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Primera Parte. El Credo: La Fe Profesada
por todo el Pueblo de Dios. “La Iglesia, mediante su Magisterio, ha sido
encomendada con la tarea de interpretar auténticamente lo que contiene
la Revelación, de tal modo que de ‘este único depósito de la fe saca
todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer’
(DV, no. 10). En algunos casos, estas doctrinas han sido explicadamente
definidas; en otros, son universalmente consideradas elemento esencial e
inmutable de una única fe católica” (USCCB,
The Teaching Ministry of
the Diocesan Bishop
[
El Ministerio de Enseñar del Obispo Diocesano
]
,
1992 [v.d.t.]).
Sin embargo, hay veces que los obispos se reúnen en un Concilio
Ecuménico con el Papa y enseñan y proclaman una doctrina que debe ser
aceptada con fe porque ha sido divinamente revelada. Los obispos del
mundo definieron y proclamaron una doctrina divinamente revelada en
el Concilio Vaticano I (1869-1870). Fue cuando proclamaron que bajo
ciertas condiciones el Papa mismo puede proclamar una doctrina que ha
sido divinamente revelada y que debe ser creída por todos. Esto es lo que
se llama el dogma de infalibilidad papal.
La Iglesia en su totalidad, como un cuerpo, es infalible porque el
Espíritu Santo asegura que ella no errará en cuestiones de fe y moral.
Pero esta infalibilidad es ejercida de una manera especial por el Papa y
los obispos cuando juntos enseñan lo que ha sido revelado divinamente
a través de sus enseñanzas diarias, de modo ordinario, o de forma
extraordinaria mediante un Concilio Ecuménico o por el Papa mismo.
El Papa y los obispos juntos también pueden enseñar verdades que
manan de la Revelación Divina o que están íntimamente relacionadas
con ella. A veces enseñan estas verdades como definitivas, lo que quiere
decir que deben ser aceptadas y sostenidas firmemente. A veces enseñan
de una forma menos definitiva, lo que requiere una sumisión religiosa de
la voluntad y la mente.
LOS LAICOS
Mediante el Bautismo, cada miembro de la Iglesia participa de las
funciones de Cristo como sacerdote, profeta y rey (que se entiende
esta última en término de ser pastor de su pueblo). Los laicos realizan