La Santa Eucaristía

La Santa Eucaristía

September 10, 2020 By Evangelization & Catechesis

Por el Rev. Mons. J. Brian Bransfield, USCCB

Todos los domingos y, de hecho todos los días, en la Misa, el sacerdote pronuncia una oración de ofertorio. Al elevar el pan, la pequeña hostia que se convertirá en el cuerpo de Cristo, el sacerdotedice:

“Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre,que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;él será para nosotros pan de vida”.

Esta breve oración, que fácilmente puede pasar desapercibida, de algún modo “ubica”, la Sagrada Eucaristía. El pan que va a ser transformado por las palabras del sacerdote y la acción del Espíritu Santo se reconoce ya como el don del “Señor Dios del universo” y como “fruto de la tierra y del trabajo del hombre”. El propio sencillo pan que eleva el sacerdote, ya antes de su transformación sobrenatural en el verdadero cuerpo y sangre de Cristo, es ensí mismo el don natural de Dios como “fruto de la tierra”. El propio pan natural refleja el don ordinario de la interacción de Dios con los seres humanos—el pan no surge por sí mismo. El pan se origina cuando los seres humanos toman y mezclan los bienes que Dios ha concedido en el mundo creado: harina y agua, y los hornea con el don del fuego.El salmista nota esta conexión sublime: "Tú haces que la hierba crezca para el ganado y las plantas para que sirva a las necesidades del hombre, para que produzca pan de la tierra ..." (Salmo 104: 14).1Las manos humanas toman y moldean los ingredientes naturales y los transforman en la sustancia reconocible del pan.

Así sucede también con el vino. El vino que se convertirá en la sangre de Cristo también es el “fruto de la viña” dado por el “Dios del universo”. Habiendo ofrecido el pan y el vino a Dios en elofertorio, el sacerdote entonces comienza la Plegaria Eucarística. En esta oración pronuncia la narrativa de la institución, las palabras de Jesús en la Última Cena. Con estas palabras, tiene lugar la consagración y, por medio del milagro de la transubstanciación, el pan y el vino son transformados en el cuerpo y la sangre de Cristo. En la consagración, los dones naturales del pan y el vino se convierten en el don sobrenatural del verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Cristo, los primeros frutos dela Nueva Creación.

Inmediatamente antes de la consagración, el sacerdote dice una frase corta pero alarmante: “la noche en que iba a ser entregado...”2.Cambia la mecánica. Casi de pronto, el lenguaje de creación y fruto, de naturaleza y bondad parece desaparecer y ser reemplazado por un foco de atención totalmente nuevo: la traición. La traición habla de infidelidad, de puñal por la espalda, del intento maliciososo e intencionado de destruir a un amigo. La traición es tan horrible porque no la puede realizar un enemigo. Sólo un amigo se puede aproximar lo suficiente como para traicionarnos. En las palabras del sacerdote, la Sagrada Eucaristía queda ahora más específicamente localizada, sin perder el contexto de naturaleza y don, en el contexto de abandono y traición. El fuego transformó en pan la harina y el agua, pero ahora se introduce un nuevo fuego--la intensidad de la traición. La traición es el ingrediente cruel del mundo. Pero, tristemente, a menudo se ha abierto camino en el funcionamiento de la Iglesia.

Recuerden la parábola del Buen Samaritano. El joven va desde la ciudad del Templo, Jerusalén, a la ciudad del mundo, Jericó. Va de un lugar sagrado a un lugar de tratos oscuros. Y por el camino, cae en manos de ladrones. Le golpearon y le robaron. Pero apuesto a que no se sintió traicionado. Pero entoncespasa un sacerdote, supuestamente yendo de Jericó a la ciudad sagrada. El hombre malherido posiblemente entrevió, a través del sudor y la sangre al sacerdote, y rápidamente sintió seguridad y alivio cuandovio acercarse al sacerdote. “Por fin, alguien que me ayude. Un sacerdote, una persona de integridad y oración, un amigo”. Y el sacerdote pasó de largo. No pasó simplemente de largo. Pasó “por el otro lado de la calzada” (Lc 10:31). Eso es traición. Alguien que se supone que es tu amigo y te ve herido y golpeado en la cuneta... y se pasa al lado contrario.

