9
personas que “se dedican a ella”, a cualquiera responsable de su fabricación
o producción, y al público en general.
33
La pornografía deshumaniza a las
personas retratadas, convirtiéndolas en objetos de uso. Los que producen
y distribuyen pornografía dañan el bien común al alentar e incluso cau-
sar que otros pequen. Hacen un serio daño a las mujeres y hombres que
consienten aparecer en material pornográfico, a menudo por desesperación
por dinero o por un sentido empobrecido de la autoestima.
34
Peor aún, en
algunos casos los pornógrafos se aprovechan de los que ni siquiera pueden
dar consentimiento —niños y otras víctimas de trata humana— lo cual es
a la vez un pecado grave y un delito atroz.
Los efectos del pecado
El pecado ofende a Dios y siempre daña a la persona pecadora así como
a la comunidad. Elegir con pleno conocimiento y total consentimiento
algo gravemente contrario a la ley divina es cometer un pecado mortal,
35
que “destruye en nosotros la caridad sin la cual la bienaventuranza eterna
es imposible”.
36
El pecado mortal rompe la relación de una persona con
Dios y pone su salvación en riesgo. Cada vez que pecamos se necesita el
perdón, y este siempre está disponible en el Sacramento de la Penitencia y
la Reconciliación. Jesús demostró una y otra vez su gran misericordia a los
pecadores, no condenándolos sino diciendo: “Vete y ya no vuelvas a pecar”
(Jn 8:1-11). Sin embargo, persistir en el pecado puede hacer más difícil
escuchar el llamado de Dios y responder a su oferta de misericordia, en
especial si se trata de una adicción.
Usar pornografía daña al usuario al crear la posibilidad de disminuir
su capacidad para la intimidad y relaciones humanas saludables. Presenta
una visión distorsionada de la sexualidad humana que es contraria al amor
auténtico, y daña el sentido de la propia valoración de una persona. El
uso ocasional puede convertirse en un uso más frecuente, que luego puede
llevar a adicción a la pornografía, que es un problema cada vez mayor,
como se verá más adelante. El pecado también daña la comunidad. Puede
aumentar el aislamiento entre las personas debido a los sentimientos de
vergüenza y remordimiento que genera. Quiebra la confianza entre los
miembros de la familia, y daña la capacidad de los padres y otros adultos
para ser modelos virtuosos para los niños.