Capítulo 9. Reciban el Espíritu Santo
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PARA LA REFLEXIÓN Y EL DEBATE
1. ¿Cuándo dirías que has sentido la presencia de Dios en tu vida? ¿Cuáles
fueron estas ocasiones y cuáles los valores de estas experiencias?
2. El Espíritu Santo es el Santificador que nos llama a la santidad.
Cuando escuchas sobre ser llamado a ser santo, ¿qué te viene a la
cabeza? ¿Qué tendrías que hacer para ser más santo?
3. ¿Cómo ves los dones y frutos del Espíritu Santo activos en gente
que conoces?
ENSEÑANZAS
• Antes de su Ascensión, Jesús dijo a los Apóstoles: “Cuando el Espíritu
Santo descienda sobre ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos
rincones de la tierra” (Hch 1:8).
• Sea a donde sea que el Padre envía a su Hijo, Él también envía a su
Espíritu: sus misiones son inseparables.
• La vida de la Santísima Virgen María nos muestra el poder del
Espíritu Santo. Ella fue convertida por el Espíritu Santo en una
testigo de la gracia desde el momento de su concepción. Es también
por el poder del Espíritu Santo que la Virgen María concibió a Jesús,
el Hijo de Dios.
• Mediante la unción del Espíritu Santo en su Encarnación, el Hijo de
Dios fue consagrado como Cristo (
Mesías
).
• En Pentecostés, Pedro dijo de Jesús que “Dios ha constituido Señor y
Mesías al mismo Jesús” (Hch 2:36). Desde esta plenitud de su Gloria,
Jesús derramó el Espíritu Santo en los Apóstoles y la Iglesia.
• El Espíritu Santo edifica, anima y santifica la Iglesia. Nos prepara
para ir y traer a los demás a Cristo. Nos abre las mentes para entender
la muerte y Resurrección de Cristo. Nos hace presente el misterio de
Cristo, especialmente en la Eucaristía, y nos lleva a la comunión con
Dios para que podamos dar mucho fruto (cf. CIC, no. 737).