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Primera Parte. El Credo: La Fe Profesada
un misterio porque es un signo visible de un acto invisible de Dios. Es
pascual porque es el paso de Cristo a través de la muerte a la nueva vida.
Para nosotros esto quiere decir que ahora podemos morir al pecado y
su dominación de nuestras vidas, y pasamos ya aquí en la tierra a la
vida divina y lo haremos más completamente en el cielo. La muerte es
conquistada en el sentido de que no solo nuestras almas sobreviven la
muerte física, sino que incluso nuestros cuerpos se levantarán de nuevo
al final de los tiempos en el Juicio Final y la resurrección de los muertos.
Las narraciones de la Resurrección en los cuatro Evangelios—aunque
difieren en los detalles a causa de los distintos puntos de vista de los
diferentes autores— mantienen una estructura similar en la narración de
los acontecimientos. Al amanecer del Domingo tras la muerte de Cristo,
María Magdalena y una compañera van a la tumba para ungir el cuerpo
sin vida de Jesús. Encuentran la tumba vacía. Se encuentran a un ángel
que proclama la Resurrección de Jesús: “No está aquí; ha resucitado”
(Mt 28:6). Se les dice que lleven la Buena Nueva a los Apóstoles. María
Magdalena es quien se pone al frente y es celebrada en la liturgia de la
Iglesia como el primer testigo de la Resurrección.
A continuación surgen las narraciones de las apariciones de Jesús
cuando este se aparece a los Apóstoles y los discípulos en distintas
ocasiones. San Pablo resume estas apariciones en su primera Carta a
los Corintios (cf. 1 Co 15:3-8). Finalmente, los discípulos reciben la
comisión de llevar el Evangelio al mundo.
Mientras que la tumba vacía no prueba la Resurrección, ya que la
ausencia del cuerpo de Cristo podría tener otras explicaciones, es una
parte esencial de la proclamación de la Resurrección porque demuestra
el hecho de lo que Dios ha hecho al resucitar a su Hijo de la muerte en su
propio cuerpo. Cuando San Juan entró en la tumba vacía, “vio y creyó”
(Jn 20:8).
UN HECHO HISTÓRICO
La Resurrección es un hecho histórico porque realmente tuvo lugar en
un lugar y tiempo específicos, y por ello hubo testigos de su impacto.
María Magdalena se encontró a Cristo Resucitado y abrazó sus pies.
El Apóstol Tomás vio a Jesús y sus llagas y dijo: “¡Señor mío y Dios