por Serrin M. Foster

"La mujer que tiene un embarazo no planeado también merece un gozo no planeado", nota Patricia Heaton, ganadora de dos premios Emmy y autora de bestsellers. Ms. Heaton es miembro honoraria de Feministas Pro-Vida (Feminists for Life) (FFL), una organización pro-mujeres y pro-vida. FFL continúa la tradición de las primeras feministas americanas como Susan B. Anthony y Elizabeth Cady Stanton, que se oponían al aborto y trataban de remediar sus causas.

La triste realidad es que el "gozo no planeado" que Patricia Heaton imagina para estas mujeres es extremadamente raro. Al contrario, las mujeres que salen embarazadas sin planearlo con frecuencia terminan atravesando por la trágica violencia del aborto.

Para la mayoría no hay "alternativa"

Las estadísticas colectadas por quienes apoyan el aborto revelan que las principales razones por las cuales las mujeres embarazadas sin quererlo terminan abortando son falta de recursos financieros y de apoyo emocional. Muchas mujeres también dicen que se sienten abandonadas o hasta forzadas a abortar. A pesar de las leyes para manutención de los hijos, algunos padres amenazan con retirar ese apoyo. La violencia doméstica contra mujeres solteras embarazadas a manos de sus parejas es reportada con mayor frecuencia. La coacción ocurre en todas las clases sociales. Jennifer O'Neill –actriz, modelo, autora y portavoz de la campaña post-aborto "No más silencio" — se sometió a un aborto contra su voluntad, forzada por su rico prometido que la amenazó con quitarle el bebé si lo tenía. El aborto le dañó el cuello del útero y después sufrió nueve pérdidas.

"Nada en el mundo me haría optar por esa solución otra vez", le dijo Jennifer O'Neill a los empleados y a los legisladores en una sesión del Senado en el Capitolio. La sesión fue parte de una campaña promocional llamada "La mujer merece algo mejor", emprendida por grupos a favor de la mujer y pro-vida, Feministas Pro-Vida, Red de Recursos Pro-vida, Proyecto Segundo Vistazo, Solidaridad con las Mujeres, No Más Silencio, y Primero las Mujeres y los Niños.

Las mujeres con más alto riesgo de recurrir al aborto son aquellas en edad de asistir a la universidad. Uno de cada cinco abortos ocurre en esa etapa. Por muchos años, el programa Feministas Pro-Vida y Ayuda a Universitarias, ha estado escuchando a mujeres universitarias en todo el país. Las mujeres que obtuvieron resultados positivos en las pruebas de embarazo nos dicen — casi universalmente — que las primeras palabras que escucharon del personal de la clínica fueron "lo siento". Y luego les entregaron una tarjeta de referencia para una clínica local de abortos. Los consejeros y los profesores universitarios hicieron eco a este mensaje, diciéndoles a las estudiantes que ellas posiblemente no podrían continuar su educación y tener un hijo — como si el embarazo incapacitara a la mujer para leer, escribir o pensar.

Los recursos son similarmente desproporcionados. Algunas universidades ofrecen préstamos de $300 para abortar, pero no ofrecen ayuda financiera si la joven tiene el hijo. Estudiantes embarazadas y criando reportan que las opciones de habitación, ayudas para maternidad, cuidado y transporte para los niños, son inexistentes en muchas ciudades universitarias y muy caras en otras. Las mujeres obviamente embarazadas son miradas como animales exóticos cuando cruzan el recinto universitario.

Forzar a la mujer a escoger entre sacrificar su educación o sus planes profesionales y sacrificar a su hijo, no es realmente una "libre elección".

Fuera del recinto universitario, la falta de apoyo para otra alternativa fuera del aborto es también inexistente. Las mujeres embarazadas o criando mientras trabajan, todavía no cuentan con beneficios básicos como costos de maternidad, trabajo compartido, flexibilidad en las horas de trabajo, transporte o la habilidad de ganar lo suficiente para vivir.

Aun familiares y amigos bien intencionados con frecuencia no ofrecen a la mujer que desea "escoger libremente" lo que ella realmente necesita — felicitaciones y apoyo incondicional. En vez de decirle: "¿Cómo te puedo ayudar?" le dicen: "Un hijo va a arruinar tu vida".

En otras palabras, muchas mujeres "escogen" el aborto precisamente porque creen que no hay otra alternativa.

Enero de 2003 marcó el trigésimo aniversario de la entrega a la Corte Suprema de los EE.UU. de la decisión Roe contra Wade legalizando el aborto. Y el "mantra" pro elección que escuchamos cada 22 de enero — Nuestro cuerpo, nuestra decisión — todavía significa lo mismo: Nuestro problema. Esto no es causa de celebración para las mujeres. El aborto no es una medida del triunfo de la sociedad por satisfacer las necesidades de las mujeres, es una medida de su fracaso. ¿Por qué celebran un fracaso?

