118 •
Primera Parte. El Credo: La Fe Profesada
MEDITACIÓN
En la vida de fe siempre hay dos movimientos: Dios buscándonos y
nosotros buscando a Dios. El poeta Francis Thompson describió los
intentos de Dios de alcanzarnos refiriéndose a Él como el “sabueso del
cielo”. Thompson dijo que sintió a Dios que venía tras él, deseando
darle amor. Pero el poeta no estaba preparado:
Me escape de Él, por los caminos laberínticos
De mi propia mente […] Me escondí de Él.
Al mismo tiempo, Dios ha marcado en nuestras almas el desearlo
a Él. Nacemos con un deseo por lo divino que no puede ser satisfecho
por nada o por nadie salvo por Dios. Somos creados para buscar
inquietamente el amor absoluto, el cual es Dios. Thompson no solo
sintió a Dios persiguiéndolo como un sabueso, sino que también sintió
su propia hambre y sed de Dios. Un día dejó de correr, se dio la vuelta y
regresó apresuradamente hacia Dios:
¡Desnudo, espero la caricia de tu amor que me levanta!
Mi arnés, pieza por pieza, tú me ha quitado […]
Estoy indefenso, completamente.
Y Dios, el otro personaje que busca inquietamente en este drama
espiritual dice:
“Levanta, toma mi mano, y ven!”
El Espíritu Santo presidió esta aventura espiritual. Es la misión
del Espíritu ayudarnos a acercarnos a Dios. Cuando el Espíritu Santo
está presente y activo en nuestras vidas, entonces podemos tener una
experiencia de su presencia.