con los avances de la tecnología, está distraída con "estar conectada" y no perder ni un momento de información, sea texto, video, correo electrónico, Twitter, Facebook o cualquier otro medio de las redes sociales. Estos son los medios de comunicación que se pueden usar para el bien, pero a la vez son los mismos que nos distraen cuando debemos entrar en intimidad con Dios. Para el católico contemporáneo es difícil mantener la atención, cuando tiene un "smartphone" muy cerca o en su persona, e incluso podemos observar personas respondiendo llamadas dentro del templo, de la iglesia, allí donde habita Jesús, el Amor de los Amores. Vivimos en una sociedad que necesita parar y reflexionar sobre la importancia de la oración. El papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium reflexionó sobre este problema reconociendo que el "riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses… ya no hay espacio para los demás… ya no se escucha la voz de Dios" (Evangelii Gaudium, https://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html, no.2). 


Hoy más que nunca se necesitan catequistas que estén comprometidos con la oración para poder ayudar a otros a escuchar la voz de Dios en sus vidas por medio de la oración. El rol de cada catequista es de gran importancia para la misión de la evangelización. Sin embargo, no se puede evangelizar sin tener una relación personal y viva con Dios. Cada catequista está llamado primeramente a "vivir" aquello que desea comunicar. Para esto es necesario: (1) Participar en la Eucaristía con regularidad; (2) participar en la liturgia vivida para poder crecer y ayudar a otros a crecer en la comunidad; (3) rezar la Liturgia de las Horas por lo menos los laudes y vísperas; (4) practicar la meditación diaria especialmente sobre la Palabra de Dios, que es el centro de su vocación como catequista; (5) tener una oración personal para poder crecer en relación con Dios poniendo atención a la devoción a la Virgen Santísima; (6) frecuentar el Sacramento de la Penitencia para purificarse y tener fervor de espíritu; (7) renovarse con la participación en retiros espirituales (Guía para los catequistas, https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cevang/documents/rc_con_cevang_doc_19971203_cath_sp.html, no.22). Estas siete propuestas son claves para cada católico y no solamente los catequistas. Los catequistas necesitan tener una vida de oración para poder crecer individualmente y ayudar a la comunidad. Sabemos bien que uno no puede dar lo que no tiene, y si uno no está preparado para impartir una lección o catequesis a sus estudiantes entonces va a fracasar; igualmente, si uno no está atento a su relación con Dios, va a quedarse vacío. La vocación del catequista depende de su oración, de su relación con Dios, que es única y trinitaria; es individual y comunitaria. El catequista debe acercarse al corazón de Cristo para ser "luz y sal" de esta tierra (Nueva Biblia de Jerusalén Latinoamericana [NBJ], Desclée De Brouwer, Bilbao, 2007, Mateo 5:13-14).

El Padre Nuestro
Unas de las oraciones fundamentales que enseñan los catequistas es el Padre Nuestro (NBJ, Mateo 6:9-13), la oración que Jesús enseñó a sus apóstoles y es una oración llena de riquezas para todos los educadores de la fe porque es una oración sacramental. Esta oración contiene elementos de tres sacramentos: el Bautismo, que nos hace hijas e hijos de Dios; la Eucaristía, en que pedimos "el pan de cada día" para llenarnos de Dios y alimentar nuestras almas; y la Reconciliación, en que pedimos ser perdonados, ser purificados para mantener esa gracia santificante que recibimos en el Bautismo (Catecismo de la Iglesia Católica [CIC]), segunda edición [Washington, DC: Libreria Editrice Vaticana–United States Conference of Catholic Bishops, 2001], no. 2777-2796). Por eso, para cada persona que está en formación recibiendo catequesis, "Aprender a orar con Jesús es orar con los mismos sentimientos con que se dirigía al Padre: adoración, alabanza, acción de gracias, confianza filial, súplica, admiración por su gloria" (Directorio General para la Catequesis [DGC], https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_ccatheduc_doc_17041998_directory-for-catechesis_sp.html, no. 85). Por medio del Padre Nuestro los que rezan esta oración ofrecen siete peticiones: tres teologales y cuatro súplicas de misericordia (CIC, no. 2803). Usando el Catecismo de la Iglesia Católica los catequistas pueden desarrollar estas siete peticiones del Padre Nuestro, "que es modelo de toda oración cristiana" (DGC, no. 85).

