Tommy O'Donnell

14 de julio de 2017

A principios de julio, tuve el privilegio de concurrir a la Convocatoria de Líderes Católicos, una reunión de más de 3000 católicos que reflexionaron sobre la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (La alegría del Evangelio) del Papa Francisco y dialogaron sobre la manera en que la Iglesia puede realizar en Estados Unidos lo que Francisco llama una conversión misionera.

Una de las realidades más duras que enfrentamos en este país es que el 50% de los católicos bautizados menores de 30 años ya no se identifican como católicos. Y esto no se debe a que hayan cambiado a otra fe sino simplemente, a que no indican tener ninguna afiliación religiosa. Apropiadamente, en este mes de julio, el Santo Padre nos pidió que nos unamos a él en oración por los católicos no practicantes: Que nuestros hermanos y hermanas que se han alejado de la fe, por medio de nuestra oración y testimonio del Evangelio, redescubran la cercanía misericordiosa del Señor y la belleza de la vida cristiana.

La amistad con Cristo no es meramente un asunto privado, y por ello la evangelización también lleva a una transformación del orden social (EG, 182). En Evangelii gaudium, el Papa Francisco explica que esta transformación debe construirse sobre una base sólida: la defensa del niño en el vientre materno, defensa que está estrechamente ligada a la protección de la dignidad de todas las personas (213–214). El Santo Padre también anima el acompañamiento de mujeres en situaciones difíciles de embarazo, pobreza e inestabilidad. La Convocatoria fomentó muchas conversaciones sobre la vida familiar en una cultura a menudo hostil, así como sobre el efecto dominó que produce en la sociedad la negligencia hacia los más vulnerables.

Además de abordar estas realidades socioeconómicas, un tema que captó la atención de muchos fue la receptividad a Dios y a los demás. En un tiempo de ruido, debemos dar prioridad a la contemplación ante Dios, no sea que nuestras acciones pierdan su propósito y nos encontremos "constantemente a la carrera". Varios oradores citaron al Papa Benedicto: "Ante la mirada de Cristo, toda falsedad se deshace" (Spe salvi, 47). El Cardenal DiNardo preguntó con toda claridad: "¿Quién ha escuchado al Padre tanto como lo hizo Jesús?".

Después de ser receptivos a Dios en la oración, debemos entonces abrirnos a los demás. Cuando se trata de la persona vulnerable ante nosotros, la Madre Agnes Mary Donovan, S.V. explicó que el amor auténtico (en contraposición a la ayuda rutinaria) exige una apertura del corazón, lo cual permite que la bondad del otro nos mueva. Debemos reflejar la bondad de la otro persona hacia ella misma, incluso cuando no puede ver su propia bondad. Nuestro deleite en su bondad le da la fortaleza para sobrellevar situaciones difíciles.

Es posible conocer más acerca de lo que se dijo en la Convocatoria visitando www.usccb.org/convocation, donde se publicarán grabaciones de las sesiones a medida que estén disponibles. Después de escuchar algunas grabaciones, lleva la oración y el diálogo de la Convocatoria a tu vida diaria. Intercede por alguien que no conozca la amistad con Cristo y puedes meditar acerca de Juan 17 y Juan 20, capítulos que alimentaron a los participantes de la Convocatoria en diversos momentos durante el encuentro. Estudia Evangelii gaudium con tus amigos, dialogando sobre cómo se pueden convertir en discípulos misioneros, al servicio de los más vulnerables.

¡María, Madre del Evangelio vivo, ruega por nosotros!


Tommy O'Donnell es asistente de personal para el Secretariado de Actividades Pro Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información acerca de la labor pro vida de los obispos, vea: www.usccb.org/prolife.