El mejoramiento genético ha surgido como un asunto ético porque implica el poder de rediseñarnos a nosotros mismos, incluyendo el potencial de alterar la esencia misma de lo que significa ser humano. Presenta la opción que requiere la sabiduría de discernir cuando decir "sí" o "no" a esta nueva y poderosa tecnología, y la humildad de saber qué es lo que está más allá de los límites de nuestro entendimiento para evaluar o juzgar.1
¿Es incorrecto producir niños con altura y fuerza alteradas genéticamente para convertirse en estrella de la NBA (llamado "dopaje genético" por la prensa)? Y tome el próximo paso. ¿Por qué no diseñar niños súper inteligentes? Dicho niño podría crecer y descubrir la cura para el cáncer, o una fuente de energía que sin dañar el medio ambiente beneficie a la sociedad. Y, ¿qué hay de malo en rediseñar el envejecimiento humano para que la gente pueda vivir tanto como Abraham y Sara del Antiguo Testamento o incluso Matusalén? o ¿una criatura híbrida con características humanas y animales permitiendo que él (¿eso?) pueda realizar tareas indeseables o peligrosas en la sociedad que otros aborrecen? Algunas de estas situaciones reciben un "no" inmediato, mientras que otras requieren a una deliberación ética" para señalar lo que es correcto o incorrecto.
Hagamos un paso hacia atrás y definamos el mejoramiento genético. Los posibles usos de la tecnología genética están a veces divididos según el propósito: mejoramiento o terapia. El mejoramiento genético significa alterar los genes para mejorar los rasgos humanos o características más allá de lo que se considera "normal" para los humanos, es decir, diferente de los genomas que existen naturalmente (todo el ADN de un organismo). Por contraste, la terapia genética significa alterar los genes que poseen mutaciones peligrosas para prevenir o curar enfermedades. La mayoría concuerda en que un cambio genético que reduce la presencia de una enfermedad devastadora está bien, cuando se hace moralmente.
Hay algunas alteraciones genéticas en cualquiera de los dos polos de las características humanas que son bastante fáciles de clasificar como mejoramiento o terapia. En el caso en cuestión, un cambio genético que cure la fibrosis quística (cística) es sin duda terapia, mientras que producir un ojo humano que pueda ver en la oscuridad es sin lugar a dudas mejoramiento. Sin embargo, hay alteraciones genéticas que se ubican en la zona "gris". Por ejemplo, ¿dónde trazamos la línea en el mejoramiento de una persona de baja estatura –de 4'4" a 5'4" o incluso 6'4"? ¿En qué punto la terapia se vuelve mejoramiento? Podrá ver que la diferencia es difícil de ver y a veces de valor limitado.
El Papa Juan Pablo II usaba la distinción entre terapia y mejoramiento para referirse a la moralidad de las alteraciones genéticas mucho tiempo antes de que fuera científicamente posible llevar acabo dichos cambios en el genoma humano. En 1983, apoyó intervenciones terapéuticas tales como aquellas que afectan las "deficiencias cromosómicas" cuando la intervención promueve el bienestar y no daña la integridad biológica de la persona humana o aumenta el sufrimiento.2 Juan Pablo II también aprobó el mejoramiento genético cuando la intervención "apunta a mejorar las condiciones biológicas humanas" con dos requisitos: la intervención no interfiere con los orígenes de la vida humana en la concepción natural y respeta la dignidad de la persona humana y la "naturaleza biológica común" que provee la base de la libertad humana.
La enseñanza católica, como lo explicaba Juan Pablo II, por lo tanto defiende la esencia humana con su inherente dignidad que merece respeto y protección. Juan Pablo expresó preocupación debido a que el mejoramiento genético podría resultar en cambios que "provoquen marginalización fresca" en el mundo al alterar las características humanas y comprometiendo la integridad de los seres humanos. Advirtió que la intervención genética no debe "ser derivada de una mentalidad racista y materialista dirigida a la felicidad humana la cual es realmente reduccionista. La dignidad del hombre trasciende su condición biológica." Lo que es trascendental en el ser humano, nuestra dignidad y libertad, deben ser protegidas de un ataque tecnológico.3 Estos comentarios revelan la preocupación de Juan Pablo II de que el poder de la genética podría reducir a la persona humana a sus genes, una clase de mentalidad como la de Genes-R-Us (juego de palabras que imita la cadena de juguetes Toys-R-Us) que afirma que somos nuestros genes y nada más. Incluso a niveles puramente sociales/biológicos hay una gran cantidad de evidencia para refutar este enfoque cuando consideramos los asombrosos logros de las personas con discapacidades que triunfan en la vida a pesar de las limitaciones de sus condiciones genéticas y de lo que pueda indicar su ADN.
