Recursos para Parroquias - Diaz
Dando la Bienvenida al Migrante: Convirtiéndonos en un Sacramento de Unidad
por Dr. Janet Diaz
La presencia de tantas personas de tantas diferentes culturas y religiones en tantas diferentes partes de los Estados Unidos nos ha planteado como Iglesia el desafío de una profunda conversión de modo que podamos verdaderamente llegar a ser un sacramento de unidad.
"Acogiendo al Forastero entre Nosotros: Unidad en la Diversidad" Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos
El proceso de migración, a través del cual personas dejan sus países de origen y van a vivir en otro país, se ha hecho común a nivel mundial.La Organización de Naciones Unidas calcula que hay 230 millones de migrantes mundialmente.Los inmigrantes a los Estados Unidos vienen por razones diversas… algunos por buscar educación o mejores trabajos, otros porque están huyendo situaciones de violencia, pobreza, o discriminación, otros porque están buscando la reunificación de familias.Algunas personas vienen a EE.UU. con visas; otros inmigrantes sufren situaciones de gran peligro y hasta arriesgan la vida para cruzar la frontera sin documentos.Cada migrante tiene una situación única.Pero hay una característica que muchos de los inmigrantes a los EE.UU. tienen en común-- son católicos.
Muchas congregaciones cristianas han perdido miembros durante las últimas décadas.En el caso de la Iglesia Católica en los EE.UU., en cambio, las cifras han sido constantes en ciertas regiones y han incrementado en otras regiones—principalmente debido a la inmigración (American Religion: Contemporary Trends, Mark Chaves [Princeton: Princeton University Press, 2011], 23).Los inmigrantes hispanos constituyen el grupo de minoría más grande en la Iglesia en los EE.UU.
La Iglesia Católica tiene una historia significativa en cuanto a la cura pastoral de inmigrantes.Durante la inmigración masiva de 1820-1920, cuando millones de europeos inmigraron a EE.UU., la Iglesia fue campeón de proveer todo tipo de servicios a los inmigrantes mientras se adaptaban a sus vidas en su nuevo país.Este apoyo se ofreció a través de las "parroquias nacionales," que se construyeron en las grandes ciudades.Hoy en día la situación es muy diferente.Tenemos menos parroquias nacionales y más parroquias multiculturales.Los inmigrantes en su mayoría no vienen de Europa sino de otros continentes.Actualmente, los inmigrantes no se encuentran principalmente en los centros urbanos, sino están en todas partes—ciudades, suburbios, y zonas rurales.
¿Desde una perspectiva pastoral, cómo atendemos a los inmigrantes?¿Cómo llevamos el trabajo de evangelización continua, ayudando a los inmigrantes a crecer tanto en su relación con Jesucristo como en su involucramiento y compromiso con la Iglesia Católica?¿Cómo vivimos nuestra participación en el compromiso de "avanzar la justicia social" a través de nuestros esfuerzos a favor de los inmigrantes?(Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adultos [Washington, DC: Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, 2006], 46.
En las sagradas escrituras, encontramos una fundación teológica en cuanto a los inmigrantes.Las enseñanzas de la Iglesia sobre el ser humano y nuestra solidaridad como personas (especialmente con los pobres), también sirven como guía en relación a nuestra orientación hacia los inmigrantes.Estas fuentes de verdad y sabiduría nos empujan a transformarnos en comunidades de acogedoras que experimentan gozo en la diversidad en nuestra Iglesia.Nos acordamos que "la nueva evangelización significa apertura a los dones del Espíritu dondequiera que aparezcan" ("Acogiendo al Forastero entre Nosotros: Unidad en la Diversidad," [Washington, DC: Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, 2000], 63).
Las Sagradas Escrituras: Historias de Migración y el Llamado a Amar a los Inmigrantes
Esto dice el Señor a su pueblo: "No haga sufrir ni oprimas al extranjero, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto." Éxodo 22:20
La historia de la salvación, desde sus principios, continúa la narrativa de la migración.Dios llamó a Abrahán, el primer patriarca, y le mandó salir de su tierra natal para migrar a Canaán (cf. Génesis 12).Los Israelitas fueron exilados a Babilonia y después regresaron a la Tierra Prometida.En el Nuevo Testamento, la Sagrada Familia huyó a Egipto cuando el ángel le advirtió acerca de la matanza que Herodes ordenó.El mejor ejemplo es que Jesucristo vivió como un predicador itinerante.
Además de las historias de migración, la Biblia también nos enseña a cuidar a los que no forman parte de nuestro grupo conocido—como son los inmigrantes.Hay tres temas sobresalientes al respecto: el amor al prójimo, hospitalidad, y nuestra unidad en Cristo.
En Levítico, Dios manda a los judíos a amar al forastero de la misma manera en que aman a sí mismo: "Cuando un forastero resida junto a ti, en vuestra tierra, no le molestéis.Al forastero que reside junto a vosotros, le miraréis como a uno de vuestro pueblo y lo amarás como a ti mismo; pues forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto" (Levítico 19: 33-34, NBJ).La exhortación acerca de la hospitalidad continúa en la Carta a los Hebreos: "Conserven entre ustedes el amor fraterno y no se olviden de practicar la hospitalidad, ya que por ella, algunos han hospedado ángeles sin saberlo" (Hebreos 13:1-2).
