Entrenamiento para Catequistas - Luzondo
Celebrando los derechos de la familia
por Ricardo y Lucia Luzondo
Sin duda alguna, el matrimonio y la familia son uno de los más preciados bienes de la humanidad (S. Juan Pablo II, Exhortación apostólica Familiaris consortio [FC], LEV: 1981, no. 1). De hecho, la familia es la célula base de la sociedad ya que es en el seno de la familia que nace la persona humana, creación única e irrepetible de Dios Creador quien también diseñó el matrimonio y la familia en un plan perfecto de vida y amor (Catecismo de la Iglesia Católica [CCC], 2nd ed. [Washington, DC: Libreria Editrice Vaticana (LEV)– USCCB, 2000], no. 2207). Tan gran plan diseñó Dios para la familia y en tanta estima tiene a la institución de la familia, que tuvo a bien que su hijo, Dios hecho hombre, se encarnara en el seno de una familia (Lucas 2:6).
Es bien sabido que la familia es la célula base de la sociedad, pero debemos notar también que el matrimonio es la base de la familia, pues comienza con la unión de por vida de un hombre y una mujer (CF no. 8) de cuya unión nacen los hijos, que coronan la unión de amor entre los esposos y edifican la más amplia comunidad de la familia (FC, no. 2; Génesis 2:24). La familia que brota de la unión de los esposos en matrimonio "basa su solidez interior en la alianza entre los esposos, que Cristo elevó a la dignidad de sacramento" (CIC no. 1601). Ciertamente, esposo y esposa casados, constituyen una familia aun antes de que sean bendecidos por Dios con hijos y aun cuando en su unión matrimonial no lleguen a ser padres (Pontificio Consejo "Justicia y Paz" Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia [CDSI], LEV: 2005, no. 211). Son también el matrimonio y familia cristiana los que edifican la Iglesia (FC no. 15).
La familia es "el lugar primario de la 'humanización' de la persona y de la sociedad", por ello es en el seno de la familia que se enseña a los miembros de la misma el significado de lo que es ser humano (CDSI no. 209, citando a S. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Christifideles Laici no. 40). La familia es por ende, la escuela donde se aprende a amar y en la cual por la interacción de sus miembros, también se aprenden los valores humanos y morales que harán de la persona que en ella se desarrolla, un miembro productivo, sano y feliz de la sociedad (CDSI no. 210; FC nos. 26, 60). Ciertamente se puede concurrir con San Juan Pablo II, cuando en una de sus homilías en Australia afirmó con tanta certeza que como le va a la familia, le va a la nación y al mundo.
Tal es la importancia del matrimonio y la familia para la sociedad y el bien común que San Juan Pablo II, percibiendo la necesidad de guiar a la Iglesia y al mundo en este crítico particular, le regala a la Iglesia la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (S. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Familiaris Consortio sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual [FC] LEV: 1981). En ésta, nos recuerda las palabras del Concilio Vaticano II sobre los derechos de las personas dentro de la familia, cuando afirma que "las distintas generaciones coinciden y se ayudan mutuamente a lograr una mayor sabiduría y a armonizar los derechos de las personas con las demás exigencias de la vida social" (Constitución Pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo actual [GE] LEV: 1965 no. 52).
En 1980 se llevó a cabo un Sínodo de obispos convocado por el Papa San Juan Pablo II destinado a examinar el rol de la familia en el mundo contemporáneo. En dicho sínodo, los obispos realizaron una votación para que se preparara una carta sobre los derechos de la familia, la que fue aprobada por San Juan Pablo II en el número 46 de la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, que sería dirigida y presentada a las autoridades y organismos pertinentes. La naturaleza y estilo de dicha carta, aunque refleja el pensamiento de la Iglesia al respecto, más que una exposición de teología o dogma en estos puntos, tuvo como meta la exposición de los derechos fundamentales inherentes a la institución natural y universal de esta sociedad o comunidad de personas llamada familia; derechos que están estampados como valores fundamentales en la conciencia de la humanidad, y que demandaban ser delineados de una manera clara y sistemática (GE, no. 52). Pasemos entonces a examinar los derechos fundamentales de la familia expuestos en la Carta de los Derechos de la Familia.
Los Derechos de la Familia
Como ya se ha mencionado, la familia comienza desde el momento en que el hombre y la mujer libre y voluntariamente se unen en matrimonio para formar una comunidad de vida y amor. Por ello la persona humana tiene el derecho fundamental a unirse en matrimonio y a fundar una familia (Carta de los Derechos de la Familia sobre la misión de la familia en el mundo contemporáneo [CDF], Santa Cede [1983], Art. 1). Los futuros esposos tienen el derecho a casarse con libre y pleno consentimiento propio y a que se les respete su libertad religiosa (CDF, Art. 2b).También tienen el derecho a que tanto hombre y mujer gocen de igual dignidad personal y de derecho con respecto al matrimonio (CDF, Art. 2c).
