El Misal Romano y la Vigilia Pascual

Las rúbricas que se encuentran en el Misal Romano, Tercera Edición responden a varios asuntos que serán útiles para quienes preparan la celebración de la Vigilia Pascual.

Introducción a la Vigilia Pascual

Las rúbricas del Misal Romano nos recuerdan que esta "madre de todas las Vigilias" es la "más grande y noble de todas las solemnidades, sea una sola para cada una de las iglesias" (Misal Romano, rúbricas para la Vigilia Pascual [VP], n. 2). En esta santa noche, la Iglesia vigila, celebrando la resurrección de Cristo en los sacramentos y esperando su retorno en gloria. Es el punto culminante del Triduum, la Pascua de la nueva alianza, que marca el paso de Cristo de la muerte a la vida. Por tanto, la Liturgia Pascual no corresponde a la Misa anticipada del sábado y su naturaleza es única en el ciclo del año litúrgico.

La Vigilia, por su propia naturaleza, "se debe hacer en la noche" (VP, n. 3). No debe comenzar antes de la caída de la tarde1 y debe terminar antes del amanecer del Domingo de Resurrección. La celebración de la Vigilia Pascual "ocupa el lugar del Oficio de lectura" (VP, n. 5).

El papel del diácono que ayuda al sacerdote se enfatiza en el Misal, aunque se indica que en su ausencia su papel puede ser ejercido por el propio sacerdote celebrante o por un concelebrante (Cfr. VP, n. 6).

Los elementos y partes de la Vigilia Pascual

Lucernario

En un lugar adecuado fuera de la iglesia, se debe preparar un "fuego que llamee" para que el pueblo se pueda reunir a su alrededor y contemplar las llamas que disipan las tinieblas e iluminan la noche. Así, la belleza del fuego, su calor y su luz, unen a la asamblea litúrgica. Sin embargo, las rúbricas reconocen que cuando no se puede hacer esto, se pueden hacer adaptaciones. El Misal también indica que la cruz y las velas no se deben llevar en esta procesión (Cfr. VP, n. 8).

Una vez ha llegado al fuego, el celebrante y los fieles se persignan mientras que el sacerdote dice: "En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo" (VP, n. 9). Después de este nuevo comienzo, saluda al pueblo y da la instrucción (Cfr. VP, n. 9). Mientras bendice el fuego dice la oración con las manos extendidas (Cfr. VP, n. 10).

Se trae el Cirio Pascual. Este cirio debe ser de cera, nunca artificial, ser renovado cada año, ser solamente uno, y ser lo suficientemente grande para que pueda expresar la verdad de que Cristo es la luz del mundo. Esta descripción se elabora en el n. 94 de Edificada con piedras vivas que nos recuerda que el Cirio Pascual es el símbolo de la "luz de Cristo, resucitado y glorioso", disipando "las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu". Sobre todo, el Cirio Pascual debe ser una vela auténtica, el símbolo preeminente de la luz de Cristo. La elección de tamaño, diseño y color debe hacerse en relación al santuario en el que se va a colocar (Cfr. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Carta circular sobre la preparación y celebración de las fiestas pascuales [1988], n. 82).

La vela se prepara con ritos que ya no son opcionales. El celebrante corta una cruz en el cirio con un estilete. Luego traza la letra griega Alfa sobre la cruz, la letra Omega bajo ella, y los cuatro numerales del año en curso entre los brazos de la cruz, diciendo las palabras indicadas. Después de estos ritos, el sacerdote enciende el cirio del fuego nuevo y dice: "Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu" (VP, n. 14).

La organización de la procesión se describe más claramente en el Misal Romano. Uno de los ministros toma carbones encendidos del fuego y los coloca en el incensario, y el sacerdote, de manera acostumbrada, pone incienso en él. El diácono, o en su ausencia otro ministro apropiado, acepta el cirio pascual del celebrante y se forma una procesión. El orden de la procesión es el monaguillo con el incensario humeante, delante del ministro que lleva el cirio, seguido por los ministros y el sacerdote y el pueblo. Todos llevan velas sin encender (Cfr. VP, n, 15). Así como los hijos de Israel eran guiados por la noche por la columna de fuego, así los cristianos siguen al Cristo resucitado.

Los lugares en que la proclamación "Luz de Cristo" se cantan ahora son distintos que en el anterior Misal.

