Recursos Para Parroquias - Padre Andrew Menke

Catechetical Sunday 2016 Poster in Spanish

La oración litúrgica y la oración personal

por el Padre Andrew Menke
Director asociado del Secretariado del Culto Divino

A menudo se dice que no se puede dar lo que ya no se tiene. Los catequistas quieren sin duda que sus estudiantes aprendan a amar la Misa y otras oraciones litúrgicas, y también que tengan una intensa vida de oración personal. Como catequistas, tenemos que hacer, en primer lugar, todo lo posible para vivir nosotros una vida de oración, de manera que podamos compartir lo que hemos descubierto con los estudiantes que amamos.

A veces puede parecer que hay una gran brecha entre la oración pública de la Iglesia y nuestra propia oración privada. La primera puede parecer formal e impersonal, mientras que la segunda puede parecer exactamente lo contrario. Pero, en verdad, las dos deben apoyarse y complementarse.

Presentamos aquí cuatro observaciones sobre la relación entre la oración litúrgica de la Iglesia y nuestra propia oración personal. Tal vez un catequista que interiorice las conexiones entre estos dos modos de oración pueda encontrar maneras de ayudar a los jóvenes a llegar a ver las mismas cosas. Esto puede hacer que nuestra participación en la Misa sea más fructífera, y puede igualmente enriquecer nuestra oración personal.

La oración litúrgica nos mantiene en el camino correcto

Debemos orar a Dios con nuestras propias palabras: debemos preguntarnos, reflexionar, soñar y cavilar sobre todos los aspectos de nuestra fe. ¿Cómo es Dios? ¿Quién soy? ¿Cuál es el plan de Dios para mí? ¿Por qué pasan cosas malas? Estas preguntas son misteriosas, y nunca las comprenderemos perfectamente en esta vida. Pero, al mismo tiempo, aunque existe el misterio, también existe la verdad, y por desgracia es posible desarrollar ideas falsas sobre Dios y sobre nuestra fe. Una de las grandes cosas de la oración litúrgica es que puede ayudar a mantenernos en el camino correcto. Esto se debe a que la oración de la Iglesia es teológicamente muy precisa, y se basa en las claras enseñanzas de la Biblia, de la Tradición Sagrada y de los santos. Las oraciones que encontramos en la liturgia nos recuerdan continuamente las verdades de nuestra fe, y de esta manera la liturgia se convierte en un marco robusto para la genuina oración personal.

Identificar las enseñanzas impregnadas en la oración litúrgica puede ser incluso un buen ejercicio catequético. Por ejemplo, el Domingo Catequético cae este año el 25º domingo del tiempo ordinario, y la Colecta (u "oración inicial") de ese día comienza así: "¡Oh! Dios, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo..." ¿Qué verdad nos enseña esto? ¡Nos recuerda que hay una cosa llamada la ley de Dios! Hay una diferencia entre el bien y el mal, y Dios nos muestra cómo discernirla a través de su ley. Esta oración también nos recuerda la enseñanza de Jesús sobre los dos mandamientos más grandes, que son el fundamento de la vida moral.

Ver esta verdad en la oración litúrgica podría entonces influir en mi propia oración personal. ¿Estoy procurando amar a Dios con todo mi corazón? ¿Puedo hacer más para amar a mi prójimo? Cuando tratamos de animar a los jóvenes a orar, ciertamente queremos animarlos a usar su imaginación en su oración personal, a pensar y a reflexionar. Pero también podemos ayudarlos a ver que las verdades de la fe son una parte importante de la oración litúrgica de la Iglesia.

La oración litúrgica nos ayuda cuando es difícil orar

No siempre es fácil orar. A veces esa es la situación durante un día o dos, tal vez porque estamos distraídos por los acontecimientos de la vida. ¡Pero a veces puede ser una situación frustrante que dura años! De hecho, cada santo que enseña sobre la oración nos dirá que Dios nos pone a prueba de esa manera, a menudo en aras de nuestra purificación. Dios no quiere que oremos sólo porque nos guste, sino, ante todo, porque es algo que debemos hacer y necesitamos hacer. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que la oración es un "combate" (CIC nos. 2725-2745) y ofrece orientación en esa lucha.

