Capítulo 10. La Iglesia: Reflejando la Luz de Cristo
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del Espíritu Santo es tan fuerte en la vida de la Iglesia primitiva que la
narración del Nuevo Testamento que relata el crecimiento inicial de la
Iglesia, los Hechos de los Apóstoles, es llamado a menudo el “Evangelio
del Espíritu Santo”.
Los Hechos de los Apóstoles y la historia inicial de la Iglesia muestran
como el Espíritu Santo otorgó dones a la comunidad de creyentes de
acuerdo a sus funciones y responsabilidades en servicio a la Iglesia. Este
fue un proceso dinámico que ilustró la presencia y acción continua del
Espíritu Santo junto con un aumento del entendimiento de la fe. A partir
de Pentecostés en adelante, la Iglesia empezó su peregrinaje terreno, que
alcanzará su meta un día en la gloria. El Espíritu Santo mantiene la
estabilidad, durabilidad y continuidad de la Iglesia, en circunstancias
históricas tanto favorables como desfavorables.
LA IGLESIA MANIFIESTA
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
La Iglesia es la manifestación continua del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. La Iglesia existe por la voluntad de Dios Padre y su designio de
unir a todas las gentes bajo el señorío de su Hijo. Como Cabeza de la
Iglesia, Jesucristo continúa llenándola con su vida y gracia de salvación,
derramando en ella el Espíritu Santo con los dones de la unidad, la paz
y el amor.
LA IGLESIA COMO SACRAMENTO
DE LA SALVACIÓN
Decir que la Iglesia es un sacramento es decir que es un misterio, siendo
a la vez visible y espiritual.
La Iglesia visible es una institución pública, con un gobierno
jerárquico, con leyes y con costumbres. Es visible en su membresía
universal de millones de creyentes que se reúnen en hogares cristianos,
parroquias, diócesis, monasterios, conventos y santuarios para alabar a
Dios y luego salen a dar testimonio de Cristo y a servir al mundo con
amor, justicia y misericordia.