Padre, en Jesús nuestro Señor, te alabamos y damos gracias por el preciado regalo de la vida humana y por formarnos en tu divina imagen. Mantennos, en el lugar donde habita tu Santo Espíritu, siempre sanos en cuerpo y alma.
Jesús, médico divino, derrama tu gracia sobre todos aquellos afligidos por la enfermedad o padecimiento. Protege de todo peligro aquellos que son más vulnerables debido a enfermedades, sufrimiento, fragilidad, pobreza o edad, tanto ancianos como aquellos aún no nacidos.
Santo Espíritu, toca los corazones de todos aquellos quienes sirven la vida humana tanto en la medicina como en las ciencias, para que protejan la dignidad de cada persona desde la concepción hasta la muerte natural; y se mantengan como fieles abogados de todos aquellos confiados a su cuidado.
Concédeles una renovada convicción en su ministerio a aquellos quienes son llamados a servir como proveedores médicos, e incrementa en ellos la sabiduría para tratar a la persona completa, y no sólo a la enfermedad.
Protege los derechos de proveedores médicos para servir a sus pacientes sin ser forzados a violar sus convicciones morales y religiosas. Protégelos contra la discriminación para que con libertad puedan seguirte con fidelidad al mismo tiempo que cumplen con sus obligaciones profesionales.
Concédeles a nuestros legisladores la sabiduría y la valentía de mantener los derechos de conciencia para aquellos llamados al ministerio de sanación; y ayúdalos a resistir las presiones de convertirse en colaboradores de la cultura de la muerte.
Concédenos la fortaleza de ser testigos audaces y alegres de la verdad de que toda vida humana es sagrada.
En tu bondad, protege nuestra libertad de vivir nuestra fe y seguirte en todo lo que hacemos.
Padre, te lo pedimos en el nombre de Jesús, por el Espíritu Santo.
Amén.