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Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adultos
este
Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adulto
s relaciona
las enseñanzas de la Iglesia con la cultura de Estados Unidos, tanto para
afirmar los elementos positivos de nuestra cultura como para desafiar los
negativos. Una forma de hacer esto se encuentra en las historias con las
que comienza cada capítulo. La mayoría de estas narraciones son perfiles
biográficos de santos americanos y de otros católicos sobresalientes que
representan la variedad racial y étnica de quienes han dado testimonio
de una forma de vida católica. Estas historias nos dejan entrever cómo
los católicos han participado en el desarrollo de la cultura de Estados
Unidos desde la época colonial hasta nuestros días. Los que han sido
elegidos para estos ejemplos son católicos cuyas vidas o acciones ilustran
una enseñanza de la Iglesia en particular. Desde los principios de la
Iglesia, cuando San Atanasio escribió la vida de San Antonio del Desierto
(San Antonio Abad), ha estado claro que contar historia de santos y de
personas santas ha animado a otros a querer ser como ellos, y es una
manera efectiva de enseñar la doctrina católica.
2. Enseñanza: Su Fundación y Aplicación
En cada capítulo, a la historia introductoria le sigue la presentación de una
enseñanza en concreto. Esta enseñanza fundacional ofrece exposiciones
sobre aspectos del Credo, los sacramentos, los Mandamientos y la
oración. Es apropiado hacer algunos comentarios sobre cada una de
estas secciones.
A. El Credo: La Fe Profesada
Cuando rezamos o recitamos el Credo podemos recordar que el
catolicismo es una religión revelada. Dios es el autor de nuestra fe. Todo
en lo que se espera que creamos se resume en la revelación de Jesucristo.
Dios nos ha comunicado todo lo que es necesario para nuestra salvación
en Jesús, la Palabra hecha carne. Dios también nos da el don de la fe
que hace posible que respondamos, aceptemos y vivamos la Revelación
Divina y sus implicaciones. En esta primera sección del libro se exponen
claramente los papeles de la Tradición Apostólica, las Sagradas Escrituras
y el Magisterio de la Iglesia.