Diferentes formas y devociones
Los catequistas tienen a su disposición diferentes formas y devociones que pueden utilizar para dirigir a otros en la oración: el Santo Rosario, la coronilla de la Divina Misericordia, las novenas, la Lectio Divina, música o videos de inspiración, vidas y dichos de los santos, o visitas al Santísimo Sacramento. Es importante que los catequistas puedan recalcar y animar a otros a llegar a la oración del corazón, a llegar a un diálogo de amigo a amigo. Santa Teresa de Jesús, la gran maestra de la oración, explica que la oración es "Estar a solas con Quien sabemos nos ama" (Tomás Álvarez, Santa Teresa. Obras Completas, Monte Carmelo, 2009, p. 88)

El Santo Rosario
El Santo Rosario es la oración del pobre de corazón (NBJ, Mateo 5:3) que busca acercarse a su Padre por medio del corazón amoroso de la Madre. San Juan Pablo II afirma que "Recitar el Rosario, en efecto, es en realidad contemplar con María el rostro de Cristo" (Rosarium Virginis Mariae, https://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_letters/2002/documents/hf_jp-ii_apl_20021016_rosarium-virginis-mariae.html, no. 3). Con el Santo Rosario los catequistas tienen la oportunidad de catequizar a sus estudiantes en meditar sobre la vida de Jesús y María para que ellos puedan aprender a contemplar el rostro de Jesús con la ayuda de María.

Los santos y la oración
Los santos son buenos ejemplos para los catequistas para ayudar a los demás a profundizar la fe y la oración. Santa María Faustina Kowalska fue la primera santa canonizada del nuevo milenio en el año 2000. Ella es la secretaria de la Divina Misericordia de Dios porque fue por medio de ella que recibimos la coronilla de la Divina Misericordia. En su Diario de la Divina Misericordia ella nos aconseja:

"A través de la oración el alma se arma para enfrentar cualquier batalla. En cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar. Tiene que rezar el alma pura y bella, porque de lo contrario perdería su belleza; tiene que implorar el alma que tiende a la pureza, porque de lo contrario no la alcanzaría; tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente; tiene que orar el alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder levantarse. Y no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda gracia fluye por medio de la oración" (Diario de Santa María Faustina Kowalska, Marian Press, 2015, no. 149).

Por eso en este Año Jubilar de la Misericordia la sabiduría de los santos como Santa María Faustina ayuda a los catequistas a animar a los demás a acercarse a la oración, sin importar su condición. Es indispensable la oración diaria para que cada uno pueda recibir la gracia necesaria para seguir adelante, especialmente los que participan en la catequesis. San Juan María Vianney oraba con todo el corazón:

"Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida. Te amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir amándote a vivir sin amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarte eternamente [...] Dios mío, si mi lengua no puede decir en todos los momentos que te amo, quiero que mi corazón te lo repita cada vez que respiro" (CIC, no. 2658).

La liturgia como método de oración

Es recomendable que los catequistas utilicen los elementos que se encuentran en la liturgia para dirigir a otros en la oración; un esquema que puede ayudar podría ser:

  • Al comenzar con la oración de apertura se puede usar la invocación al Espíritu Santo u otras oraciones, tal vez de los santos, para poder dirigir a los que están presentes a prestar atención a lo que sigue.
  • Recurrir a las Escrituras, ya que la palabra de Dios es fundamental para instruir y ayudar a los demás a entrar en intimidad con Dios. 
  • Dedicar un tiempo al silencio para poder escuchar la voz de Dios.
  • Continuar con una oración de intercesión, rezar por los que están presentes o ausentes, por necesidades espirituales o materiales, intenciones eclesiales, universales o particulares.
  • Concluir con una oración final.

