Catequista de Servicios - Barbara McAtee

Catechetical Sunday 2016 Poster in Spanish

Habilidades prácticas para componer y hacer participar a los estudiantes en la oración

por Barbara McAtee

"A medida que crecía amaba al buen Dios cada vez más, y le ofrecía con frecuencia mi corazón, sirviéndome de la fórmula que mamá me había enseñado; me esforzaba por complacer a Jesús en todas mis acciones y prestaba gran atención a no ofenderlo jamás"
(Historia de un alma, p. 38)

Gran parte de la instrucción de nuestros estudiantes en la "oración" tiende a ser simple memorización de oraciones, respuestas en la Misa y quizá versículos de la Escritura, sin mejorar su capacidad de entender o aplicar a sus vidas lo que han memorizado. Especialmente en los grados inferiores, esperamos que los alumnos memoricen una gran cantidad de material sobre muchos temas, porque sabemos que este material es necesario como base para un mayor aprendizaje y comprensión.

Esto también es cierto al desarrollar y profundizar una vida de oración. Aunque el comienzo puede parecer habitual y rutinario, los estudiantes, con la guía de un adulto orante, profundizarán voluntariosa y continuamente su relación con Dios hasta que se convierta en una unión de amor, orando "de memoria".

Nuestros manuales para catequistas están llenos de ideas para orar con nuestros estudiantes y sugerencias de formatos de oración: dónde orar, cómo orar y cuándo orar. Pero nuestra "plantilla" es la oración en familia. Como miembros de la familia de la Iglesia, en la comunidad de nuestras clases, oramos como oran las familias.

Elemento fundamental e insustituible de la educación a la oración es el ejemplo concreto, el testimonio vivo de los padres… Escuchemos de nuevo la llamada que Pablo VI ha dirigido a las madres y a los padres: "Madres, ¿enseñáis a vuestros niños las oraciones del cristiano? ¿Preparáis, de acuerdo con los sacerdotes, a vuestros hijos para los sacramentos de la primera edad: confesión, comunión, confirmación? ¿Los acostumbráis, si están enfermos, a pensar en Cristo que sufre? ¿A invocar la ayuda de la Virgen y de los santos? ¿Rezáis el rosario en familia? Y vosotros, padres, ¿sabéis rezar con vuestros hijos, con toda la comunidad doméstica, al menos alguna vez? Vuestro ejemplo, en la rectitud del pensamiento y de la acción, apoyado por alguna oración común vale una lección de vida, vale un acto de culto de un mérito singular… Recordad: así edificáis la Iglesia" (Familiaris Consortio, no. 60).

Silencio

Lanza él su voz: "Basta ya, sepan que soy Dios, excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso" (Sal 46:10).

Una de las cosas más importantes que podemos hacer cuando preparamos a nuestros estudiantes para entrar en conversación con Dios es ofrecerles una experiencia de silencio. Los estudiantes de hoy tienen poca experiencia con el silencio. Ayudarlos a calmar su mente y su corazón es un gran don que les permite hablar con Dios y escuchar la voz de Dios.

Dos padres frustrados estaban preocupados porque su hijo no se estaba quieto y parloteaba durante toda la Misa dominical y pidieron ayuda al párroco. El domingo siguiente, el cambio de comportamiento en su hijo era casi milagroso. ¿Qué había hecho el párroco para influir en esta transformación? El párroco dijo: "Sólo le dije que si se estaba muy, muy quieto y en silencio, podría escuchar a Dios hablándole".

Es importante enseñar a nuestros estudiantes a visitar en silencio a Jesús, en callada contemplación ante él en el Santísimo Sacramento. Los alentamos a compartir los deseos más profundos de su corazón, pues aunque él ya conoce estos pensamientos y deseos, le gusta especialmente escucharlos de sus hijos. Comparta las mismas palabras de los santos con los estudiantes en sus niveles apropiados de aprendizaje, porque sabemos que los santos pueden guiarnos a Cristo. Llévelos a Jesús en el tabernáculo; guíelos en cómo compartir su corazón con Jesús; anímelos a hacer breves visitas a Jesús allí por su propia cuenta. Dígales que den a Jesús el mejor momento en su corazón y en su vida.

La necesidad de preparar a nuestros estudiantes para los momentos de oración en silencio y quietud es crucial, ya que a menudo es en el silencio de nuestro corazón que Dios nos habla.

Momentos para orar

Aprendemos a orar en ciertos momentos escuchando la Palabra del Señor y participando en su Misterio Pascual; pero, en todo tiempo, en los acontecimientos de cada día, su Espíritu se nos ofrece para que brote la oración (CIC, no. 2659).

Escuchando tanto a san Pablo como el Catecismo de la Iglesia Católica, debemos vivir en un espíritu de oración, orando siempre.

"Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar". Pero no se puede orar "en todo tiempo" si no se ora, con particular dedicación, en algunos momentos: son los tiempos fuertes de la oración cristiana, en intensidad y en duración (CIC, no. 2697).

