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EL SEGUNDO
MANDAMIENTO:
RESPETA EL
NOMBRE DE DIOS
“NO HARÁS MAL USO DEL NOMBRE DEL
SEÑOR, TU DIOS” (EX 20:7)
—CIC, NOS. 2142-2167
JOB: EL HOMBRE POBRE ALABA A DIOS
¿Por qué sufre el inocente? Esta ha sido una pregunta desde tiempo
inmemorial que las Sagradas Escrituras también tratan, quizás de forma
más extensa en el Libro de Job. Escrito probablemente en el siglo VI a.d.C.,
narra la historia de un hombre próspero y prestigioso llamado Job, padre
de una gran familia y un gran devoto de Dios. En una serie de calamidades
provocadas por Satanás, Job lo pierde todo —familia, riqueza, incluso su
propia salud. En medio de todas estas pérdidas, él clama:
Desnudo salí del vientre de mi madre,
y desnudo volveré allá.
El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó;
¡Bendito sea el nombre del Señor! (Jb 1:21)
Nada podía perturbar su fe en Dios. Su mujer, al ver su penoso estado,
le dice: “¡Maldice a Dios y muérete!” (2:9). Él responde: “Si aceptamos de
Dios el bien, ¿no vamos a aceptar también el mal?” (2:10). Tres amigos
van a visitar a Job y discuten con él, diciéndole que debe haber pecado
contra Dios y que por eso está siendo castigado. Pero Job insiste en que