En el Nuevo Testamento, se enfatiza nuestra unidad como un solo cuerpo en Jesucristo.Apenas formada la Iglesia Católica, los apóstoles preguntaban si los gentiles eran o no eran sus hermanos en Jesucristo.La respuesta fue muy clara: todos somos de la misma familia de Cristo.San Pablo lo explica así: "Ya no existe diferencia entre judíos y no judíos, entre esclavos y libres, entre varón y mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28).
Protegiendo la Dignidad Humana de los Inmigrantes en "La Iglesia sin Fronteras"
La imagen divina está presente en todo hombre.
Catecismo de la Iglesia Católica 1702
Como católicos, somos responsables por proteger la dignidad de cada ser humano desde su concepción hasta su muerte natural.Esta posición tiene su fundación en nuestra creencia que cada persona es un reflejo del Imago Dei – es decir, cada uno de nosotros está hecho a la imagen y semejanza de Dios (CIC 1700).Los seres humanos que son especialmente vulnerables, como los inmigrantes, requieren nuestra respuesta compasiva.El Papa Francisco nos recuerda que nuestra solidaridad con estos hermanos y hermanas, muchos de los cuales son pobres tanto económicamente como en espíritu, nos llama a reconocer el sufrimiento de Jesús en el sufrimiento de los inmigrantes: "Es indispensable prestar atención para estar cerca de nuevas formas de pobreza y fragilidad donde estamos llamados a reconocer a Cristo sufriente, aunque eso aparentemente no nos aporte beneficios tangibles e inmediatos: los sin techo, los toxicodependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados, etc.Los migrantes me plantean un desafío particular por ser Pastor de una Iglesia sin fronteras que se siente madre de todos.Por ello, exhorto a los países a una generosa apertura, que en lugar de temer la destrucción de la identidad local sea capaz de crear nuevas síntesis culturales" (Exhortacion Apostolica Evangelii Gaudium, Papa Francisco, [https://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html, 2013], ¶210).Esta invitación a tener una apertura llena de amor aplica no solo a los países sino también a nuestras parroquias.
El reconocimiento de la dignidad humana de los inmigrantes tiene que extenderse en forma consciente a todos aquellos que viven en los Estados Unidos sin documentos legales.Como los Obispos Hispanos/Latinos de los Estados Unidos proclamaron en su carta del 2012 titulada, "Estas son las Mañanitas…de los Obispos Hispanos:" "Nosotros reconocemos que cada ser humano, documentado o no, es una imagen de Dios y por lo tanto posee un valor y una dignidad infinita."
Comunidades de Bienvenida
En el amor no hay temor.Al contrario, el amor perfecto excluye el temor…1Juan 4:18
Primero que todo, estamos llamados a darle la bienvenida a los inmigrantes de manera que nuestras parroquias no sean lugares sino hogares para ellos.Aunque uno de los tres visitantes en la narrativa de Génesis, sin que Abrahán lo supiera, era Dios, Abrahán desde un principio sirvió a los forasteros motivado por un espíritu puro de hospitalidad humana.Como líderes de la Iglesia Católica, necesitamos poner nuestros principios en práctica para que los inmigrantes sepan definitivamente que son bienvenidos, que su presencia junto a nosotros es profundamente apreciada, y que aportan una riqueza única a nuestras parroquias.
Para dar una bienvenida auténtica, debemos estar dispuestos a derrumbar nuestras propias "paredes" y abrirnos para entender las experiencias e historias de los inmigrantes.Especialmente en parroquias multiculturales donde los inmigrantes son los más nuevos miembros de la parroquia, los que han estado en la parroquia por más tiempo pueden sentirse amenazados por la presencia de los inmigrantes y los cambios que su presencia puede provocar.Es muy difícil expresar amor a los inmigrantes si la mayoría de los miembros de la parroquia está enfocada en sus temores. Como el Papa Francisco escribe, debemos abandonar el miedo de perder nuestra identidad local y demostrar apertura generosa mientras buscamos integrar los aspectos positivos de la cultura de los inmigrantes en nuestra cultura.
Las parroquias y todas nuestras comunidades católicas tienen que pedirle a Dios que las bendiga con un corazón para amar a los inmigrantes, un espíritu de reconciliación que les permita dejar atrás los miedos y aceptar el cambio como fuente de vida nueva, y una apreciación por el enriquecimiento mutuo que resultará.De esta forma, nuestras parroquias se transformarán en manifestaciones concretas de un sacramento de unidad.
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Las citas del Catecismo de la Iglesia Católica han sido extraídas de la segunda edición, copyright © 2000, Libreria Editrice Vaticana–United States Conference of Catholic Bishops, Washington, DC. Utilizadas con permiso. Todos los derechos reservados.