Sin embargo, sabemos por la demanda de drogas para el mejoramiento de la mente y las tecnologías de reproducción asistida, que el consumidor comprará productos para el mejoramiento genético con el fin de producir niños "diseñados" o "bebés biónicos" en cuanto sea seguro y efectivo rediseñar la programación biológica humana. (Aunque surgen otras cuestiones sobre los procesos científicos para el mejoramiento genético de las personas ya nacidas; dichas intervenciones no interfieren con la procreación ni implican la creación y destrucción de los embriones.)
Es claro que nosotros como sociedad tendremos que crear políticas para dirigir las aplicaciones éticas de esta nueva tecnología; o las fuerzas del mercado solas forjarán el curso del mejoramiento genético y los resultados no serán ni convenientes ni éticos. Para participar de la conversación como católico responsable e informado debemos entender las implicaciones del mejoramiento genético en dos niveles: el proceso científico en sí y las potenciales implicaciones éticas para los individuos y la sociedad.
El Proceso Científico
Niños Diseñados
Los niños diseñados ya son una realidad. Los padres pueden elegir el sexo de sus hijos usando un proceso conocido como selección de espermas, en el cual un técnico puede separar el esperma masculino del femenino ya que éste último posee mucha más ADN y por lo tanto es más pesado. Luego, una mujer es inseminada artificialmente con el esperma del género que ella elija y aproximadamente el 75% de las veces, da a luz el bebé que ella ha elegido. Una encuesta reciente develó que el 60% de los estadounidenses no se siente cómodo con la selección de sexo porque trata a los niños como un producto en lugar de un regalo de Dios que está lleno de sorpresa y asombro. La enseñanza católica también se opone a esta clase de selección de sexo por razones morales adicionales. La Iglesia enseña que la transmisión de la vida humana está ordenada por Dios como resultado de la unión en matrimonio de un hombre y una mujer.4
"El origen de una persona humana es en realidad el resultado de donación. La persona concebida deberá ser el fruto del amor de sus padres. No puede ser querida ni concebida como el producto de una intervención de técnicas médicas y biológicas: esto equivaldría a reducirla a ser objeto de una tecnología científica. Nadie puede subordinar la llegada al mundo de un niño a las condiciones de eficiencia técnica mensurables según parámetros de control y de dominio. La importancia moral de la unión existente entre los significados del acto conyugal y entre los bienes del matrimonio, la unidad del ser humano y la dignidad de su origen, exigen que la procreación de una persona humana haya de ser querida como el fruto del acto conyugal específico del amor entre los esposos. El vínculo existente entre procreación y acto conyugal se revela, por eso, de gran valor en el plano antropológico y moral, y aclara la posición del magisterio a propósito de la fecundación artificial homóloga."5
Hay una segunda forma de producir niños diseñados que, de acuerdo a la enseñanza católica, también utiliza un proceso inmoral. Los científicos pueden producir múltiples embriones en el laboratorio mediante a fertilización in vitro (FIV), luego analizar su composición genética mediante la diagnosis genética de preimplantación (PGD). La ciencia está muy lejos de poder ligar concluyentemente un gene o genes a características complejas humanas como la inteligencia, pero algunos desordenes genéticos, como la fibrosis quística (FQ) son causados por una mutación en un gene que puede ser identificado en el embrión. Los técnicos evalúan los embriones para determinar si tienen el gene de la FQ, descartan aquellos que poseen el gene mutado, e implantan uno o dos de aquellos que están libres de la mutación en el vientre de la madre. Si hay embriones adicionales sin mutación, son congelados para su uso posterior. Este proceso no siempre tiene resulta en un embarazo, pero cuando lo hay, es aproximadamente 100% seguro que los padres darán a luz a un hijo sin FQ. Pero este proceso es intrínsecamente inmoral porque incluye la creación y la destrucción de vidas humanas, reemplaza el acto conyugal e incorpora una intervención de terceros en la concepción.
Los hijos diseñados con inteligencia, estatura, disposición, etc. a pedido son todavía una cosa del futuro porque los genes ligados a estas características no han sido identificados. Mientras que es imposible valorar la moralidad de un procedimiento de un futuro indeterminado, "es difícil imaginar que esto podría ser logrado sin riegos desproporcionados especialmente en la primera etapa experimental, como la gran pérdida de los embriones y el incidente de los contratiempos, y sin el uso de técnicas reproductivas."6 El proceso por el cual actualmente se crean niños diseñados es intrínsecamente inmoral según la enseñanza católica, pero debemos tener en cuenta que cualquier niño resultante de este proceso tendrá la misma posición moral y dignidad que cualquier otro niño. La intención y los medios usados en su creación son irrelevantes para la dignidad y el derecho a la vida que tiene el niño.
