MÓDULO 5

Fomentar la integración eclesial en lugar de la asimilación en los contextos eclesiales, con una espiritualidad de hospitalidad, reconciliación y mission

METAS

1.         Experimentar una espiritualidad que apoye el ministerio intercultural y la reconciliación

2.         Enfocarse en el desarrollo de procesos para la integración e inclusión eclesial, específicamente, en los diversos contextos de la parroquia, incluyendo las capacidades para:

•           Construir relaciones

•           Comunicarse de manera efectiva

•           Tomar decisiones

3.         Identificar modelos para respuestas pastorales efectivas, además de principios y prácticas que mode len fructuosamente el ministerio  en  los  contex tos interculturales

RESULTADOS        

•          Demostrar que hay un claro entendimiento de los principios de integración eclesial, versus asimilación.

•           Identificar parroquias que experimentan la diversidad cultural y han desarrollado una espiritualidad de la misión y la reconciliación.

 •           Describir el proceso para desarrollar la integración eclesial y sus cinco principios en la parroquia o institución católica a la que cada participante pertenece.

Este módulo ofrece  una  espiritualidad  apropiada   y aplicaciones prácticas de la misma para apoyar a los ministerios interculturales. Incluye procesos para desarrollar la integración eclesial, las relaciones interculturales y la corresponsabilidad. El proceso enseña a los parroquianos a alcanzar una nueva identidad católica, un sentido de pertenencia y de propiedad (apreciar la parroquia como nuestra) en la parroquia. El módulo también explora las diferencias generacionales en las familias de los inmigrantes y ofrece principios pastorales para desarrollar ministerios interculturales efectivos.

El módulo está escrito principalmente desde la perspectiva de los nuevos inmigrantes y de las comunidades que los reciben. Sin embargo, para los propósitos de nuestro tema de integración eclesial donde se dice “inmigrantes”, también se puede leer “recién llegados”.

Podría haber casos donde los nuevos en la familia parroquial o en el vecindario no son necesariamente inmigrantes de otros países sino miembros de otras etnias, razas, o grupos culturales. Puede también darse el caso de que los “recién llegados” sean miembros de una comunidad que siempre “ha estado allí”, pero por negligencia fueron ignorados y ahora piden ser incluidos.

 Espiritualidad para el ministerio intercultural y la reconciliación

Para que el ministerio intercultural sea efectivo necesitará una espiritualidad viva que lo apoye. Una cosa es tener los conocimientos, capacidades y habilidades en el área de las relaciones interculturales y otra es tener la motivación para actuar coherentemente. Para motivarnos la iglesia incorpora una espiritualidad de encuentro, conversión, comunión, solidaridad y misión. En la exhortación apostólica del papa Juan Pablo II, Ecclesia in América se articula esta espiritualidad.

La metodología de “la Iglesia en américa

•           Identidad católica: El encuentro con Cristo lleva a la conversión, que significa:  “cambiar  la  mente  y el corazón”.

•           Comunión: La comunión de la iglesia, enraizada en el amor de Dios, ofrece a toda persona lo que busca, esto es: el sentido de identidad, el sentido de su propia vida y la pertenencia a una comunidad.

•           Solidaridad: Una firme y perseverante determinación para comprometerse uno mismo —y toda la comunidad de fe, en la búsqueda del bien común.

La respuesta “vamos a pescar”

Un ejemplo particularmente conmovedor, de cómo el ministerio pastoral puede paralizarse al enfrentarse a los nuevos desafíos, como es el reto de actual de evangelizar comunidades diversas, lo encontramos en el capítulo 21 del Evangelio según San Juan. Se trata del encuentro de Jesús con sus discípulos después de la Resurrección, cuando él les preparó el desayuno.

Desanimados por la pérdida de su Maestro, los discípulos intentaron volver a su vida previa, la que tenían antes de encontrarse con Jesús. En los contextos multiculturales, los líderes parroquiales, también pueden experimentar lo que los discípulos vivieron cuando Pedro les dijo: “Vamos a pescar”:

•           Los líderes parroquiales pueden sentir

Desánimo, porque muchos católicos recién emigrados católicos que viven alrededor, no van a misa ni participan en las actividades parroquiales

Incomodidad  sobre  la  presencia  de  los  nue vos  inmigrantes  y  la  incertidumbre  de   si son “ilegales”

•           Los nuevos inmigrantes se sienten desanimados por

  Las dificultades de su situación como forasteros en tierra extranjera

          Los asuntos económicos, familiares y migratorios

Las puertas de la Iglesia Católica permanecen cerradas a ellos (Ej., no se les ofrece nada en   su propio lenguaje, se les niega el acceso a las instalaciones de la parroquia, los símbolos de su fe no son bienvenidos, o relegan sus ceremonias al sótano)

Encuentro

Despunta la luz de la mañana. Un extraño aparece en la playa y en un tono familiar y cariñoso, les pregunta acerca de su pesca. Jesús les ayuda a romper el ciclo de su angustia.

