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EL TERCER
MANDAMIENTO:
AMA EL DÍA
DEL SEÑOR
ACUÉRDATE DE SANTIFICAR EL DÍA DEL SEÑOR
—CIC, NOS. 2168-2195
LA MISA ES LA QUE CUENTA
La historia de la Iglesia en Estados Unidos incluye a misioneros y sacerdotes
itinerantes que viajaban a lo largo y ancho de sus territorios para llevar
la Misa y los otros sacramentos a los católicos. El Padre Junípero Serra
estableció misiones en California, desde San Diego hasta Sonoma. El
Padre Jacques Marquette hizo lo mismo en Michigan y Wisconsin. El Padre
Eusebio Kino cabalgó por las sendas de Arizona llevando la Eucaristía a
los pioneros dispersados que se establecían en los nuevos territorios. El
Padre Pierre DeSmet sirvió a los nativos americanos en la parte superior del
Medio Oeste. A continuación se describen brevemente las historias de dos
sacerdotes que dieron testimonio de estos ideales.
El Padre Demetrius Gallitzin era un colorido e insólito sacerdote pio-
nero. Había nacido en 1770 con título de príncipe. Su padre era un príncipe
ruso y su madre una condesa prusiana. El Padre Gallitzin fue criado como
cristiano ortodoxo pero se hizo católico tras la conversión de su madre al
catolicismo. Al terminar su educación, emigró a Estados Unidos.
Conoció, en Baltimore, al Obispo John Carroll, que lo interesó en el
trabajo misionero. El Padre Gallitzin se matriculó en el seminario Saint Mary
y se ordenó sacerdote en 1795. Al poco tiempo obtuvo permiso para ir al
asentamiento del Capitán Michael McGuire, en el oeste de Pennsylvania.