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ven una imagen sexual; al hablar sobre ello tranquilamente, pueden darles
un marco saludable en el cual interpretarlo. El Espíritu Santo es su guía al
evaluar la situación de cada niño. Ninguno de nosotros es perfecto, y los
padres son los primeros en ser modelos de la misericordia y el perdón que
todas las familias necesitan. Confíen en la misericordia del Padre, sobre
todo si enfrentan la difícil situación de un niño que ha visto o usa porno-
grafía. Muchas familias buenas experimentan esto; ustedes no están solos, y
la Iglesia está aquí para ayudarlos.
A todos los que trabajan con niños y jóvenes
Abuelos, padrinos, maestros, educadores religiosos, ministros de jóvenes y
coordinadores de entornos seguros: los padres les han dado la responsabili-
dad de proteger a sus hijos no sólo de los peligros físicos, sino también de los
peligros psicológicos, morales y espirituales. Ustedes pueden tener una gran
influencia sobre los niños y jóvenes confiados a su cuidado, y pueden ayudar
a equipar a los padres con los recursos que necesitan para proteger y enseñar
a sus hijos. Los niños son vulnerables a todas las influencias, buenas o malas.
Creen un entorno adecuado para el aprendizaje de la castidad siendo mod-
elos y enseñando la vida casta. Estén alertas frente al acceso tecnológico, y
monitoréenlo de maneras apropiadas para cada edad. A los jóvenes se les
debe enseñar que ciertos tipos de sitios web o programas son inapropiados y
pecaminosos. Asegúrense de explicar las razones por las que son inaceptables.
A los jóvenes
¡Ustedes son amados y queridos por Dios y llamados a la grandeza! Cristo
los llama a ser fuertes, testigos valientes de la castidad y la esperanza. La
adolescencia y la adultez joven pueden ser un momento difícil y confuso, y
el deseo de intimidad sexual puede ser fuerte. ¡Demuestren a sus amigos y
compañeros que la castidad trae libertad y alegría! También sienta las bases
para un matrimonio feliz y duradero. Rechacen las mentiras de una cultura
que les dice que la autogratificación es el camino a la felicidad. Rechacen
la presión para tratar la actividad sexual como recreativa. Niéguense a
cosificar su cuerpo o el de otra persona a través de imágenes o videos sexu-
ales. Dios los ha creado a su imagen, y la Iglesia los mira con compasión
y amor, sin importar lo que otros puedan pensar, decir o hacer. Aún más,