Capítulo 17. La Eucaristía: Fuente y Cumbre de la Vida Cristiana
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memoria mía”. Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar,
diciendo: “Este cáliz es la nueva Alianza que se sella con mi
sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”.
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este
cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. (1 Co
11:23-26)
Con las palabras “Hagan esto en memoria mía”, Jesús mandó a
los Apóstoles y sus sucesores repetir sus gestos y palabras “hasta que
venga”. Desde sus primeros tiempos, la Iglesia se ha mantenido fiel a este
mandamiento. Particularmente el domingo, el día de la Resurrección de
Cristo, los fieles se han reunido para “partir el pan”. Esta práctica ha
continuado ininterrumpidamente durante dos mil años, hasta hoy en día.
En el Evangelio de San Juan, en lugar de una narración de la institución
de la Eucaristía, hay una narrativa del lavatorio de los pies (Jn 13:1-20),
al principio de la Última Cena, que sentó un tono de servicio humilde,
ilustrado por Cristo y que llegó a su plenitud en su muerte en la Cruz. La
Iglesia ha seleccionado este Evangelio para la liturgia del Jueves Santo,
subrayando la enseñanza de Cristo: “Pues si yo, que soy el Maestro y el
Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los
unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con
ustedes, también ustedes lo hagan” (Jn 13:14-15).
El discurso de la Última Cena de Cristo (Jn 14:1–17:26) refleja los
temas eucarísticos del amor divino, una unión con Cristo tan íntima como
el sarmiento a la vid y una oración sacerdotal para los Apóstoles y aquellos
que creerían gracias a ellos.
LA MISA DEL RITO ROMANO
Desde el siglo II, la Misa (o la Liturgia Eucarística) ha tenido una
estructura común para todos los católicos. Aunque pueden existir énfasis
diferentes en la celebración de la Misa en las Iglesias orientales, ellas
mantienen la misma estructura dual con la que los miembros de la Iglesia
latina están familiarizados. La Misa, de esta forma, se desarrolla en dos
partes principales que forman un solo acto de culto. Primero, la Liturgia
de la Palabra, con las lecturas bíblicas, la homilía, la Profesión de Fe y