Capítulo 4. Hacer Brotar la Obediencia de la Fe
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religión, yo creeré en esto, yo no creeré en aquello; no
me comprometeré a nada; creeré mientras me plazca y
después no más; lo que yo creo hoy, mañana lo rechazaré
si eso es lo que decido. Creeré en lo que los Apóstoles
han dicho hasta ahora, pero no creeré en lo que puedan
decir en un futuro”. No; o los Apóstoles eran de Dios, o no
lo eran; si lo eran, todo lo que predicaban tenía que ser
creído por los oyentes; si no lo eran, entonces no había
nada para los oyentes en qué creer. Creer un poquito,
creer más o menos, era imposible; contradecía la mera
noción de creer. (John Henry Newman, “Faith and Private
Judgment”, en
Discourses to Mixed Congregations
[“La Fe
y el Juicio Privado”, en
Discursos a Congregaciones Mixtas
]
[1849] [v.d.t.])
poseer, ya desde ahora, lo que se espera y de conocer las realidades
que no se ven” (Hb 11:1).
EL PEREGRINAJE DE FE
La fe es por ello una relación con Dios, así como un compromiso con
las verdades que Él revela. En otras palabras, la fe se refiere al acto por
el cual aceptamos la palabra de Dios, así como al contenido de lo que Él
nos ha revelado.
Abrahán, a quien la Iglesia llama nuestro “padre en la fe”, y María,
la primer apóstol, muestran mediante sus actos de confianza en Dios
que la fe es un proceso de crecimiento, día tras día. Como cualquier
otra relación, nuestra comunión de fe con Dios se desarrolla en etapas.
Es un viaje, un peregrinaje. En este viaje, habrá períodos de tentación,
preocupación, sombras y oscuridad. Muchos santos vivieron este tipo de
pruebas. Pero Jesús nos ha mandado al Espíritu Santo para iluminarnos
y guiarnos en el camino.