El aborto hiere a la mujer

El daño que el aborto causa al cuerpo de la mujer puede dar como resultado infertilidad, futuros abortos, cáncer del seno y aun la muerte. A muchas mujeres esa experiencia también les deja profundas cicatrices emocionales. Estudios realizados en Finlandia, Gran Bretaña, Canadá y los EE.UU. revelan más altas ratas de suicidio y admisión a clínicas siquiátricas entre mujeres que han abortado comparadas con mujeres que han tenido a sus hijos.

Marion Syversen, miembro de Feministas Pro-Vida tuvo dos abortos siendo muy joven mientras sufría abuso extremo en su hogar. Ella apoya estudios sobre el impacto del aborto en la mujer — especialmente desde que el aborto es la cirugía más común en los EE.UU. Cuando se le recordó que el ex-cirujano general C. Everett Koop dijo que era problemático estudiar el impacto del aborto porque la mitad de las mujeres que abortaban lo podían negar, Syversen respondió: "Precisamente, ¿eso no le demuestra algo? Si fuera una cosa tan maravillosa ¡todas estaríamos hablando de eso!"

En una sesión de "Las mujeres merecen lo mejor" en el Capitolio, la codirectora honoraria de Feministas Pro-Vida, la actriz Margaret Colin, recientemente pidió a los miembros del Congreso "recordar a la mujer". Ella los retó a preguntarse: "¿Es esto lo mejor que podemos hacer por ella?"

El aborto es un síntoma del problema — nunca una solución — que encaran las mujeres. Como estadounidenses nos gusta decir que "el fracaso no es una opción". Pero el aborto ha fallado completamente como política social diseñada para ayudar a las mujeres. Es un reflejo de que les hemos fallado — y de que las mujeres han tenido que optar por menos de lo que necesitan y merecen.

Verdadera ayuda para la mujer

Han pasado tres décadas desde que Roe contra Wade desató en los Estados Unidos una nueva y violenta norma. Y aunque el debate sobre el aborto con frecuencia parece estar estancado en el atolladero entre el "derecho de la mujer" contra "el bebé", las necesidades básicas de la mujer se ignoran con frecuencia. Hemos olvidado preguntar a las mujeres: "¿Qué necesitan? ¿Qué quieren realmente?"

Como defensores de la mujer y de los niños, debemos ver la humanidad de cada persona que nos desafía. Debemos tratar de analizar la cuestión desde la perspectiva de quienes deciden "escoger". Ver el dolor de la mujer que fue abandonada por aquellos en que ella más confiaba y tuvo que recurrir al aborto. Entender las buenas intenciones del amigo que ofrece una solución rápida sin darse cuenta que el dolor no se disminuye con un aborto. Comprender la vergüenza de un padre o madre que quiere proteger a su hijo de un nieto que podría arruinar su vida. Sentir el temor de un joven que de repente se enfrenta a la paternidad y se da cuenta que no está nada preparado. Reconocer la voz de la traición detrás de las preguntas por parte de aquellos menores de 30 años cuyas vidas han transcurrido con el aborto legalizado.

Hay que reconocerlos y ofrecerles la esperanza inquebrantable de que podemos luchar juntos para que las mujeres y los niños tengan mejores posibilidades. También debemos buscar un análisis completo de las razones que lleva a las mujeres a buscar abortos. Cada día que pasa en que una mujer embarazada no puede satisfacer sus necesidades, es un día más en que habrá mil abortos. Aunque los estadounidenses están profundamente divididos sobre el aborto, no hay desacuerdo en que el número de abortos necesita reducirse. Lo que se necesita es un plan centrado en la mujer para alcanzar ese fin.

Muchas mujeres carecen del apoyo de sus familias o del padre de la criatura, carecen de recursos que les permitan combinar el trabajo y la crianza del niño, o se sienten forzadas a escoger entre su educación y sus hijos.

Necesitamos escuchar, oír a las mujeres y crear un plan completo, paso por paso, para eliminar sistemáticamente la fuente de las razones que conducen a tantas mujeres al aborto — principalmente la falta de recursos financieros y el apoyo emocional.

Necesitamos comprometer a quienes tienen que ver con educación superior, cuidados de la salud, tecnología, corporaciones, pequeños negocios, la industria de la diversión, el gobierno y los medios de comunicación para que ayuden a dirigir el debate hacia resultados positivos para todos los involucrados. Los hombres deben ser bienvenidos a la mesa. Y aún más importante, debemos escuchar a las mujeres de todas las condiciones, especialmente a aquellas que han vivido la tragedia del aborto y a las que enfrentan un embarazo inesperado.

Debemos comenzar buscando soluciones para aquellas en mayor riesgo de aborto — universitarias, jovencitas que trabajan y mujeres de bajos recursos económicos.

