Extractos de "Predicando el misterio de la fe: La homilía dominical"

Los siguientes son extractos de "Predicando el misterio de la fe: La homilía dominical", una declaración de 2012 del Comité sobre el Clero, la Vida Consagrada y las Vocaciones de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. La declaración fue escrita en respuesta al llamado del Papa Benedicto XVI para una renovación del ministerio de la predicación a raíz de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos de octubre de 2008 sobre "La Palabra de Dios en la vida y el ministerio de la Iglesia".

"Al poner de relieve su humanidad, su pobreza, su compasión, su franqueza y su sufrimiento y Muerte, una homilía eficaz mostrará a los fieles hasta qué punto el Hijo de Dios los amó al tomar nuestra carne sobre sí mismo. Y al ampliar el amor de la congregación por la humanidad de Jesús, el homilista podría mover también a sus hermanos cristianos a un sentido más profundo de la justicia, con un sentido de compasión por los más vulnerables y los pobres y de la humanidad caída de su prójimo."

"El papel de Jesús como profeta definitivo de Dios es un énfasis especial del retrato de Lucas. Esto es evidente en la escena inicial del ministerio público de Jesús en la sinagoga de Nazaret (Lc 4:16-30), que sirve como una especie de obertura o tónica de toda la misión de Jesús. Predicando en sábado (que Lucas señala “era su costumbre”), Jesús escoge el pasaje de Isaías 61, que proclama la justicia liberadora de Dios: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor”. Mientras toda la congregación estaba pendiente de sus palabras, Jesús enrolla el pergamino, lo devuelve al encargado, y dramáticamente anuncia: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura, que ustedes acaban de oír”. Así que aquí, en el comienzo del Evangelio de Lucas, podemos encontrar en la predicación profética inaugural de Jesús una conexión con la misión permanente de la Iglesia, incluyendo las circunstancias particulares de nuestros propios días y la necesidad de la evangelización."

"Anunciar el mensaje del Reino predicado e incorporado en la persona de Jesús y su misión está intrínsecamente ligado a la misión de justicia de la Iglesia, un mensaje constante y poderoso, amplificado de manera vigorosa en la enseñanza de los últimos papas. Puede trazarse una línea recta desde el llamado a la justicia en favor de los vulnerables en el Antiguo Testamento (“la viuda, el huérfano y el extranjero”) hasta el cumplimiento de esa misión de compasión y justicia en el ministerio de Jesús (y que se enseña en el Magisterio permanente de la Iglesia). El urgente llamado de la Iglesia al respeto a la vida humana, especialmente de los más vulnerables, el llamado a la justicia para los pobres y los migrantes, la condena de la opresión y las violaciones de la libertad humana y religiosa, y el rechazo de la violencia como medio ordinario de resolución de conflictos son algunas de las cuestiones controvertidas que deben formar parte de la catequesis de la Iglesia y encontrar su camino de manera adecuada en la predicación litúrgica de la Iglesia."

"Sin ser pedante, demasiado abstracto o teórico, el homilista puede eficazmente explicar, por ejemplo, la conexión entre el cuidado de Jesús por los pobres y la enseñanza social y preocupación de la Iglesia por el bien común; o los pronunciamientos de Jesús sobre la prohibición del divorcio y la enseñanza de la Iglesia sobre la santidad del vínculo matrimonial, o los enfrentamientos de Jesús con sus adversarios y la obligación de la Iglesia de cuestionar a la cultura contemporánea sobre los valores que deben definir nuestra vida pública."

"[L]a historia de Emaús nos recuerda que la homilía tiene un papel clave en el establecimiento de la conexión entre la Eucaristía y la misión. Una vez que reconocen al Cristo Resucitado “al partir el pan”, los dos discípulos resuelven regresar a Jerusalén, a pesar de lo avanzado de la hora, y volver a reunirse con la comunidad que habían dejado. En una palabra, cambian de dirección y se dirigen otra vez a donde debían ir. Allí, junto con el resto de los discípulos, se encuentran de nuevo con Cristo resucitado y se les da la misión de ser sus testigos y predicar el Evangelio del arrepentimiento y el perdón al mundo (Lc 24:36-49), una misión que explotaría de poder con el don del Espíritu Santo en Pentecostés. Esta dimensión del relato de Emaús se corresponde con el “envío en misión” que concluye la misa del rito romano: “Vayan y anuncien el Evangelio del Señor”. Nuestro encuentro con Jesús conduce inevitablemente a la misión; nuestro amor por Jesús se traduce en nuestro amor por los demás. Por esto es que la homilía, que participa en el poder de la palabra de Cristo, debe inspirar un sentido de misión a los que la escuchan, haciéndolos hacedores y proclamadores de esa misma palabra en el mundo. Una homilía que no conduzca a la misión es, por tanto, incompleta."