Quimeras
Las quimeras son entidades interespecies, compuestas por una mezcla de ADN de dos o más organismos. Cruzar los límites de las especies puede ocurrir naturalmente (auque ocurre raramente) en animales, tales como la mula, y en plantas, tales como los rododendros. Además, los genes humanos son rutinariamente ubicados en microorganismos para producir insulina que se usa en el tratamiento de personas con diabetes y para producir numerosas otras drogas. Pero surgen nuevas cuestiones morales cuando los científicos proponen hacer criaturas cuya pertenencia al género humano estaría en duda.
Los científicos están actualmente participando en alteraciones genéticas para crear nuevos organismos interespecies para estudiar la función de los genes humanos en otras especies porque ese tipo de evaluaciones no se puede realizar en personas. El proceso científico usa células madres para transferir material humano genético a embriones no humanos. Al entender de una mejor manera el desarrollo de tejidos humanos, tales como el ojo y el cerebro; los científicos piensan que eventualmente serán capaces de reparar o mejorar estos tejidos en los seres humanos. Los nuevos organismos interespecies creados en el laboratorio incluyen un macaco coronado (una especie de mono nativo de la India), con células madres neurales de fetos humanos transplantadas a su cerebro anterior; embriones de pollitos recién nacidos que contienen células madres embrionarias humanas implantadas, y ratones con células madres de embriones humanos en el cerebro. Su creación ha causado muchas preocupaciones tanto por la dudosa eficacia de la ciencia como por las implicaciones éticas. El ímpetu de esta nueva tecnología es evidente en la proliferación de pedidos de patente para nuevas formas de vida.
La National Academy of Sciences (Academia Nacional de Ciencias) recientemente publicó nuevas normas para la investigación con células madres de embriones humanos. Aunque las recomendaciones no sean obligatorias, incluso la Academia (que favorece la creación y destrucción de embriones humanos para obtener células madres) apoyó la creación de quimeras pero se opuso a los experimentos que implican la inserción de células madres de embriones humanos en embriones humanos, de simio o de mono. La posibilidad de que un cerebro humano o casi humano sea encerrado en el cuerpo de un animal es censurable. La enseñanza católica nos dice: "Cambiar la identidad genética de un hombre como persona con la producción de un ser infrahumano es radicalmente inmoral."7
Implicaciones Éticas
Se han escrito volúmenes sobre las implicaciones éticas del mejoramiento genético y el cruce de los límites interespecies. En el limitado espacio de este artículo, mencionaré brevemente sólo cuatro de los más importantes.
Estado moral del embrión humano
El inherente estado moral de los seres humanos proviene de la realidad de que Dios creó a los seres humanos a su imagen y semejanza (manifestado en la inteligencia y el libre albedrío). Por esta razón cada ser humano, sin distinción de características o circunstancias individuales posee una dignidad incomparable.8 Juan Pablo II explicó que el valor moral comienza por el derecho a la vida. Desde el momento de la concepción hasta la muerte, y agrega, el derecho a la vida es primario y fundamental. Es la base raíz y fuente de otros derechos." Por lo tanto, el ser humano automáticamente es poseedor de un estado moral. Como resultado, cualquier acción que relegue a cualquier ser humano (en cualquier etapa de desarrollo desde un embrión de una célula a la muerte natural) a ser una simple herramienta de investigación o un vehículo de producción o ganancia es inmoral.
La vida humana como una mercancía
La costosa manufactura de los "niños diseñados" en realidad destruirá poco a poco el valor de la dignidad de la vida humana al reducir estos niños a productos diseñados como autos o computadoras.
En vez de sorpresa y apreciación por la singularidad y el misterio de cada individuo, los niños diseñados serán juzgados por su forma de adaptarse a las especificaciones del presente. Más allá de esto, los genes que determinan características complejas como el comportamiento no siempre actúan del modo en que uno espera. Un genetista una vez me dijo que en los experimentos en los que se trataba de alterar los genes controladores del color de la piel de los ratones, los ratones realmente se veían como se esperaba aproximadamente el 50% de las veces. Por eso los padres que piensen que pueden programar a sus hijos para que posean una o más características se pueden llevar una verdadera sorpresa. La incertidumbre de la expresión de los genes hace realmente improbable que alguien pueda producir de manera segura un bebé "diseñado" con las características que sus padres hayan "pedido" y a diferencia de un auto o una computadora, no hay políticas de "devolución" en las clínicas de fertilidad. En realidad, la paternidad siempre implica sorpresas y desilusiones (lo digo desde la experiencia ya que mi esposo y yo tenemos seis maravillosos hijos adultos jóvenes). Los mejoramientos genéticos no podrán alterar esta realidad, pero pueden crear expectativas falsas sobre la paternidad y contribuir finalmente una actitud en que la vida humana es una mercancía que debe estar a la altura de los parámetros del mercado.
