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Tercera Parte. La Moralidad Cristiana: La Fe Vivida
quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero
a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme”.
Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy
rico. (Mt 19:16-22)
En este diálogo, Jesús reitera la importancia fundamental de los Diez
Mandamientos para una vida moral. Y va más allá de estos y llama a un
rechazo radical de los bienes materiales y a su distribución entre los pobres.
Jesús mismo vivió como un pobre. Alcanzar la plenitud de la vida y de la
felicidad requiere actitudes y virtudes fundamentales, tales como la que
Jesús recomienda al joven y a otros a quienes Jesús enseñó a lo largo de
su ministerio público, que permiten guardar los Mandamientos.
Estas actitudes y virtudes fueron proclamadas por Jesús en su Sermón
de la Montaña.
Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los que lloran,
porque serán consolados.
Dichosos los sufridos,
porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque obtendrán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan
cosas falsas de ustedes por causa mía.
Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en
los cielos. (Mt 5:3-12)
Estas son las Bienaventuranzas. La palabra Bienaventuranza se refiere
a un estado de gran prosperidad y alegría. Estas Bienaventuranzas las