Los Obispos de los Estados Unidos afirman con toda razón que "[p]romover y proteger la familia fundada en el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer es un asunto de justicia para los hijos (La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos [USCCB por sus siglas en inglés], Carta pastoral El Matrimonio: El amor y la vida en el plan divino [CPEM][Washington DC: USCCB 2009], 16). Este derecho es particularmente importante ya que los hijos a su vez tienen el derecho de tener un papá y una mamá, de conocerles y tener una relación con ellos. Este derecho es supremamente importante porque "el matrimonio da a los hijos la mejor oportunidad de crecer en un hogar con ambos padres porque el matrimonio permanentemente une a un hombre y una mujer entre sí y entre los hijos que nazcan de esa unión. El matrimonio es la única institución que hace esto" (Subcomité para la Promoción y Defensa del Matrimonio, Recurso Pastoral El Matrimonio, hecho para el amor y la vida [RPEM] [Washington DC: USCCB 2013], 16).
La Iglesia, experta en la humanidad, está convencida de que la familia puede llegar a su plenitud sólo en la medida en que acepte el Evangelio (FC no. 3). Este propósito se logrará siempre y cuando los padres de familia puedan compartir abierta y libremente su fe, ya que los padres están dotados por Cristo con el sentido de la fe y de la gracia de la Palabra para que la luz y el bien del Evangelio permee y brille en el diario vivir del ser humano en su vida familiar y social (FC no. 5; Cfr. Hechos 2:17-18). Por ello, la comunidad que conforma la familia cristiana es la primera llamada a llevar la Buena Nueva del Evangelio (FC no. 5).
Consiguientemente, uno de los derechos más fundamentales de los padres de familia es el derecho a formar los hijos en la fe, y de ser reconocidos como sus primeros formadores, según sus convicciones religiosas y morales, y contando con sus tradiciones culturales que fortalecen la dignidad y el bienestar de sus hijos. (CF, Art. 5a). De esta forma, el matrimonio y la familia pueden cumplir el plan de Dios deseado para ellos con y desde la misma Creación ya que ambos "están internamente ordenados a realizarse en Cristo, y tienen necesidad de su gracia para ser curados de las heridas del pecado y ser devueltos 'a su principio', es decir, al conocimiento pleno y a la realización integral del designio de Dios" (FCno. 3; Génesis 1 y 2).
En el número 5 del Documento Preparatorio del Sínodo de las Familias emitido en marzo de 2014, los obispos nos hablan de la crisis de fe que está afectando las familias del mundo, una realidad que es alarmante y merece profunda atención. En vista a esta crisis de fe, el Papa Francisco en su primera cartaa los fieles del mundonos invita a 'primerear', un nuevo término acuñado por él mismo, que significa que debemos tomar la iniciativa de anunciar el evangelio y hacerlo sin miedo (Papa Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaundium sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual [EG], LEV- 2013, no. 24). Este anuncio debe "alcanzar a todos, ya que el Evangelio es para todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie" (EG no. 23).El Evangelio es un mensaje de Buena Noticia, que es una gran alegría para todo el pueblo (EG no. 23; Lucas 2,10). Entonces podemos decir que a través del Papa, la Iglesia nos invita a compartir el Evangelio con alegría, porque conocer el Evangelio da alegría. Ya que el Evangelio es para todos, el mejor lugar para comenzar a compartir esa Buena Noticia es en el seno de la familia, para que el matrimonio y la familia puedan llegar a su plenitud. Es más, los padres tienen el derecho a vivir su fe dentro de su hogar, a profesarla públicamente y propagarla, y también a participar en actos públicos de culto y beneficiarse de programas de formación religiosa escogidos por ellos, sin ser discriminados (CDF, Art. 7).
Por todo lo anterior, es de suma importancia no solo preocuparse por preservar estos derechos, sino que también los padres de hecho ejerzan su derecho a educar a sus hijos en la fe, lo cual es también un deber de los padres (FC no. 36). El Papa Francisco les recordó a los padres este deber cuando, instruyéndoles en el Bautismo durante su homilía en la Fiesta del Bautismo del Señor el 12 de enero de 2012, dijo que tenían que compartir la fe.
