Capítulo 2. Dios Sale a Nuestro Encuentro
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ha causado que muchos creyentes piensen que su fe es un tema estricta-
mente privado y que no debería ejercer ninguna influencia en la sociedad
y la política.
La respuesta de la Iglesia es la de hacer presente al Evangelio en
nuestra cultura para así construir sobre lo que es positivo en ella y
para cambiar lo que no lo es. Este es un aspecto de la evangelización,
la proclamación del Evangelio a todas las gentes. Asume que primero
debemos ser evangelizados nosotros mismos, llamándonos mutuamente
a una relación íntima con Jesucristo. Esto significa abrazar la verdad, la
belleza y la bondad allí donde se encuentren en nuestra sociedad, mientras
que a la vez eliminamos la falsedad e injusticia de nuestra tierra.
Debemos recordar que no todo es oscuridad. Hay rayos de luz en
nuestra cultura que provienen de Jesús, la Luz del Mundo. Hay semillas
de la Palabra en nuestra sociedad sembradas por Jesús, el incansable
Sembrador de amor y verdad. No trabajamos solos. El Espíritu Santo es
nuestro maestro y guía.
Los cambios culturales llevan tiempo, pero tienen lugar por medio
de la perseverancia y la gracia de Dios. Los evangelizadores necesitan
una amplia visión así como sabiduría, coraje, fortaleza y perseverancia.
Evangelizar una cultura depende de profundas ideas, fruto de la reflexión,
sobre los misterios de nuestra fe y una acertada visión para entender las
bases de nuestra cultura.
Una cultura no es solo algo abstracto; es la suma de las creencias,
actitudes y prácticas de individuos y comunidades. Evangelizar una cul
tura significa tratar con gente. Requiere más que simplemente persuadir
a la gente de la verdad de Cristo y la Iglesia. Compartir el Evangelio con
los demás significa ofrecerles su poder transformador, no solo para sus
mentes, pero también para sus corazones. En nuestra oración diaria,
necesitamos ofrecer a nuestros compatriotas y sus necesidades a Dios,
quien se preocupa por ellos con amor.
La Iglesia Católica nos provee con numerosas maneras de atestiguar
y enseñar la verdad y el amor de Jesucristo. La historia de la Iglesia
muestra que la renovación de la fe está acompañada frecuentemente
por un retorno a las verdades de la fe y testimonios sobre ellas. Tal
renovación de la fe influenciará gradualmente a nuestra cultura.