"La predicación eficaz también implica una comprensión reflexiva e informada de la cultura contemporánea. Los Padres del Concilio Vaticano II hicieron esta observación cuando insistieron en que los líderes de la Iglesia Católica deben estar profundamente en sintonía, no sólo con la Escritura y la Tradición, sino también con los “signos de los tiempos”, señales que provienen del mundo de hoy. Como se señala en el prefacio de Gaudium et Spes: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”. Este es el espíritu de “comunión” que el papa Juan Pablo II señaló pertenece al ejercicio del sacerdocio: “Precisamente porque dentro de la Iglesia es el hombre de la comunión, el presbítero debe ser, en su relación con todos los hombres, el hombre de la misión y del diálogo. Enraizado profundamente en la verdad y en la caridad de Cristo, y animado por el deseo y el mandato de anunciar a todos su salvación, está llamado a establecer con todos los hombres relaciones de fraternidad, de servicio, de búsqueda común de la verdad, de promoción de la justicia y la paz”."

"No sería apropiado que el homilista impusiera a la congregación sus propios puntos de vista partidistas sobre temas de actualidad. Sin embargo, predicar de modo tan abstracto que no revele ningún conocimiento o interés por los grandes problemas económicos y sociales que afectan seriamente la vida de la gente daría la impresión de que las palabras de las Escrituras y la acción de la Eucaristía carecen de relevancia para nuestra experiencia cotidiana y nuestras esperanzas y sueños humanos."[i]

"Aunque la población católica en los Estados Unidos ha sido bendecida con muchas culturas diferentes, el sector hispano/latino de la comunidad católica está creciendo a un ritmo particularmente rápido y plantea sustanciales oportunidades y desafíos para la predicación eficaz en este contexto. Muchos católicos hispanos están especialmente sintonizados con el mundo simbólico y sacramental del catolicismo. Los predicadores exitosos que pueden provenir de un contexto cultural diferente harían bien en sumergirse en la religiosidad popular de los hispanos, un mundo en el que María y los santos son venerados con intenso fervor y afecto, y en el que hay una profunda devoción a la Virgen María y el Cristo sufriente. La religiosidad popular no debe sermenospreciada, y el homilista debe aprender de ella y referirse a ella con respeto y sensibilidad. Esto requiere la exposición a los vecindarios o barrios de la gente, sus hogares y asociaciones, e incluso sus países de origen, si es posible. Al igual que con cualquier grupo cultural, la gente aprecia pastores y predicadores que cultivan relaciones personales con ella y demuestran voluntad de ir más allá de su zona de confort y entrar en el mundo del “otro”. En este sentido, el dominio del idioma español es una necesidad urgente. Las oportunidades de experiencias de inmersión pastoral en América Latina también pueden tener un impacto formativo importante. Los seminarios y programas de formación del diaconado permanente son instados a incluir preparación en español y exposición adecuada a las culturas hispanas en sus programas de formación sacerdotal."

"De particular relevancia para los predicadores que desean conectarse con estas congregaciones son las serias luchas sociales, económicas y políticas de los hispanos/latinos pobres. La Iglesia en los Estados Unidos, al igual que la sociedad estadounidense en su conjunto, se caracteriza por una creciente brecha entre los que son pudientes y pueden vivir cómodamente, y una significativa clase trabajadora —muchos de ellos hispanos/latinos— que encuentran cada vez más difícil llegar a fin de mes. Los hispanos se enfrentan a problemas de enormes proporciones, como falta de acceso a educación y atención médica, delincuencia, vivienda deficiente, jóvenes en situación de riesgo y preocupaciones sobre la inmigración. El predicador eficaz deberá conocer y reconocer la lucha de la gente por una vida mejor en los Estados Unidos y en sus países de origen."

"Al mismo tiempo, sin embargo, la homilía no debe repetir el discurso cívico o político. Especialmente en el contexto de la Eucaristía, la gente quiere escuchar la palabra de Dios anunciada con firmeza y con reverencia. El predicador tiene éxito si se sumerge en las profundidades de las Escrituras y, cuando corresponda, recuerda historias sobre María y los santos. La gente quiere que el predicador dé testimonio de la presencia y poder de Dios tal como se muestra en los milagros y otras manifestaciones de la trascendencia divina."


 

[i]La doctrina social de la Iglesia es una ayuda indispensable para que el predicador aplique las Escrituras y aclare las implicaciones éticas y morales del orden social y político (véase Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia).