Sacramentos y sacramentales

Dones de la gracia de Dios en nuestras vidas

Reconocemos que los sacramentos tienen una realidad visible e invisible, una realidad abierta a todos los sentidos humanos, pero comprendidos por los ojos de la fe en la profundidad que Dios les da. Cuando los padres abrazan a sus hijos, por ejemplo, la realidad visible es el abrazo. La realidad invisible del abrazo expresa amor. No podemos "ver" el amor que expresa el abrazo, aunque a veces vemos el efecto emocional en el niño.

La realidad visible que vemos en los sacramentos es su expresión exterior, la forma que toman y el modo en que se administran y se reciben. La realidad invisible que no podemos "ver" es la gracia de Dios, su iniciativa generosa de redimirnos por la muerte y resurrección de su Hijo. Esta iniciativa se llama gracia porque es el don gratuito y amoroso por el que Dios ofrece a su pueblo el compartir en su vida, y muestra su favor y voluntad de nuestra salvación. Nuestra respuesta a la gracia de la iniciativa de Dios es en sí misma una gracia o don de Dios por la cual podemos imitar a Cristo en nuestras vidas diarias.

Las palabras y obras salvadoras de Jesucristo son el fundamento de lo que nos comunicaría en los sacramentos a través de los ministerios de la Iglesia. Guiada por el Espíritu Santo, la Iglesia reconoce la existencia de los siete sacramentos instituidos por el Señor. Son los sacramentos de iniciación (Bautismo, Confirmación y Eucaristía), los sacramentos de sanación (Penitencia y Unción de los enfermos), y los sacramentos de servicio (Matrimonio y Sagradas Órdenes). A través de los sacramentos, Dios comparte con nosotros su santidad para que nosotros, a nuestra vez, hagamos al mundo más santo.


Los sacramentos y la misión social: Vivir el Evangelio, ser discípulos | in English
Este librito y guía de estudio de 28 páginas subraya las conexiones entre la celebración de los sacramentos y nuestra misión social como seguidores de Jesús y el Cuerpo de Cristo. También están disponibles copias impresas por USCCB Store.

El Misterio de la Eucaristía y el Llamado a Amar y Transformar: Una reflexión sobre la sección II de El misterio de la Eucaristía en la vida de la Iglesia | in English 
En noviembre de 2021, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos -USCCB- aprobó El misterio de la Eucaristía en la vida de la Iglesia. El documento se divide en dos secciones, “I. El regalo”, y “II. Nuestra respuesta”, seguido de una breve reflexión final (“Enviados”).  La Sección I enfatiza el don de la presencia real de Jesús en el sacramento de la Eucaristía, que experimentamos personal y comunalmente como miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Esta guía de reflexión del Departamento de Justicia, Paz y Desarrollo Humano de la USCCB se enfoca en los pasajes de “Transformación en Cristo” en la Sección II, que guían nuestra respuesta al don de la Eucaristía. 

Sacramentos de la Iglesia

Sacramentos de la Iniciación cristiana

Bautismo e Iniciación cristiana

El origen y cimiento del Bautismo cristiano es Jesús. Antes de comenzar su ministerio público, Jesús se sometió a sí mismo al bautismo que celebraba Juan el Bautista. Las aguas no purificaron a Jesús; él purificó las aguas… Jesús no tenía necesidad de ser bautizado porque era totalmente fiel a la voluntad de su Padre y estaba libre de pecado. Sin embargo, quiso mostrar su solidaridad con los seres humanos para así reconciliarlos con el Padre. Al conferir a los discípulos la misión de bautizar a todas las naciones, Jesús estableció el medio por el cual la gente pone fin al pecado –original y actual– y empieza por vivir una nueva vida con Dios.

En el Bautismo, el Espíritu Santo induce a responder a la llamada de Cristo a la santidad. En el Bautismo, se nos pide que caminemos bajo la luz de Cristo con un amor cada vez más profundo.

Bautismo de adultos

Para los adultos hoy, la Iglesia, tras el Concilio Vaticano II, ha restaurado el orden del catecumenado en el Ritual de la Iniciación cristiana de adultos. El Ritual marca los pasos para la formación de catecúmenos, llevando su conversión a la fe a una mayor madurez. Les ayuda a responder más profundamente a la iniciativa desinteresada de Dios en sus vidas y los prepara para la comunión con la comunidad eclesial. Este proceso quiere formarlos en la plenitud de la vida cristiana y para que sean discípulos de Jesús, su maestro.

Confirmación

Los profetas del Antiguo Testamento anunciaron que el Espíritu de Dios descansaría sobre el Mesías para sostener su misión. Esta profecía se cumplió cuando Jesús el Mesías fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la Virgen María. El Espíritu Santo descendió sobre Jesús cuando Juan lo bautizó. Toda la misión de Jesús ocurrió en comunión con el Espíritu. Antes de morir, Jesús prometió el Espíritu sería enviado a los Apóstoles y a toda la Iglesia. Tras su muerte, el Padre lo resucitó en el poder del Espíritu.

La Confirmación confiere profundidad a la vida bautismal que nos llama a ser testigos misioneros de Jesucristo en nuestras familias, barrios, sociedad y el mundo. A través de la Confirmación nuestra relación personal con Cristo se fortalece. Recibimos el mensaje de la fe de una manera más profunda e intensa, dando un gran énfasis a la persona de Jesucristo, quien pidió al Padre que otorgase el Espíritu Santo a la Iglesia para construir a la comunidad en servicio amoroso.

Eucaristía

Lea más sobre la Misa

Sacramentos de sanación

Penitencia y Reconciliación

El sacramento de la Penitencia es una experiencia del don de la misericordia sin límites de Dios. No solo nos libera de nuestros pecados, sino que también nos desafía a tener el mismo tipo de compasión y perdón hacia aquellos que han pecado contra nosotros. Somos liberados para que seamos gente que perdona. Entendemos mejor las palabras de la Oración de san Francisco: "Es perdonando, como se es perdonado".

Jesús encomendó el ministerio de la reconciliación a la Iglesia. El Sacramento de la Penitencia es un regalo de Dios a nosotros para que cualquier pecado cometido después del Bautismo pueda ser perdonado. En la confesión tenemos la oportunidad de arrepentirnos y recobrar la gracia de la amistad con Dios. Es un momento santo durante el cual nos ponemos en presencia de Dios y reconocemos honestamente nuestros pecados, especialmente los pecados mortales. Por la absolución somos reconciliados con Dios y con la Iglesia. El sacramento nos ayuda a mantenernos cercanos a la verdad de que no podemos vivir sin Dios. "En él vivimos, nos movemos y somos" (Hech 17, 28).

Unción de los enfermos

En el sacramento de la Unción de los enfermos de la Iglesia, mediante el ministerio del sacerdote, es Jesús quien toca al enfermo para curarlo de sus pecados, y a veces incluso de la enfermedad física. Sus curaciones eran signos de la llegada del Reino de Dios. El mensaje central de sus curaciones nos dice de su plan de conquistar el pecado y la muerte con su muerte y resurrección.

El ritual de la Unción nos dice que no tenemos que esperar a que una persona esté a las puertas de la muerte para recibir el sacramento. Un juicio cuidadoso sobre la seriedad de la naturaleza de la enfermedad es suficiente.

Cuando se administra el sacramento de la Unción de los enfermos, el efecto que se espera es que, si Dios quiere, la persona sane físicamente de su enfermedad. Pero incluso si no hay sanación física, el principal efecto del sacramento es la curación espiritual mediante la cual el enfermo recibe el don del Espíritu Santo y la valentía para afrontar las dificultades que acompañan una grave enfermedad o la fragilidad de la vejez.

Sacramentos de servicio

Matrimonio

Las Sagradas Escrituras comienzan con la creación y la unión del hombre y la mujer y terminan con las "bodas del Cordero" (Ap 19, 7. 9). Las Escrituras a menudo mencionan el matrimonio, su origen y finalidad, el significado que Dios le dio y su renovación en la Alianza establecida por Jesús con su Iglesia.

Por el Matrimonio, la pareja da testimonio del amor conyugal de Cristo por la Iglesia. Una de las oraciones nupciales en la celebración litúrgica del matrimonio se refiere a esto al decir: "Señor, tú… con un designio maravilloso consagraste la unión conyugal para prefigurar en ella la unión de Cristo con su Iglesia".

El sacramento del Matrimonio es una alianza, que es más que un contrato. Una alianza siempre expresa una relación entre personas. La alianza matrimonial se refiere a la relación entre el marido y la mujer, una unión permanente de personas capaces de conocerse y amarse la una a la otra y a Dios. La celebración del matrimonio también es un acto litúrgico, que se celebra apropiadamente con una liturgia pública en una iglesia. Se pide encarecidamente a los católicos que celebren su matrimonio dentro de la liturgia eucarística.

PorTuMatrimonio.org

Sagradas Órdenes

Desde el momento de la concepción de Jesús en el vientre de la Virgen María hasta su resurrección, él estuvo lleno del Espíritu Santo. En lenguaje bíblico, él había sido ungido por el Espíritu Santo y por tanto había sido establecido por Dios Padre como nuestro sumo sacerdote. Como el Señor resucitado, él continúa siendo nuestro sumo sacerdote […] mientras que todos los bautizados participan del sacerdocio de Cristo, el sacerdocio ministerial participa de él en una forma especial mediante el sacramento del orden.

La ordenación al sacerdocio siempre ha sido una llamada y un don de Dios. Cristo recordó a sus Apóstoles que necesitaban pedir al Señor de la cosecha que mandase trabajadores para cosechar. Aquellos que buscan el sacerdocio responden generosamente a la llamada de Dios usando las palabras del profeta: "Aquí estoy, Señor, envíame" (Is 6, 8). Esta llamada se puede reconocer y entender entre los signos diarios que revelan su voluntad a aquellos encargados de discernir la vocación del candidato.