El silencio y la oración
Los catequistas deben enseñar a sus estudiantes sobre la importancia del silencio en la oración debido a las tantas distracciones que existen alrededor. En el evangelio de San Mateo, Jesús les dice a sus discípulos, "Y, al orar, no hablen mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados" (NBJ, Mateo 6:7). El papa emérito Benedicto XVI nos exhorta: "que sin silencio no se oye, no se escucha, no se recibe una palabra" (Audiencia general, 7 de marzo del 2012, https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2012/documents/hf_ben-xvi_aud_20120307.html).

La oración debe ser reflexiva y sólida y no quedarse simplemente en la emoción. Por eso es esencial que los catequistas puedan coordinar, con la ayuda del párroco, un tiempo de silencio con adoración al Santísimo en la iglesia. Así los participantes pueden "abrir un espacio interior en lo más íntimo" de sus corazones para que el amor a Dios arraigue en sus mentes, en sus corazones, y anime sus vidas (ibíd.).

Recordemos pues que la oración es interior y exterior, y los catequistas deben motivar a sus estudiantes a participar en la oración voluntariamente. La participación de los voluntarios en la oración ayuda a los estudiantes a crecer en el espíritu de comunión, colaborando activamente en la edificación de la comunidad.

La oración y la Lectio Divina
Otra forma de oración altamente recomendada por la Iglesia es la Lectio Divina, que es una forma de tener un encuentro con Dios a través de las Sagradas Escrituras, y se hace normalmente tomando un pasaje determinado de la Biblia para hacer la oración.

Los carmelitas son grandes maestros en este tipo de oración, y de ellos podemos aprender un poco más de esta forma de rezar. Lectio Divina significa "lectura divina", y los pasos para esta forma de oración son: lectura, meditación, oración, contemplación y acción.

  • El primer paso es leer un texto de la Biblia lentamente, poniendo atención a las palabras, frases, tiempo, cultura o repeticiones que conmueven al participante.
  • El segundo paso nos hace enfocar en la meditación para poder reflexionar en lo que se ha escuchado. 
  • El tercer paso es la oración que nos ayuda a abrir nuestros corazones para que Dios nos hable en lo más íntimo de nuestro ser. 
  • Finalmente la contemplación para poder discernir lo que cada uno necesita cambiar para el bien de su alma (https://ocarm.org/es/content/ocarm/que-es-lectio-divina).

Todo esto leído, meditado, orado y contemplado debe ser reflejado en la vida, es decir, pasar a la "acción".

Conclusión
Los catequistas deben animar a sus estudiantes a perseverar en la oración y ofrecer recursos para ayudarlos especialmente cuando están fuera de la clase. Hay muchas distracciones que alejan al cristiano de hoy de la oración: la falta de tiempo para orar, la falta de respuestas que se desean; la falta de fe, etc. (CIC, nos. 2728-2732).

Algunos recursos que se pueden recomendar son:

  • darles sugerencias para orar en sus hogares, con sus familias y a solas.
  • usar un librito para escribir sus pensamientos a Dios y meditar en la voz de Dios en sus vidas.
  • orar antes y después de la comida.
  • rezar constantemente (NBJ, 1 Tesalonicenses 5:17). 
  • leer las Santas Escrituras usando lo que se publica en el boletín de su parroquia cada semana.
  • orar al despertarse dedicando el día a Dios y luego al acostarse haciendo un examen de conciencia o meditando en el salmo 51. 
  • usar los medios de comunicación modernos como el iPhone, iPad, sitios de la web u otras formas tecnológicas para el bien para descargar: la Liturgia de las Horas, la coronilla de la Divina Misericordia, el Santo Rosario, las lecturas diarias y mucho más para que ya no sean una distracción sino una invitación a la oración para el católico contemporáneo.

No podemos concluir sin recordar los consejos de Jesús para la oración: Hay que tener fe para poder orar y ayudar a otros en el camino de la oración, y también perseverar en la oración aun cuando uno no tenga ganas de orar (NBJ, Mateo 26:41). Recordemos pues la famosa oración de Santa Teresa de Jesús: Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza. Quien tiene a Dios nada le falta. Sólo Dios basta (Santa Teresa. Obras Completas, p.1368).



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