Los padres también tienen el derecho inalienable y originario de educar a sus hijos y determinar el contenido de esa educación (CDF, Art. 5). Por consiguiente, los padres tienen el derecho primario de escoger las escuelas de sus hijos u otros medios alternativos de proveerles una educación (p.ej la opción de educar a los hijos en el hogar o "homeschooling") según se los indique su conciencia (DCF, Art. 5b). También tienen el derecho a determinar el contenido de esa instrucción y a que no obliguen a sus hijos a tomar cursos o ser expuestos a contenido que no esté en acorde a sus principios y convicciones morales y religiosas, aunque estos cursos sean Impartidos en instituciones públicas. (DCF, Art. 5c). Por tanto, es una seria violación a los derechos de los padres y las familias cuando el Estado impone un sistema educativo que forzosamente excluye la formación religiosa (DCF, Art. 5d). Adicionalmente, la familia tiene el derecho a que los medios de comunicación social fortalezcan los valores familiares y no sean medios de desvío o depravación moral, más bien, que éstos sean vehículos de instrucción y valores positivos que construyan positivamente a la sociedad. Lastimosamente, esta no es la realidad que impera por lo que los padres deben cuidar estar atentos y supervisar la exposición de sus hijos a los medios de comunicación social.
Los esposos también tienen el derecho no solo a fundar una familia sino a decidir cuantos hijos desean traer al mundo. También tienen el derecho a determinar el plazo entre los nacimientos de sus nacimientos teniendo en cuenta sus posibilidades económicas y sociales, y sus valores morales, de acuerdo a una moral objetiva que no incluya el uso de contraceptivos o que recurra al aborto o la esterilización (CDF, Art. 3). Tienen también el derecho a que no se les coarte la libertad de decidir con respecto a sus hijos. (CDF, Art. 3a). También poseen el derecho a recibir asistencia social en sus deberes asociados a la procreación y educación de sus hijos, ayuda que no debe discriminar a las parejas con familias numerosas (CDF, Art 3c). Las familias tienen también el derecho a "existir y progresar como familia" siendo respetados su independencia, dignidad, intimidad y estabilidad (CDF, Art. 6), y la dignidad de cada miembro de la familia (CDF, Art 6a).
Otro derecho
fundamental de la familia es el de "ejercer su función social y política en la
construcción de la sociedad" (CDF, Art. 8). De este deriva el derecho
fundamental a formar asociaciones con otras familias, y a fundar instituciones
para cumplir efectivamente sus tareas como familia, defender sus derechos y
fomentar su bien (CDF, Art. 8a).También, las familias tienen con el derecho de "poder contar con
una adecuada política familiar por parte de las autoridades públicas en el
terreno jurídico, económico, social y fiscal, sin discriminación alguna (CDF,
Art. 9).
Adicionalmente, las familias tienen el derecho a "un orden social y económico en el que la organización del trabajo les permita a sus miembros vivir juntos, y que no sea un obstáculos para la unidad, bienestar, salud y estabilidad de la familia", ofreciendo también la posibilidad de un sano esparcimiento, con un salario justo o medidas sociales que no obliguen a las madres a trabajar fuera de la casa, en detrimento de la convivencia familiar y la educación de los hijos (CDF, Art. 10). También tienen las familias el derecho a una vivienda decente y apta, en un ambiente sano (CDF, Art. 11). Por esta razón el Papa Francisco, durante el Encuentro Mundial de los Movimientos Populares celebrado en Roma en octubre de 2014, exclamó "¡Ninguna familia sin vivienda!
Por último, y no por ello menos importante, "las familias de los emigrantes tienen derecho a la misma protección que se da a las otras familias" (CDF, Art. 12). Las familias inmigrantes tienen también el derecho humano inalienable a que se les respete su cultura, y a recibir el apoyo necesario para que se integren a la comunidad general ya que estas aportan al bien común de la misma (CDF, Art. 12a). Tienen también el derecho a una pronta reunificación familiar (CDF, Art. 12b). Los refugiados también tienen el derecho de recibir ayuda, tanto de las organizaciones internacionales como de las autoridades públicas, para poderse reunir con sus familias. (CDF, Art. 12c).
En conclusión, los derechos de cada persona humana tienen un aspecto social que se manifiesta de forma innata en la familia, la cual nace de la unión de amor y vida del hombre y la mujer que se consolida en el matrimonio. Estos derechos son inalienables y están orientados a proteger la dignidad de cada persona humana. Celebremos todos como Iglesia los derechos de la familia, promoviendo y defendiendo el matrimonio y la familia según el plan de Dios.
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