Justicia social
Los mejoramientos genéticos pueden exagerar las desigualdades sociales existentes, especialmente si sólo las personas prósperas pueden costearlos. Una tecnología no es sólo eso si descuida a los pobres o a los vulnerables o si hace más grande la brecha entre los que tienen y los que no. Incluso si esta tecnología se puede aplicar de una manera segura sin usar medios inmorales, la preocupación es que los niños que nazcan naturalmente no serán capaces de competir con aquellos que estén mejorados genéticamente. Nuestras nociones acerca de los logros humanos pueden cambiar. En el extremo, pueden llevar potencialmente a una clase "superior" (conocida por algunos como "la nobleza genética") con ventajas que sobrepasan a cualquiera que un padre pueda concederle a sus hijos por medio de la educación, preparación, etc. Superpongamos esto sobre una sociedad obsesionada con la juventud, la salud y el éxito en la cual muchos de los que carecen de ingresos suficientes, educación, atención médica y nutrición ya están excluidos de las oportunidades de progreso. La justicia social exige que se mejore el bienestar de los marginados por la sociedad en vez de seguir marginando a los pobres mediante el mejoramiento de unos pocos por encima de la norma.
Daño
Será muy difícil hacer modificaciones al genoma humano que sean seguras y efectivas, y el esfuerzo por tratar podría tener consecuencias nefastas para los individuos y la sociedad. El mejoramiento genético incorpora cambios que son una desviación de los genomas naturales. Como tal, incorporará la producción de nuevas combinaciones genéticas. La complejidad del genoma humano hará este esfuerzo difícil, especialmente porque la mayoría de los genes poseen múltiples funciones. Esto significa que el desafío de descubrir alteraciones genéticas que realmente mejoren la función humana será mucho más difícil que diseñar las alteraciones terapéuticas. Recuerde que los cambios terapéuticos son morales cuando los medios científicos son morales. Además, debido a la interconexión de todo el genoma y del medio ambiente, los cambios genéticos pueden funcionar como se predijo en un individuo pero tener un efecto totalmente diferente en otro individuo, y lo que puede ser seguro para uno puede que no lo sea para otro.
Los daños potenciales resultantes del mejoramiento genético pueden incluir lo siguiente: (1) consecuencias negativas en la intervención deseada, (2) consecuencias negativas en una función humana que no se anticipaba estuviera relacionada con la intervención, y (3) estas consecuencias no serán visibles por un largo tiempo. La idea que los humanos, con nuestro nuevo y todavía incompleto conocimiento de la genética, podemos diseñar verdaderas mejoras que sean seguras y efectivas, va acompañada de gran orgullo y tiene todo el potencial para causar mucho daño.
Concusión
Es teóricamente posible que el mejoramiento genético pueda ser realmente beneficial para los individuos y la sociedad y, al mismo tiempo, respetar los orígenes la vida y de la integridad de las personas humanas como una unidad de cuerpo y alma. Si embargo, el estado actual del proceso científico no cumple con esos requisitos. Por estas razones el mejoramiento genético de los embriones humanos es inmoral desde el punto de vista de las enseñanzas católicas. Nuestro abreviado análisis ético también saca a luz asuntos sobre el respeto por la vida, la justicia, y la seguridad que pone en tela de juicio la habilidad de la humanidad de usar una potente tecnología para beneficio de los seres humanos. Nuestro poder inminente de alterar nuestra herencia genética, junto con la habilidad limitada para predecir las consecuencias de dichas alteraciones, pide a gritos una propuesta cautelosa y humilde.
Marilyn Coors, doctora en Filosofía es profesora asistente en psiquiatría y en bioética, University of Colorado Health Sciences Center. Se desempeña en juntas de numerosos comités y fundaciones, incluyendo el National Catholic Bioethics Center (El Centro Católico Nacional de Bioética).
Traducción por Marina A. Herrera, Ph.D., Bethesda, Maryland.
Notas
1 Coors, Marilyn E., The Matrix: Charting an Ethics of Inheritable Genetic Modification. New York: Rowman & Littlefield Publishers, Inc. (2003).
2 Papa Juan Pablo II, "La ética de la manipulación genética", discurso a los participantes de la XXXV Asamblea General de la Asociación Médica Mundial, reimpreso en Origins, 13: 386-389 (29 de octubre de 1983).
3 Ibid.
4 Juan Pablo II, Evangelium Vitae (El Evangelio de la Vida), 1995.
5 Congregación de la Doctrina de Fe, Donum vitae ("Instrucción sobre el Respeto de la Vida Humana Naciente y la Dignidad de su Procreación: Respuestas a Algunas Cuestiones de Actualidad") (1987), parte II, B, no. 4c.