Cuando estamos con nuestros estudiantes, los guiamos en la oración sin cesar buscando situaciones que nos llamen a orar, en el salón de clases, en la cafetería, en el patio de recreo o en otras situaciones cotidianas. Cuando surge una situación que puede ser conflictiva entre los estudiantes, o cuando instamos a los estudiantes a vivir como Cristo y respetarse unos a otros de una manera que agrade a Dios, llame a los estudiantes a la oración. Comparta un versículo apropiado de la Escritura después de calmarlos. Deje que piensen en el versículo, explicándoles su significado cuando sea necesario. No tema "predicar" brevemente sobre uno o dos versículos, pues nuestra vocación de catequistas nos llama a dar testimonio a nuestros estudiantes, desentrañando las Escrituras. Muéstreles que Dios quiere saber de sus hijos en todo momento, en todas las circunstancias. A los niños se los puede introducir a la lectio divina a edad temprana y se les puede enseñar a desentrañar las Escrituras por sí mismos. Esta es una habilidad valiosa que permanecerá con ellos toda su vida.

Es común en situaciones catequéticas hacer participar a nuestros estudiantes en la oración de intercesión. Comenzamos nuestra catequesis con la Señal de la Cruz, el signo de nuestra fe, por lo general seguida de una oración formal, y preguntamos a nuestros estudiantes por quiénes les gustaría orar. Es crucial que entiendan la importancia de interceder por nuestros familiares y amigos vivos y difuntos, todo el Cuerpo de Cristo. Estas personas dependen de nuestras oraciones por ellas en todo momento.

La oración formal e informal

Sabemos que hay necesidad tanto de la oración formal como de la informal, de la oración tanto vocal como silenciosa. El Catecismo nos dice: "La Tradición de la Iglesia propone a los fieles unos ritmos de oración destinados a alimentar la oración continua. Algunos son diarios: la oración de la mañana y la de la tarde, antes y después de comer, la Liturgia de las Horas. El domingo, centrado en la Eucaristía, se santifica principalmente por medio de la oración. El ciclo del año litúrgico y sus grandes fiestas son los ritmos fundamentales de la vida de oración de los cristianos" (CIC, no. 2698).

Reconociendo que la oración es un don de Dios, y que Dios llama al hombre primero, somos movidos por el Espíritu Santo a responder a su invitación de estar en relación con él. Aunque podríamos llenar nuestra vida de ajetreo, con el estudio de todo en el mundo excepto él, "el Dios vivo y verdadero llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración" (CIC, no. 2567).

Nos aseguramos de que nuestros estudiantes sepan las oraciones formales (el Padre Nuestro, el Ave María, el Gloria; los Actos de fe, esperanza y caridad; el Acto de contrición, el Credo de los Apóstoles, el Credo de Nicea) porque las rezamos en comunidad, en el culto juntos como la familia de la Iglesia. Estas oraciones también nos pueden ayudar en tiempos de sequedad, como aprendemos de la lectura de la vida de muchos santos.

La oración con la sagrada Escritura

En la sagrada Escritura, especialmente los Evangelios, no sólo simplemente aprendemos acerca de Jesús, sino que nos ponemos en contacto íntimo con él. "La Iglesia 'recomienda insistentemente a todos sus fieles [...] la lectura asidua de la Escritura para que adquieran 'la ciencia suprema de Jesucristo" (Flp 3:8) [...]. Recuerden que a la lectura de la sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues 'a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras'" (CIC, no. 2653)

La oración con la sagrada Liturgia

"Hay una relación profunda y vital entre la oración de la Iglesia y la de cada uno de los fieles" (Familiaris Consortio, no. 61).

Aunque puede ser difícil para los jóvenes y niños aprehender la Liturgia Eucarística, hacemos todo lo posible a fin de prepararlos para esta fuente de gracia enseñándoles las respuestas en la Misa y catequizándolos en el significado de las lecturas bíblicas, a medida que los impregnamos en el conocimiento de Jesús como el Salvador que es predicho en el Antiguo Testamento y que alcanza su cumplimiento en el Nuevo Pacto.

La pedagogía de Dios nos muestra que él se reveló a sus elegidos sólo en la medida en que fueron capaces de aceptar su revelación. Nosotros catequizamos a nuestros estudiantes de la misma manera, captando, en su propio nivel de comprensión, la forma en que pueden relacionarse con Dios a medida que él se revela a ellos.

Ayudamos a nuestros estudiantes a orar la Liturgia cuando los hacemos participar en la celebración de los tiempos litúrgicos, mostrándoles que no sólo vivimos el año en que vive el mundo secular, sino también "el año de Dios", celebrado en la Iglesia como se ha hecho durante siglos. Use colores litúrgicos y las lecturas de las festividades de los santos, santificando el tiempo pasado con los estudiantes en sus aulas. Un retorno a la verdadera celebración de las festividades de los santos es una manera memorable de orar con los santos.

Guiar a nuestros estudiantes de estas maneras puede ayudarlos a transformar su vida cotidiana en Dios y a unirse en oración con los santos en el cielo, las almas en el Purgatorio y la Iglesia en la tierra.


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