La oración litúrgica nos puede ayudar cuando la oración es difícil, porque en la oración litúrgica no tenemos que tomar decisiones. Sin ningún esfuerzo de nuestra parte, la liturgia nos da textos para orar, y nos da temas estacionales para la oración, y nos da lecturas bíblicas, homilías y el ejemplo de los santos. Cuando nuestra oración personal se siente como una página en blanco, la liturgia proporciona material para sostener nuestra oración: todo lo que tenemos que hacer es llegar con la mente y el corazón abiertos.

La oración litúrgica nos conecta con nuestros hermanos y hermanas, de todas partes

¿No es fácil quedarnos envueltos en nuestro pequeño mundo, en nuestras propias preocupaciones y luchas, y olvidarnos del resto de la familia humana? Pero recordemos: en términos generales, cuando vamos a Misa en nuestra parroquia, vamos a estar rezando las mismas oraciones y escuchando las mismas lecturas bíblicas que nuestros hermanos y hermanas de los veintitrés ritos de la Iglesia Católica en todo el mundo. ¡El papa mismo está rezando esas mismas oraciones y escuchando esas mismas lecturas! Algunos de nuestros hermanos católicos son ricos y otros son pobres, algunos tienen mucho que comer y otros pasan hambre, algunos viven en paz y otros en medio del conflicto. La oración de la liturgia nos une a todos en escuchar lo que Dios tiene que decirnos y en ofrecerle nuestras alabanzas en agradecimiento.

La sagrada Liturgia es también una oportunidad perfecta para ofrecer oraciones por las personas que necesitan nuestro apoyo. Nunca olvidemos lo que dijo Jesús: "Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18:19-20). Los catequistas pueden invitar a los jóvenes a evocar las noticias del día en la oración por los que sufren, y se les puede recordar que piensen en los amigos y familiares que están en necesidad de oración.

Hay muchas oportunidades para recordar las intenciones del mundo en la oración durante la Misa. Obviamente, las Oraciones de los fieles son un momento perfecto. Además, hay numerosas oraciones dichas por el sacerdote que nos invitan a participar con la mente y el corazón en peticiones de diversos tipos. Por último, hay muchos momentos de silencio en la liturgia, que también nos invitan a elevar nuestras intenciones a nuestro Padre celestial.

La oración litúrgica nos da ideas y dirección para nuestra oración personal

Hay algo para todos en la liturgia, y siempre podemos encontrar un tesoro que se puede aplicar a nuestras propias circunstancias. Las oraciones están llenas de palabras y frases que pueden ser el punto de partida para la contemplación. Las lecturas bíblicas son la fuente primordial de la oración. A veces toda la historia de una lectura nos inspirará, y otras veces sólo una frase corta de una línea en una lectura será suficiente para hacernos reflexionar. Lo mismo puede decirse de las homilías que escuchamos.

A veces, incluso podríamos encontrar inspiración "accidentalmente". Tal vez han oído ustedes la historia del párroco que fue abordado después de Misa por un hombre que tenía una gran sonrisa en el rostro. "¡Padre, su homilía ha cambiado mi vida!", exclamó. El párroco estaba muy orgulloso de sí mismo por su gran elocuencia y sabiduría, y, por curiosidad, le preguntó al hombre qué parte del sermón fue tan conmovedor. El hombre respondió: "Fue cuando usted dijo, 'Ese es el final de la primera parte de mi homilía. Ahora pasaré a la segunda parte'. Y en ese momento se me ocurrió que tengo que dejar atrás el pasado y pasar a vivir el resto de mi vida. Eso lo cambia todo. ¡Gracias, padre!"

¡Así es como obra el Espíritu Santo! Dios nos habla de maneras extrañas, y cuando estamos atentos a sus palabras, a menudo nos quedamos sorprendidos. Podría hablarnos en una frase de una homilía, en una solicitud en una de las peticiones, o en la letra de un himno. Podemos llevar estas inspiraciones de la sagrada Liturgia a nuestra oración personal, y las palabras de Dios seguirán creciendo y dando frutos.

La oración personal y la oración litúrgica deben ir de la mano, edificando la vida espiritual y proporcionando oportunidades para interceder por otros. Si los que somos catequistas podemos llegar a apreciar esta verdad cada vez más, entonces podemos empezar a transmitir este don a nuestros estudiantes. Cuando nos acercamos a la liturgia y a nuestra oración personal con la disposición a escuchar la voz de Jesús y a rendirle alabanzas en retribución, ¡podemos estar seguros de que grandes cosas están sucediendo a través de la oración!


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