Mandatum del Jueves Santo

Adaptado del Newsletter del Comité para el Culto Divino (enero de 2016)

¿Quién puede participar en el rito del lavatorio de pies durante la Misa del Jueves Santo de la Cena del Señor?

La rúbrica del Misal Romano en la Misa del Jueves Santo de la Cena del Señor, bajo el título "Lavatorio de los pies", dice:

Después de la homilía, donde lo aconseje el bien pastoral, se lleva a cabo el lavatorio de los pies. Los que han sido designados de entre el Pueblo de Dios van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos designados para ellos. El sacerdote se quita la casulla si es necesario, y se acerca a cada una de las personas designadas. Con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se los seca (nn. 10-11).

Según la instrucción del Papa Francisco, el rito del lavatorio de los pies el Jueves Santo ha sido modificado para permitir legalmente que una mayor representación del Pueblo de Dios tome parte en la ceremonia. La decisión del Santo Padre ha sido puesta en efecto por medio de un decreto de la Congregación de Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, fechada el 6 de enero de 2016.

Hasta 2016, la rúbrica relevante en la Misa del Jueves Santo de la Cena del Señor indicaba, "Los varones designados [viri selecti] para el rito van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos preparados para ellos en un lugar visible". De ahora en adelante, el texto será: "Los que han sido designados de entre el Pueblo de Dios van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos designados para ellos". En el Ceremonial de Obispos este mismo texto queda también modificado, así como la rúbrica que describe los elementos necesarios para la Misa del Jueves Santo, "sillas para los varones designados", se cambia a "sillas para los designados".

En su decisión, el Papa Francisco explicó que había estado reflexionando sobre el ritual del lavatorio de pies durante algún tiempo, y determinó que debía reflejar mejor, "el significado del gesto que hizo Jesús en el Cenáculo, entregándose a sí mismo 'hasta el fin' por la salvación del mundo, su ilimitada caridad". Con ese fin, ordenó que se modificaran las rúbricas para permitir que los participantes en el rito fueran escogidos "de entre todos los miembros del Pueblo de Dios" y de la misma manera insistió en que quienes son designados reciban una explicación del significado de la ceremonia.

En cumplimiento de las instrucciones del Santo Padre, el decreto de la Congregación proporciona sugerencias específicas sobre la naturaleza de este grupo representativo: hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, saludables y enfermos, clero, religiosos y laicado. El decreto hace eco a la carta del Santo Padre recordando a los párrocos su deber de ayudar a los fieles a tener una participación consciente, activa y fructífera en el ritual. La modificación no cambia, sin embargo, el hecho de que el rito no es parte obligatoria de la Misa, sino más bien algo a llevar a cabo "donde lo aconseje el bien pastoral" (Misal Romano, Misa de la Cena del Señor, n. 10).

Junto con el texto del decreto, la Congregación publicó un comentario sobre el rito, preparado por su Secretario, el Arzobispo Arthur Roche. Observó que el recuerdo litúrgico de este conmovedor aspecto de la Última Cena ha visto una gran variedad de formas en la historia del Rito Romano. Ha sido parte de la liturgia desde al menos el siglo séptimo, aunque tendía a enfatizarse en contextos monásticos. Ahí, naturalmente estaría reservado a clérigos y las distintas comunidades tenían diversas costumbres sobre el momento del día y el lugar de la ceremonia. Sin embargo, desde por lo menos el siglo XVII, también había costumbres en algunos lugares de lavar los pies a los pobres el Jueves Santo, y con las reformas de la Semana Santa del Papa Pío XII, tomó un papel aún más público en la Misa vespertina de ese día.

El comentario del Arzobispo Roche indica que el rito a menudo es llamado el Mandatum, tomado de las palabras de Jesús en la Última Cena (Jn 13, 14) y también la primera palabra de una de las antífonas que se pueden cantar durante la ceremonia: "Mandatum novum do vobis…" ("Les doy un nuevo mandamiento, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado, dice el Señor"). El Papa Francisco claramente desea que este rito signifique, de un modo fuerte, el amor que estamos llamados a tener unos por otros.

En los Estados Unidos, la participación de hombres y mujeres en el ritual del lavatorio de los pies ha tomado lugar en muchas comunidades por muchos años. En febrero de 1987, el obispo Joseph P. Delaney, por entonces presidente del Comité para la Liturgia de NCCB, autorizó al Secretariado de la Liturgia a responder al tema de una más amplia participación especialmente en el contexto de la rúbrica original del Misal Romano que pedía la participación de varones únicamente (viri selecti).

En su respuesta, el Secretariado escribía que "la intención de enfatizar el servicio junto con la caridad en la celebración del rito, es un modo comprensible de acentuar el mandato evangélico del Señor, 'que vino a servir y no a ser servido', de que todos los miembros de la Iglesia deben servirse unos a otros en amor. La liturgia siempre es un acto de unidad eclesial y de caridad cristiana, de la cual es signo eminente el lavatorio de los pies del Jueves Santo. Todos deben obedecer el nuevo mandamiento del Señor de amarse unos a otros, con abundancia de amor, especialmente en este sacratísimo tiempo del año litúrgico cuando la pasión, muerte y resurrección del Señor se conmemoran y celebran en los intensos ritos del Triduum". Esta respuesta de 1987 ha encontrado nueva expresión en la decisión del Papa Francisco y su puesta en marcha comenzando en 2016.

© 2016, United States Conference of Catholic Bishops