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Primera Parte. El Credo: La Fe Profesada
Dios le contestó, “Mi nombre es Yo-soy”. Y añadió, “Esto les
dirás a los israelitas: ‘Yo-soy me envía a ustedes’ […] Este es mi
nombre para siempre. Con este nombre me han de recordar de
generación en generación”.
Pero Moisés le dijo al Señor
,
“Por favor, Señor, yo nunca he sido
hombre de palabra fácil, ni aún después de haber hablado tú con
tu siervo; sino que soy torpe de boca y de lengua”.
El Señor le dijo,“¿Quién ha dado al hombre el don del habla y
a nadie más? ¿No soy yo, el Señor? Así pues, vete, que yo estaré en
tu boca y te enseñaré lo que debes decir”.
Pero Moisés insistió,“¡Por favor, Señor, envía a alguien más!”
Entonces el Señor cedió, “¿No tienes a tu hermano Aarón, el
levita? Sé que él habla bien. Él hablará por ti al pueblo, él será tu
vocero. Yo les ayudaré a ustedes dos, y les enseñaré lo que tienen
que hacer”. (adaptación de Ex 3:1-15; 4:10-16)
El Antiguo Testamento está lleno de numerosas ocasiones donde Dios
se revela a sí mismo, como lo hace a Moisés en este pasaje del Éxodo. El
acontecimiento de la autorrevelación de Dios a Moisés en la zarza ardiente
es una excelente introducción al misterio de los eventos reveladores de
Dios, una verdad que es el tema central de este capítulo.
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DIOS REVELA SU DESIGNIO
AMOROSO PARA SALVARNOS
Mediante la razón natural, el hombre puede conocer
a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe
otro orden de conocimiento que el hombre no puede de
ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la
Revelación divina.
—
Concilio Vaticano I,
Constitución Dogmática
sobre la Fe Católica
(
Dei Filius
), no. 1870 (DS 3015)
Haciendo uso de la razón, podemos aprender mucho sobre Dios tanto
por medio de la creación como de la conciencia, pero la Revelación