6 Comisión Teológica Internacional, "Comunión y corresponsabilidad: personas humanas creadas a imagen de Dios," 23de julio de 2004.
7 Ibid.
8 Gen: 1, 2.
¿Es incorrecto producir niños con altura y fuerza alteradas genéticamente para convertirse en estrella de la NBA (llamado "dopaje genético" por la prensa)? Y tome el próximo paso. ¿Por qué no diseñar niños súper inteligentes? Dicho niño podría crecer y descubrir la cura para el cáncer, o una fuente de energía que sin dañar el medio ambiente beneficie a la sociedad. Y, ¿qué hay de malo en rediseñar el envejecimiento humano para que la gente pueda vivir tanto como Abraham y Sara del Antiguo Testamento o incluso Matusalén? o ¿una criatura híbrida con características humanas y animales permitiendo que él (¿eso?) pueda realizar tareas indeseables o peligrosas en la sociedad que otros aborrecen? Algunas de estas situaciones reciben un "no" inmediato, mientras que otras requieren a una deliberación ética" para señalar lo que es correcto o incorrecto.
Hagamos un paso hacia atrás y definamos el mejoramiento genético. Los posibles usos de la tecnología genética están a veces divididos según el propósito: mejoramiento o terapia. El mejoramiento genético significa alterar los genes para mejorar los rasgos humanos o características más allá de lo que se considera "normal" para los humanos, es decir, diferente de los genomas que existen naturalmente (todo el ADN de un organismo). Por contraste, la terapia genética significa alterar los genes que poseen mutaciones peligrosas para prevenir o curar enfermedades. La mayoría concuerda en que un cambio genético que reduce la presencia de una enfermedad devastadora está bien, cuando se hace moralmente.
Hay algunas alteraciones genéticas en cualquiera de los dos polos de las características humanas que son bastante fáciles de clasificar como mejoramiento o terapia. En el caso en cuestión, un cambio genético que cure la fibrosis quística (cística) es sin duda terapia, mientras que producir un ojo humano que pueda ver en la oscuridad es sin lugar a dudas mejoramiento. Sin embargo, hay alteraciones genéticas que se ubican en la zona "gris". Por ejemplo, ¿dónde trazamos la línea en el mejoramiento de una persona de baja estatura –de 4'4" a 5'4" o incluso 6'4"? ¿En qué punto la terapia se vuelve mejoramiento? Podrá ver que la diferencia es difícil de ver y a veces de valor limitado.
El Papa Juan Pablo II usaba la distinción entre terapia y mejoramiento para referirse a la moralidad de las alteraciones genéticas mucho tiempo antes de que fuera científicamente posible llevar acabo dichos cambios en el genoma humano. En 1983, apoyó intervenciones terapéuticas tales como aquellas que afectan las "deficiencias cromosómicas" cuando la intervención promueve el bienestar y no daña la integridad biológica de la persona humana o aumenta el sufrimiento.2 Juan Pablo II también aprobó el mejoramiento genético cuando la intervención "apunta a mejorar las condiciones biológicas humanas" con dos requisitos: la intervención no interfiere con los orígenes de la vida humana en la concepción natural y respeta la dignidad de la persona humana y la "naturaleza biológica común" que provee la base de la libertad humana.
La enseñanza católica, como lo explicaba Juan Pablo II, por lo tanto defiende la esencia humana con su inherente dignidad que merece respeto y protección. Juan Pablo expresó preocupación debido a que el mejoramiento genético podría resultar en cambios que "provoquen marginalización fresca" en el mundo al alterar las características humanas y comprometiendo la integridad de los seres humanos. Advirtió que la intervención genética no debe "ser derivada de una mentalidad racista y materialista dirigida a la felicidad humana la cual es realmente reduccionista. La dignidad del hombre trasciende su condición biológica." Lo que es trascendental en el ser humano, nuestra dignidad y libertad, deben ser protegidas de un ataque tecnológico.3 Estos comentarios revelan la preocupación de Juan Pablo II de que el poder de la genética podría reducir a la persona humana a sus genes, una clase de mentalidad como la de Genes-R-Us (juego de palabras que imita la cadena de juguetes Toys-R-Us) que afirma que somos nuestros genes y nada más. Incluso a niveles puramente sociales/biológicos hay una gran cantidad de evidencia para refutar este enfoque cuando consideramos los asombrosos logros de las personas con discapacidades que triunfan en la vida a pesar de las limitaciones de sus condiciones genéticas y de lo que pueda indicar su ADN.