Los nuevos lugares son: a la puerta de la iglesia (después de lo cual el sacerdote enciende su vela), el medio de la Iglesia (después de lo cual todos encienden sus velas) y ante el altar, de cara al pueblo. El Misal instruye al diácono a colocar el cirio en un soporte grande preparado o bien cerca del ambón, o en el medio del santuario (Cfr. VP, n. 17). Las luces de la Iglesia se encienden con la excepción de las velas del altar que se enciende junto antes de la entonación del Gloria (Cfr. VP, nn. 17 y 31).

Antes de Exsultet, el sacerdote da su vela a uno de los ministros y bendice incienso como cuando antes del Evangelio en la Misa. Habiendo pedido y recibido la bendición, el diácono anuncia la proclamación pascual desde el ambón o un atril. El texto poético captura todo el misterio pascual situado en el contexto de la economía de la salvación. En ausencia de un diácono, el propio sacerdote u otro sacerdote concelebrante puede anunciar la Proclamación pascual. Si, sin embargo, lo hace un cantor laico, las palabras "Mis amados amigos", hasta el final de la invitación se omiten, junto con el saludo "El Señor esté con ustedes" (Cfr. VP, nn. 18-19). La referencia sobre las adaptaciones de las Conferencias de Obispos que pudieran insertar aclamaciones no se mencionan ya.

Liturgia de la Palabra

Uno de los aspectos singulares de la Vigilia Pascual es el relato de los hechos principales de la historia de la salvación. Estos hechos se relatan en siete lecturas del Antiguo Testamento tomadas de la ley y los profetas y dos lecturas del Nuevo Testamento, específicamente de los apóstoles y del evangelio. Así el Señor, comenzando por Moisés y todos los profetas (Lc 24, 27. 44-45) sale a nuestro encuentro una vez más en el camino y abriendo nuestras mentes y nuestros corazones, nos prepara para compartir en el partir el pan y en beber de la copa. Se anima a los fieles a meditar sobre estas lecturas cantando el salmo responsorial, seguido de una pausa en silencio y luego la oración del celebrante. El Misal añade una oración sobre las nueve lecturas propuestas, diciendo que todas ellas se deben leer siempre que se pueda, para que se pueda observar la naturaleza de una vigilia que tiene lugar a lo largo de un espacio de tiempo (Cfr. EV, n. 20).

El Misal reconoce: "Sin embargo, donde lo pidan circunstancias pastorales verdaderamente graves, puede reducirse el número de lecturas del Antiguo Testamento" (VP, n. 21). Al menos se deben leer siempre tres lecturas del Antiguo Testamento, incluyendo Éxodo 14 (Cfr. VP, n. 21). Se omite la referencia que se encontraba anteriormente en el Misal sobre la posibilidad de tener solamente dos lecturas del Antiguo Testamento en extrema necesidad.

El Misal es muy específico sobre el canto del Aleluya por parte del sacerdote antes del Evangelio. "Leída la Epístola, todos se ponen de pie, y el sacerdote entona solemnemente tres veces, elevando gradualmente su voz, el Aleluya que todos repiten. Si hace falta, un salmista canta el Aleluya". Se hace mención al salmista o cantor que entona el Salmo 118 (117), y el pueblo responde Aleluya (VP, n. 34). Este salmo es a menudo recitado por los apóstoles en su predicación pascual (Hechos 4:11-12; Mt 21:42; Mc 12:10; Lc 20:17).

El Misal indica explícitamente que la homilía, incluso cuando breve, no se debe omitir (Cfr. VP, n. 36). Esto exige que el predicador se prepare cuidadosamente y elabore la homilía para que capte los tremendos misterios que se celebran en la más santa de las noches.

Liturgia bautismal

El Misal ha reorganizado las rúbricas para toda esta sección de la Vigilia. Sin embargo, siempre se cebe consultar el Rito de la Inciación Cristiana de Adultos conjuntamente con las rúbricas del Misal que se mencionan aquí. Esto es especialmente cierto cuando los bautismos se celebran por inmersión.

La Pascua de Cristo y la nuestra reciben su plena expresión cuando se bendice el agua en la fuente bautismal y cuando la iniciación cristiana de adultos, o por lo menos el bautismo de los bebés, tiene lugar durante la Vigilia Pascual. Aunque no haya candidatos para el bautismo, debe hacerse la bendición del agua bautismal en las parroquias. Cuanto menos, el bautismo se debe conmemorar con la bendición del agua que se dedica a rociar al pueblo.

