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Primera Parte. El Credo: La Fe Profesada

falló. Los Berards perdieron sus propiedades y fuente de ingresos. Berard

murió y dejó a su mujer sin mucho con que vivir. Toussaint discretamente se

hizo cargo de la señora Berard y de la familia. Para demostrar su gratitud, la

señora Berard lo liberó de su posición como esclavo, tras lo cual él se casó

con Juliette Noel. Hizo uso de sus considerables ganancias para apoyar

proyectos benéficos. Recaudó fondos de sus clientes ricos, de diferentes

creencias religiosas, para construir un orfanato católico. La Madre

Elizabeth Seton mandó a tres hermanas para que empezasen el orfanato.

Él, personalmente, cuidó de víctimas de la plaga.

Trabajó para disipar prejuicios religiosos y raciales en la ciudad.

Uno de sus clientes, Emma Cary, escribió sobre su dignidad y su

testimonio católico:

Su vida era tan perfecta, y explicaba la enseñanza de la Iglesia

con una simplicidad tan inteligente y valerosa, que todo el mundo

lo honraba como católico. Explicaba la devoción a la Madre

de Dios con mucha claridad, o mostraba la unión de los dones

naturales y supernaturales en el sacerdote.

6

Pierre trabajó hasta sus últimos dos años de vida, cuando murió a

los ochenta y siete años de edad en 1853. Junto con muchos otros, los

periódicos de New York lamentaron su muerte. El

New York Post

informaba:

“Describen todos a Toussaint como un hombre de la más cálida y viva

benevolencia” (v.d.t.). Fue enterrado junto con su mujer Juliette y su sobrina

Euphemia en el cementerio Old Saint Patrick, en la calle Mott Street en

New York.

El Papa Juan Pablo II lo declaró Venerable —un paso importante hacia

la causa de canonización de Toussaint— en diciembre de 1996. Desde

entonces su cuerpo ha sido exhumado y enterrado en la cripta de los

arzobispos en la Catedral de Saint Patrick en la ciudad de New York. Si

es canonizado, se convertiría en el primer negro de Estados Unidos en ser

declarado santo.

Como un hombre casado, él pudo mostrarnos cómo un esposo puede

realizar admirablemente la llamada de Dios a la santidad.

La Sagrada Escritura nos dice que tan pronto como nuestros primeros

padres pecaron, Dios se apresuró a prometerles la esperanza de la

6 Citado, en inglés, en Boniface Haley, OFM,

Ten Christians

(Notre Dame, IN: Ave Maria

Press: 1979), 34 (v.d.t.).