Sin embargo, sabemos por la demanda de drogas para el mejoramiento de la mente y las tecnologías de reproducción asistida, que el consumidor comprará productos para el mejoramiento genético con el fin de producir niños "diseñados" o "bebés biónicos" en cuanto sea seguro y efectivo rediseñar la programación biológica humana. (Aunque surgen otras cuestiones sobre los procesos científicos para el mejoramiento genético de las personas ya nacidas; dichas intervenciones no interfieren con la procreación ni implican la creación y destrucción de los embriones.)
Es claro que nosotros como sociedad tendremos que crear políticas para dirigir las aplicaciones éticas de esta nueva tecnología; o las fuerzas del mercado solas forjarán el curso del mejoramiento genético y los resultados no serán ni convenientes ni éticos. Para participar de la conversación como católico responsable e informado debemos entender las implicaciones del mejoramiento genético en dos niveles: el proceso científico en sí y las potenciales implicaciones éticas para los individuos y la sociedad.
El Proceso Científico
Niños Diseñados
Los niños diseñados ya son una realidad. Los padres pueden elegir el sexo de sus hijos usando un proceso conocido como selección de espermas, en el cual un técnico puede separar el esperma masculino del femenino ya que éste último posee mucha más ADN y por lo tanto es más pesado. Luego, una mujer es inseminada artificialmente con el esperma del género que ella elija y aproximadamente el 75% de las veces, da a luz el bebé que ella ha elegido. Una encuesta reciente develó que el 60% de los estadounidenses no se siente cómodo con la selección de sexo porque trata a los niños como un producto en lugar de un regalo de Dios que está lleno de sorpresa y asombro. La enseñanza católica también se opone a esta clase de selección de sexo por razones morales adicionales. La Iglesia enseña que la transmisión de la vida humana está ordenada por Dios como resultado de la unión en matrimonio de un hombre y una mujer.4
"El origen de una persona humana es en realidad el resultado de donación. La persona concebida deberá ser el fruto del amor de sus padres. No puede ser querida ni concebida como el producto de una intervención de técnicas médicas y biológicas: esto equivaldría a reducirla a ser objeto de una tecnología científica. Nadie puede subordinar la llegada al mundo de un niño a las condiciones de eficiencia técnica mensurables según parámetros de control y de dominio. La importancia moral de la unión existente entre los significados del acto conyugal y entre los bienes del matrimonio, la unidad del ser humano y la dignidad de su origen, exigen que la procreación de una persona humana haya de ser querida como el fruto del acto conyugal específico del amor entre los esposos. El vínculo existente entre procreación y acto conyugal se revela, por eso, de gran valor en el plano antropológico y moral, y aclara la posición del magisterio a propósito de la fecundación artificial homóloga."5
Hay una segunda forma de producir niños diseñados que, de acuerdo a la enseñanza católica, también utiliza un proceso inmoral. Los científicos pueden producir múltiples embriones en el laboratorio mediante a fertilización in vitro (FIV), luego analizar su composición genética mediante la diagnosis genética de preimplantación (PGD). La ciencia está muy lejos de poder ligar concluyentemente un gene o genes a características complejas humanas como la inteligencia, pero algunos desordenes genéticos, como la fibrosis quística (FQ) son causados por una mutación en un gene que puede ser identificado en el embrión. Los técnicos evalúan los embriones para determinar si tienen el gene de la FQ, descartan aquellos que poseen el gene mutado, e implantan uno o dos de aquellos que están libres de la mutación en el vientre de la madre. Si hay embriones adicionales sin mutación, son congelados para su uso posterior. Este proceso no siempre tiene resulta en un embarazo, pero cuando lo hay, es aproximadamente 100% seguro que los padres darán a luz a un hijo sin FQ. Pero este proceso es intrínsecamente inmoral porque incluye la creación y la destrucción de vidas humanas, reemplaza el acto conyugal e incorpora una intervención de terceros en la concepción.
Los hijos diseñados con inteligencia, estatura, disposición, etc. a pedido son todavía una cosa del futuro porque los genes ligados a estas características no han sido identificados. Mientras que es imposible valorar la moralidad de un procedimiento de un futuro indeterminado, "es difícil imaginar que esto podría ser logrado sin riegos desproporcionados especialmente en la primera etapa experimental, como la gran pérdida de los embriones y el incidente de los contratiempos, y sin el uso de técnicas reproductivas."6 El proceso por el cual actualmente se crean niños diseñados es intrínsecamente inmoral según la enseñanza católica, pero debemos tener en cuenta que cualquier niño resultante de este proceso tendrá la misma posición moral y dignidad que cualquier otro niño. La intención y los medios usados en su creación son irrelevantes para la dignidad y el derecho a la vida que tiene el niño.