Las universidades deben examinar su política, sus actitudes y su apoyo a las estudiantes y a las empleadas embarazadas o criando hijos. Mediante programas como el Foro de recursos sobre embarazo, de Feministas pro-vida, aquellos en todos los lados del debate dentro de la comunidad universitaria pueden olvidar sus diferencias y concentrarse en las necesidades de las estudiantes embarazadas o con hijos. Las universidades en todo el país han seguido el ejemplo de la Universidad de Georgetown — en donde Feministas Pro-Vida celebró su primer Foro de recursos sobre embarazo — que tiene en consideración las necesidades básicas como casa, cuidado del niño y beneficios de maternidad en el plan de cuidados de la salud del estudiante.

Sitios de trabajo convenientes para la familia, horarios flexibles y soluciones a problemas de transporte pueden ayudar a reducir la presión de la mujer para escoger entre su carrera y sus hijos. Por ejemplo, un empleador con visión, Steelcase Corporation de Michigan, establece una oficina en las residencias de empleados con hijos recién nacidos para ayudarlos a telecomunicarse.

Los centros de cuidado para embarazadas necesitan fondos para ayudar a las mujeres a llevar a cabo una decisión que afirme la vida — ya sea que opten por crianza como pareja, como madre o padre solo, con ayuda de la familia o compartiendo con el compañero o por adopción.

Más y más iglesias católicas están respondiendo al llamado del finado Cardenal John O'Connor abriendo sus puertas para ayudar a cualquier mujer que necesite ayuda. Un modelo de centro de ayuda a embarazadas, con base en la parroquia, llamado Proyecto Gabriel, se ha extendido rápidamente en todo el país. Otras iglesias, mezquitas y sinagogas pueden también proveer ayuda a cualquier mujer necesitada.

Necesitamos copiar el triunfo adquirido en Pennsylvania, en donde los abortos se han reducido considerablemente mediante centros de recursos subsidiados por el estado para promover alternativas que apoyen la vida. La ley de Pennsylvania también exige que una mujer que quiere abortar sea instruida y correctamente informada sobre el procedimiento, el desarrollo del feto, y los derechos y las responsabilidades del padre para que ella tome su decisión bien informada. El Gobernador Robert Casey (fallecido) sabía que las mujeres merecían, y podían manejar, esta información. Podemos trabajar con los estados para implementar el Programa Estatal de Seguro de Salud para los Niños (State Children's Health Insurance Program) (SCHIP), cuyos servicios incluyen cuidado prenatal para mujeres de bajos recursos y para sus hijos por nacer.

Es también importante que cambiemos la actitud negativa hacia los niños y sobre la paternidad que se ha vuelto tan prevaleciente en nuestra cultura. Nuestra sociedad necesita enaltecer de nuevo la maternidad, defender la paternidad, y celebrar los beneficios y los incentivos para los padres de familia.

En 1869, Mattie Brinkerhoff escribió en La Revolución, un periódico radical feminista publicado por Susan B. Anthony y Elizabeth Cady Stanton: "Cuando un hombre roba para satisfacer el hambre, podemos certeramente concluir que algo anda mal en la sociedad. Luego si una madre destruye la vida de su hijo por nacer, es evidente que o por educación o por las circunstancias ella ha sido gravemente perjudicada". Toda mujer merece algo mejor y todo niño merece tener la oportunidad de vivir.

Es hora de reafirmar la fortaleza y la dignidad de la mujer, la importancia del padre, y el valor de toda vida humana. Debemos elevar nuestras expectativas y enfocar nuestros esfuerzos en lo que es mejor para la mujer, los niños y las familias — para que muy pronto podamos volver la vista hacia esta bárbara práctica y preguntarnos cómo pudo la mujer jamás sentirse obligada a someterse a la tortura de un aborto.

La mujer merece algo mejor

Para marcar los 30 años de la legalización del aborto, la Campaña "La Mujer Merece Algo Mejor" comenzó un esfuerzo de educación pública a largo plazo para examinar el fracaso del aborto. La campaña se propone hacer que la nación vuelva a enfocar las razones por las cuales las mujeres se sienten forzadas a abortar y promueva soluciones centradas en la mujer.

La Conferencia de los Obispos Católicos de los EE.UU. y los Caballeros de Colón impulsaron enormemente este esfuerzo en enero de 2003 colocando anuncios en los autobuses y los trenes metropolitanos en el área de Washington, D.C., distribuyendo miles de carteles en la Marcha Anual por la Vida y auspiciando anuncios en publicaciones nacionales.

Cada vez más, difíciles preguntas son dirigidas a los defensores del aborto cuyas promesas incumplidas nos han dejado con 40 millones de niños desaparecidos y con 25 millones de mujeres sufriendo en silencio. Ojalá rompan el silencio y ojalá nosotros estemos dispuestos a escucharlas.

Las mujeres deben exigir mejoras para sí mismas y para sus seres queridos. Después de treinta años de un experimento fallido, forcemos la verdadera pregunta: "¿No merecen las mujeres algo mejor que el aborto?" La única respuesta correcta será un resonante "Sí".

Serrin M. Foster es Presidente de Feministas pro-vida de EE.UU. con base en Washington. WOMEN DESERVE BETTER es una marca de servicío de Feminists for Life of America, Inc.