Las rúbricas describen dos momentos de Bautismo en la Vigilia. Si hay procesión al baptisterio o la pila bautismal, se llama a los catecúmenos a que se adelanten y sean presentados por sus padrinos. Si son niños, los padres o padrinos los llevan ante la asamblea. Quienes van a ser bautizados, junto con sus padrinos, van encabezados por un ministro que lleva el cirio pascual; los demás ministros, diáconos y sacerdote les sigue. Esta procesión se acompaña con el canto de la Letanía de los santos. El sacerdote luego hace el saludo introductorio (Cfr. VP, nn. 39-41). Cuando no hay bautismos y la fuente no hay que bendecir la fuente, se omite la letanía y la bendición del agua toma lugar inmediatamente (Cfr. VP, n. 42).

El Misal recuerda al celebrante que debe mantener las manos extendidas durante la bendición del agua (Cfr. VP, n. 44).

Los números 48-53 de las rúbricas para la Vigilia Pascual del Misal Romano describen el proceso de iniciación. Como se mencionó anteriormente, es importante consultar cuidadosamente el Rito de la Iniciación Cristiana de Adultos sobre este tema. El n. 48 de las rúbricas para la Vigilia Pascual menciona que después de la renuncia y la profesión de fe, "[s]I no se ha hecho antes la unción de los adultos con el óleo de los catecúmenos en los ritos inmediamente prepatorios, se hace en este momento". Por supuesto, el n. 33 del Rito de la Iniciación Cristiana de Adultos indica: "La Conferencia Nacional de Obispos Católicos aprueba la omisión de la unción con el óleo de los catecúmenos, tanto en la celebración del bautismo, como en la preparación opcional para los ritos para el Sábado Santo. Así pues, la unción con el óleo de los catecúmenos se reserva para su uso en el período del catecumenado y en el período de purificación e iluminación, y no se debe incluir en los ritos de purificación del Sábado Santo, o en la celebración de iniciación en la Vigilia Pascual o cualquier otro momento".

El n. 49 de las rúbricas para la Vigilia Pascual indica que cuando los bautizandos son numerosos, el sacerdote puede pedir la renovación de las promesas bautismales de todos los presentes inmediatamente después de la profesión de fe que hacen los que van a ser bautizados junto con los padres y padrinos.

La celebración de la Confirmación debe tomar lugar en el santuario como indica el Pontifical o Ritual Romano.

Liturgia eucarística

Se debe cuidar que, particularmente respecto a la celebración de la Eucaristía esta noche, la liturgia no se haga deprisa y que todos los ritos y palabras tengan su plena fuerza.

El Misal ha incorporado rúbricas que se encuentran en los nn. 241-243 del Rito de la Iniciación Cristiana de Adultos. Estos permiten que la conmemoración de los bautizados y sus padrinos se haga en la Plegaria eucarística. Las fórmulas propias se encuentran en el Misal Romano para cada una de las Plegarias eucarísticas (Cfr. VP, n. 63). El Rito de la Iniciación Cristiana de Adultos indican que esas fórmulas se encuentran en la sección para Misas rituales, "Iniciación Cristiana: Bautismo".

El Misal le recuerda al sacerdote que, antes de decir, "Éste es el Cordero de Dios", puede hacer un breve comentario a los neófitos sobre su primera Comunión y sobre "el valor de tan grande misterio, que es el culmen de la iniciación y el centro de toda la vida cristiana" (VP, n. 64). En el n. 65, las rúbricas para la Vigilia Pascual indican que es deseable que los neófitos, así como todos los fieles si el obispo diocesano lo consiente, reciban la Comunión bajo las dos especies.

El Misal proporciona una bendición solemne para concluir la liturgia (Cfr. VP, n. 68). Se utiliza en el lugar y se puede encontrar en el Misal en el n. 68. También es posible utilizar la fórmula para la bendición final del Ritual para el Bautismo de los Niños, según las circunstancias.

La última rúbrica recuerda que "[e]l cirio pascual se enciende en todas las celebraciones litúrgicas más solemnes de este tiempo" (VP, n. 70).

Notas

1 Cuando el Sábado Santo ocurre durante la Hora de Ahorro de Luz del Día, los planificadores pastorales deben contactar con las estaciones locales del tiempo para averiguar a qué hora ocurrirá la puesta de sol. Se deben añadir otros 45 minutos o una hora a ese tiempo para determinar la hora aproximada de la caída de la noche.