La muerte de los que favorecen "el derecho a decidir"

Richard Doerflinger

17 de enero de 2014

Desde que el Congreso aprobó por primera vez la enmienda Hyde, en 1976, una nación dividida en el asunto sobre el aborto se ha puesto de acuerdo, en general, en al menos una cosa: el gobierno no debería obligar a los estadounidenses a financiar o promover el aborto en contra de su voluntad. Tal coacción violaría tanto la "vida" como la "decisión", los valores supremos de ambos lados de este debate. Así que desde hace 37 años, el Congreso ha aprobado (y, en muchos casos, lo ha reafirmado cada año) numerosas disposiciones para prevenir la financiación federal del aborto y la cobertura del aborto, en todas las circunstancias, menos en las más inusuales.

En una audiencia reciente de un subcomité en el Congreso, un proyecto de ley para establecer con mayor firmeza y coherencia esta política en la ley federal atrajo reacciones hostiles que sugieren que esta tregua ha terminado.

La legislación es la propuesta de ley sobre La No Financiación del Aborto con Dinero de los Contribuyentes (HR 7, S. 946). Se aplicaría la política de la enmienda Hyde en todos los programas del gobierno, incluso la nueva Ley de Asistencia Asequible (ACA), cuya aplicación ha producido evasiones graves y violaciones de esta política.  

La política Hyde siempre ha gozado de amplio apoyo entre los estadounidenses, incluso por parte de las mujeres. En una encuesta realizada durante el estudio sobre la ACA en el Congreso, la mayoría de los encuestados se opuso a las medidas para hacer que los estadounidenses paguen por la cobertura del aborto con sus impuestos o primas de salud, y más de las dos terceras partes se opuso al aborto en su propia cobertura de salud –y en ambas preguntas, las mujeres se opusieron más que los hombres. Así, uno podría suponer que una ley que refleje ese consenso debería pasar fácilmente por el Congreso.

En cambio, HR 7 fue objeto de fuertes protestas y falsedades flagrantes. Los partidarios del aborto financiado con impuestos en el Distrito de Columbia celebraron una rueda de prensa para condenar la audiencia, y protestaron frente a la sala de audiencia cuando se aprobó el proyecto de ley -porque simplemente continúa la actual prohibición de abortos financiados con fondos públicos en el DC. Los manifestantes gritaban "¿Dónde están las mujeres?", para protestar porque el subcomité estaba constituido solo por hombres –aunque uno de los dos testigos pro vida, Helen Alvare, es una profesora de derecho, y todos los miembros del subcomité que se oponen al proyecto de ley eran hombres. Un testigo en contra de HR 7, Susan Wood, de la Universidad George Washington, lo calificó como un intento "mezquino" de "interferir" y "meterse" en la vida de las mujeres. Ella y otros oponentes simplemente no estaban interesados en la diferencia entre prohibir algo y negarse a pagar por ello.

Un movimiento pro aborto que una vez pregonaba la privacidad –"el derecho a no ser molestado" cuando uno toma sus propias decisiones– ahora quiere inyectar el aborto en todas nuestras vidas como un bien público que exige nuestro apoyo. Pero es el colmo de la hipocresía gritar  "¡No me molesten!" cuando se saquea el bolsillo del vecino.

Abraham Lincoln se enfrentó a un problema similar, cuando trataba sin éxito de evitar la guerra civil, llegando a un acuerdo con los que apoyaban la esclavitud. Los estados esclavistas rechazaron su oferta para evitar la expansión de la esclavitud, mientras que la sancionaban donde era legal. Él preguntó: ¿Qué satisfacería a sus oponentes? "Esto, y sólo esto: dejar de designar la esclavitud como un mal, y unirse a ellos para designarla como un bien. Y esto se debe hacer a fondo –tanto en acciones como en palabras. El silencio no será tolerado –debemos estar abiertamente del lado de ellos... Sostener, como lo hacen, que la esclavitud es moralmente correcta y socialmente ventajosa, no pueden dejar de exigir su pleno reconocimiento nacional, como un derecho legal, y una bendición social".

Sustituya "aborto" por "esclavitud", y obtendrá el boceto de la agenda de los que hoy favorecen el "derecho al aborto". La lucha contra esa agenda no requiere una guerra civil –solo ciudadanos pro vida que se informen sobre este asunto, y levanten su voz en el Congreso.

El señor Doerflinger es el director asociado del Secretariado de Actividades Pro Vida, Conferencia de Obispos Católicos de los EE.UU. Para aprender a escribir al Congreso sobre este tema visite. www.nchla.org; puede encontrar más información sobre las actividades pro vida de los obispos en www.usccb.org / prolife.

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