Y esta traición ocurrió dos veces. El levita, otro supuesto amigo,“lo vio [y] pasó por el otro lado de la calzada” (Lc. 10:32).  Probablemente tenía buenas razones para hacerlo. Después de todo, era levita y posiblemente iba de camino a orar. Probablemente se hizo una nota mental de orar por esta víctima. Pero pasó de largo, y por el otro lado. Eso es  traición. Es traumatizante. Ocasiona una avalancha de vergüenza que añade otra capa de desgracia a un paisaje ya devastador. Deja heridas en el alma mucho más profundas que las heridas que dejaron los bandidos en el cuerpo del hombre.Al menos, ellos dejaron de golpearle. Pero la traición es un trauma que no cesa cuando se aleja el traidor.

¿Cuándo te sentiste traicionado?  ¿Hablas sobre ello?  Quizásno, porque la cuchilla de la traición no sólo destruye lugares de seguridad, sino que deja la lección perdurable de que ningún lugar es seguro. La traición asedia el corazón y hiere el alma. Arranca una parte del alma a una órbita de secreto y temor. Si no hablamos sobre cuándo fuimos traicionados, se podría construir un lugar pseudo seguro de excusas, explicaciones y ocultamiento. Estos solo profundizan y hacen la herida más mortal. Si compartimos el dolor de una antigua traición, quizá se nos diga simplemente que lo “superemos” o que “así es la vida”. Pero no puedes, y además eso no es cierto. El dolor de la traición no envejece. Treinta años es un abrir y cerrar de ojos. El dolor no tiene fecha de caducidad. De hecho, tales respuestas únicamenteprofundizan la vergüenza.

¿A dónde vamos con nuestras traiciones? Podemos ir a muchos lugares. Algunas personas recurren a las sustancias. El alcohol es el medicamento más antiguo de la humanidad. La intoxicación acelera lentamente sobrepasando al dolor, pero solo profundizando loshuecos que trata de cubrir en el alma. Algunas personas caen en la actividad y desaparecen por décadas envueltas enadicción al trabajo y encomplacer a los demás. O algunosotros miran a una pantalla por años. La pantalla es el primer escondite en los Estados Unidos. Todo lo que deseamos está a un click de nuestros dedos. Podemos controlar cualquier cosa en esa pantalla,o al menos eso pensamos. Pero a menudo el internet es el mapa de ruta a la soledad y al aislamiento. Algunas personas dejan que el dolortome las riendas. La murmuración es simplemente parloteo por la espalda que repetidamente trata de dejar mal a alguien para nosotros poder sentirnos en ascenso. Pero estastécnicas disfrazadas de remedios son simplemente más traiciones anestesiantes, muestras de un comercio emocional cruel. Son más de lo mismo. ¿A dónde vamos con nuestras traiciones?

Debemos ir a un lugar seguro. Para muchos esto puede ser dirección espiritual o acompañamiento prudente. Inclusocon esos pasos importantes, debemos ir a Jesús. En última instancia, Jesús es el Único que comprenderá. Nos acercamos a Él en la Eucaristía. Fue en el contexto de la traición cuando nos dio la Eucaristía: “...la nocheen que iba a ser entregado...”. Jesús sabe. Sabe lo que es sentirse traicionado. Judas, uno de los Doce Apóstoles, traicionó a Jesús. Y los otros Apóstoles lo abandonaron. Judas y los demás no eran simples conocidos del Señor. Judas y los demás habían sido llamados especialmente por Jesús. Vivían con Jesús, escuchaban su enseñanza, veían directamente sus milagros y oraban con Él.  Jesúsno desconoce el dolor de la traición. Conoce la profundidad de todo dolor, herida y alienamiento que podamos experimentar. Desde la traición de cónyuges, padres, o de nuestros hijos—de la traición de mentores, entrenadores, líderes y guías... Conoce esos dolores, no desde fuera como alguien que ha hecho un tour rápido. Conoce nuestro dolor desde dentro.

Y Jesús transforma el dolor y el sufrimiento. Lo soporta. La Eucaristía es su don entregado en el momento en que entra en su sufrimiento y conecta sobrenaturalmente el pan y el vino con el sufrimiento de su Cruz, su cuerpo ofrecido en la Cruz y su sangre derramada--así como el pan y el vino se transforman en su verdadero cuerpo y su verdadera sangre. Así como  la primera creación produce trigoa partirde la semilla, así el Señor, de la semilla de la traición, a través de su perdurable confianza en el amor del Padre, en el Espíritu Santo, produce nueva vida. La Eucaristía no es un truco mágico que sale del chasquido de los dedos. No es “éxito” según lo describe el mundo, o el viejo cuento del perdedor que se adelanta y logra la victoria. La Eucaristía es mucho más. Es la fuente y culmen de todo el misterio delcrisol de la fe. Nos aferramos a la Cruz enla hora más oscura de nuestro propio sufrimiento y vulnerabilidad, en prueba tras prueba terrible. Es la historia de Job aferrándose solo a Dios en la noche más oscura. A menudo buscamos consuelo o un signo de confirmacióndel favor de Dios. Pero, conmás frecuencia, el único signo que recibimos es el de Jonás (Mt 12:39). La lucha misma a menudo es el signo que envía Dios. Y nuestras luchasa menudo se remontan a las traiciones que hemos experimentado. La Eucaristíanutre una confianza duradera que aguanta firmemente. En la vida espiritual te conviertes en lo que soportas.

La Sagrada Eucaristía es “la fuente y culmen de la vida cristiana”3Teólogos y catequistas expresan y reiteran la articulación de esta verdad teológica de modos que esperamos que traigan esta luz a la vida del creyente para profundizar y motivar aún más la vida de fe. Aunque el refinamiento de la expresión de profundizar la intuición teológica  cobra impulso, a menudo puede ser el caso de que falte la motivación, pero no por razones intelectuales. Tantas personas han perdido la conexión con lo que nos une a la teología en primer lugar. La traición corta las conexiones. Así como llevamos el fuego natural a la harina y el agua para hacer pan, llevamos el fuego de nuestras traiciones a nuestra unión con Cristo para que pueda tranformar nuestro dolor en nueva esperanza. El unirnos con Cristo a nivel afectivo como Aquel que ofrece el don más profundo en su propia hora de traición,puede conectarnos íntimamente y restaurar la motivación para asistir a Misa y a la adoración del Santísimo. Cuando soportamos con Cristo, una nueva fuente duradera empieza a abrirse más profundamente en nosotros, apoyando a otros y llamándonos a un culmen nuevo y perdurable.

 

Rev. Msgr. J. Brian Bransfield es el autor deThe Human Person: According to John Paul II(La persona humana: Según Juan Pablo II) (Pauline, 2010) y sirve como Secretario General de la USCCB.


[1] Extracto del Salmo 104 © The Grail (Inglaterra) 1963 y publicado por Collins, Londres, 1963.
[2] Eucharistic Prayer III
[3] Catechism of the Catholic Church, 1324; LG 11.
Excerpts from the New American Bible, revised edition © 2010, 1991, 1986, 1970 Confraternity of Christian Doctrine, Inc., Washington, DC. Used with permission. All rights reserved. No portion of this text may be reproduced by any means without permission in writing from the copyright owner.
Excerpts from the English translation of The Roman Missal © 2010, International Commission on English in the Liturgy Corporation. All rights reserved.
 
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