Quimeras
Las quimeras son entidades interespecies, compuestas por una mezcla de ADN de dos o más organismos. Cruzar los límites de las especies puede ocurrir naturalmente (auque ocurre raramente) en animales, tales como la mula, y en plantas, tales como los rododendros. Además, los genes humanos son rutinariamente ubicados en microorganismos para producir insulina que se usa en el tratamiento de personas con diabetes y para producir numerosas otras drogas. Pero surgen nuevas cuestiones morales cuando los científicos proponen hacer criaturas cuya pertenencia al género humano estaría en duda.
Los científicos están actualmente participando en alteraciones genéticas para crear nuevos organismos interespecies para estudiar la función de los genes humanos en otras especies porque ese tipo de evaluaciones no se puede realizar en personas. El proceso científico usa células madres para transferir material humano genético a embriones no humanos. Al entender de una mejor manera el desarrollo de tejidos humanos, tales como el ojo y el cerebro; los científicos piensan que eventualmente serán capaces de reparar o mejorar estos tejidos en los seres humanos. Los nuevos organismos interespecies creados en el laboratorio incluyen un macaco coronado (una especie de mono nativo de la India), con células madres neurales de fetos humanos transplantadas a su cerebro anterior; embriones de pollitos recién nacidos que contienen células madres embrionarias humanas implantadas, y ratones con células madres de embriones humanos en el cerebro. Su creación ha causado muchas preocupaciones tanto por la dudosa eficacia de la ciencia como por las implicaciones éticas. El ímpetu de esta nueva tecnología es evidente en la proliferación de pedidos de patente para nuevas formas de vida.
La National Academy of Sciences (Academia Nacional de Ciencias) recientemente publicó nuevas normas para la investigación con células madres de embriones humanos. Aunque las recomendaciones no sean obligatorias, incluso la Academia (que favorece la creación y destrucción de embriones humanos para obtener células madres) apoyó la creación de quimeras pero se opuso a los experimentos que implican la inserción de células madres de embriones humanos en embriones humanos, de simio o de mono. La posibilidad de que un cerebro humano o casi humano sea encerrado en el cuerpo de un animal es censurable. La enseñanza católica nos dice: "Cambiar la identidad genética de un hombre como persona con la producción de un ser infrahumano es radicalmente inmoral."7
Implicaciones Éticas
Se han escrito volúmenes sobre las implicaciones éticas del mejoramiento genético y el cruce de los límites interespecies. En el limitado espacio de este artículo, mencionaré brevemente sólo cuatro de los más importantes.
Estado moral del embrión humano
El inherente estado moral de los seres humanos proviene de la realidad de que Dios creó a los seres humanos a su imagen y semejanza (manifestado en la inteligencia y el libre albedrío). Por esta razón cada ser humano, sin distinción de características o circunstancias individuales posee una dignidad incomparable.8 Juan Pablo II explicó que el valor moral comienza por el derecho a la vida. Desde el momento de la concepción hasta la muerte, y agrega, el derecho a la vida es primario y fundamental. Es la base raíz y fuente de otros derechos." Por lo tanto, el ser humano automáticamente es poseedor de un estado moral. Como resultado, cualquier acción que relegue a cualquier ser humano (en cualquier etapa de desarrollo desde un embrión de una célula a la muerte natural) a ser una simple herramienta de investigación o un vehículo de producción o ganancia es inmoral.
La vida humana como una mercancía
La costosa manufactura de los "niños diseñados" en realidad destruirá poco a poco el valor de la dignidad de la vida humana al reducir estos niños a productos diseñados como autos o computadoras.
En vez de sorpresa y apreciación por la singularidad y el misterio de cada individuo, los niños diseñados serán juzgados por su forma de adaptarse a las especificaciones del presente. Más allá de esto, los genes que determinan características complejas como el comportamiento no siempre actúan del modo en que uno espera. Un genetista una vez me dijo que en los experimentos en los que se trataba de alterar los genes controladores del color de la piel de los ratones, los ratones realmente se veían como se esperaba aproximadamente el 50% de las veces. Por eso los padres que piensen que pueden programar a sus hijos para que posean una o más características se pueden llevar una verdadera sorpresa. La incertidumbre de la expresión de los genes hace realmente improbable que alguien pueda producir de manera segura un bebé "diseñado" con las características que sus padres hayan "pedido" y a diferencia de un auto o una computadora, no hay políticas de "devolución" en las clínicas de fertilidad. En realidad, la paternidad siempre implica sorpresas y desilusiones (lo digo desde la experiencia ya que mi esposo y yo tenemos seis maravillosos hijos adultos jóvenes). Los mejoramientos genéticos no podrán alterar esta realidad, pero pueden crear expectativas falsas sobre la paternidad y contribuir finalmente una actitud en que la vida humana es una mercancía que debe estar a la altura de los parámetros del mercado.
Justicia social
Los mejoramientos genéticos pueden exagerar las desigualdades sociales existentes, especialmente si sólo las personas prósperas pueden costearlos. Una tecnología no es sólo eso si descuida a los pobres o a los vulnerables o si hace más grande la brecha entre los que tienen y los que no. Incluso si esta tecnología se puede aplicar de una manera segura sin usar medios inmorales, la preocupación es que los niños que nazcan naturalmente no serán capaces de competir con aquellos que estén mejorados genéticamente. Nuestras nociones acerca de los logros humanos pueden cambiar. En el extremo, pueden llevar potencialmente a una clase "superior" (conocida por algunos como "la nobleza genética") con ventajas que sobrepasan a cualquiera que un padre pueda concederle a sus hijos por medio de la educación, preparación, etc. Superpongamos esto sobre una sociedad obsesionada con la juventud, la salud y el éxito en la cual muchos de los que carecen de ingresos suficientes, educación, atención médica y nutrición ya están excluidos de las oportunidades de progreso. La justicia social exige que se mejore el bienestar de los marginados por la sociedad en vez de seguir marginando a los pobres mediante el mejoramiento de unos pocos por encima de la norma.
Daño
Será muy difícil hacer modificaciones al genoma humano que sean seguras y efectivas, y el esfuerzo por tratar podría tener consecuencias nefastas para los individuos y la sociedad. El mejoramiento genético incorpora cambios que son una desviación de los genomas naturales. Como tal, incorporará la producción de nuevas combinaciones genéticas. La complejidad del genoma humano hará este esfuerzo difícil, especialmente porque la mayoría de los genes poseen múltiples funciones. Esto significa que el desafío de descubrir alteraciones genéticas que realmente mejoren la función humana será mucho más difícil que diseñar las alteraciones terapéuticas. Recuerde que los cambios terapéuticos son morales cuando los medios científicos son morales. Además, debido a la interconexión de todo el genoma y del medio ambiente, los cambios genéticos pueden funcionar como se predijo en un individuo pero tener un efecto totalmente diferente en otro individuo, y lo que puede ser seguro para uno puede que no lo sea para otro.
Los daños potenciales resultantes del mejoramiento genético pueden incluir lo siguiente: (1) consecuencias negativas en la intervención deseada, (2) consecuencias negativas en una función humana que no se anticipaba estuviera relacionada con la intervención, y (3) estas consecuencias no serán visibles por un largo tiempo. La idea que los humanos, con nuestro nuevo y todavía incompleto conocimiento de la genética, podemos diseñar verdaderas mejoras que sean seguras y efectivas, va acompañada de gran orgullo y tiene todo el potencial para causar mucho daño.
Concusión
Es teóricamente posible que el mejoramiento genético pueda ser realmente beneficial para los individuos y la sociedad y, al mismo tiempo, respetar los orígenes la vida y de la integridad de las personas humanas como una unidad de cuerpo y alma. Si embargo, el estado actual del proceso científico no cumple con esos requisitos. Por estas razones el mejoramiento genético de los embriones humanos es inmoral desde el punto de vista de las enseñanzas católicas. Nuestro abreviado análisis ético también saca a luz asuntos sobre el respeto por la vida, la justicia, y la seguridad que pone en tela de juicio la habilidad de la humanidad de usar una potente tecnología para beneficio de los seres humanos. Nuestro poder inminente de alterar nuestra herencia genética, junto con la habilidad limitada para predecir las consecuencias de dichas alteraciones, pide a gritos una propuesta cautelosa y humilde.
Marilyn Coors, doctora en Filosofía es profesora asistente en psiquiatría y en bioética, University of Colorado Health Sciences Center. Se desempeña en juntas de numerosos comités y fundaciones, incluyendo el National Catholic Bioethics Center (El Centro Católico Nacional de Bioética).
Traducción por Marina A. Herrera, Ph.D., Bethesda, Maryland.
Notas
1 Coors, Marilyn E., The Matrix: Charting an Ethics of Inheritable Genetic Modification. New York: Rowman & Littlefield Publishers, Inc. (2003).
2 Papa Juan Pablo II, "La ética de la manipulación genética", discurso a los participantes de la XXXV Asamblea General de la Asociación Médica Mundial, reimpreso en Origins, 13: 386-389 (29 de octubre de 1983).
3 Ibid.
4 Juan Pablo II, Evangelium Vitae (El Evangelio de la Vida), 1995.
5 Congregación de la Doctrina de Fe, Donum vitae ("Instrucción sobre el Respeto de la Vida Humana Naciente y la Dignidad de su Procreación: Respuestas a Algunas Cuestiones de Actualidad") (1987), parte II, B, no. 4c.
6 Comisión Teológica Internacional, "Comunión y corresponsabilidad: personas humanas creadas a imagen de Dios," 23de julio de 2004.
7 Ibid.
8 Gen: 1, 2.