Ejemplo:

•           Líderes parroquiales

Se obsesionan con la idea de que los nuevos inmigrantes sencillamente van a entrar por la puerta y encajarán en la comunidad: —hablando inglés, asimilándose y “siendo como nosotros”

•           Nuevos inmigrantes

          Tienen nostalgia de su hogar

Algunas veces sienten que merecen  ser  excluidos

El encuentro con Jesucristo vivo es el punto de partida para el discipulado Cristiano. Algunos de los encuentros con Jesús mencionados en el Evangelio son claramente personales, como cuando Jesús invita a alguien    a seguirlo. (Mt 9:9; Mc 2:13-14; Lc 5:27-28). En estos casos Jesús trata con familiaridad a sus oyentes: “Maestro, ¿dónde vives? . . . ven y lo verás”. En otros casos los encuentros son de naturaleza comunitaria, como cuando Jesús les dijo a los doce: “A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos, pero a ellos no” (Mt 13:11). La iglesia es el lugar donde hombres y mujeres, al encontrarse con Jesús, llegan a conocer el amor del Padre (Jn 14:9), y con la ayuda poderosa del Espíritu Santo son transformados y se les otorga una vida nueva.

Conversión

Esto sucede solamente cuando ellos echan las redes en la otra orilla, cuando son libres de sus obsesiones, cuando están dispuestos para reconocer a quién ha estado de pie en la playa.

Ejemplo:

•           Los líderes de la iglesia se dan cuenta que

          La presencia de los nuevos inmigrantes en medio de ellos es una bendición de Dios

          Los líderes necesitan buscarlos, porque Jesús está presente también en ellos

          Se reaviva su vocación a salir y hacer discípulos

•           Los nuevos inmigrantes

          Se liberan de pensar sólo en sus necesidades económicas y de la nostalgia de su tierra

          Comienzan a buscar a Dios, reavivando su esperanza en la Buena Nueva

La conversión fue el núcleo del mensaje de Jesús. Conversión o metanoia que en griego significa: “media vuelta”, implica, darle la espalda al pecado y volverse a Dios. En el ministerio intercultural esto es darle la espalda al pecado del racismo y al prejuicio, volver hacía la imagen y semejanza de Dios para encontrarlo en cada ser humano, incluyendo al “otro” y a aquellos que son “diferentes”. Las historias del Nuevo Testamento: la del Buen Samaritano (Lc 10:25-37), los encuentros de Jesús con la mujer sirio-fenicia (Mc 7:24-30) y la mujer samaritana (Jn 4:4-42); son ejemplos de lo que el ministerio intercultural debería intentar.

La conversión abarca las dos situaciones: la conversión de nuestro corazón y la conversión de aquellas estructuras y justificaciones sociales que perpetúan el racismo y la discriminación.

Comunión

Jesús viene a ser el amable anfitrión que cocina para ellos y los invita a contribuir con los pescados recién atrapados.

•           Los líderes parroquiales siguen el ejemplo de Jesús como amables anfitriones, al dar la bienvenida a la nueva comunidad de inmigrantes tomando en cuenta su cultura, lenguaje, expectativas y contribuciones; dándose cuenta que los “invitados” muy pronto llegarán a ser los “anfitriones” como ahora los son ellos.

•           Los nuevos inmigrantes se sienten en casa, en un ambiente de confianza, bondad y seguridad.

La comunión de la iglesia, enraizada en el amor de Dios, está llamada a ofrecer a todas las personas el sentido de identidad, propósito y comunidad que ellos buscan. Redimidos por Cristo y bautizados en el Espíritu Santo, los católicas de todas las generaciones, culturas, razas, estatus migratorios y situaciones sociales, han llegado a ser miembros plenos de la iglesia y dignos del amor, el respeto y el apoyo de la comunidad cristiana entera. En una sociedad que es cada vez más diversa y en cierto modo más dividida, nosotros debemos urgentemente proclamar con alegría y fe firme que a través de nuestra “. . . comunión con Cristo, Cabeza del Cuerpo místico, entramos en comunión viva con todos los creyentes” (Ecclesia in América, no. 33). Vivir una teología de comunión conlleva crear una armonía más grande entre las personas. Esto no significa que las diferencias sean borradas, al contrario, trae las diferencias a la armonía. Un ministro intercultural debe ser alguien que de la bienvenida al extranjero y entiende a la iglesia como comunión, en la que la colaboración es el servicio pastoral central (lo que en el ministerio hispano se entiende como pastoral de conjunto) y con esto manifiesta la catolicidad de la iglesia.

Solidaridad

Jesús pregunta a Simón, hijo de Juan, “¿Me amas?”

•           Jesús reconecta el liderazgo parroquial con él mismo y con la comunidad, más específicamente, con los nuevos inmigrantes.

•           Los líderes superan los estereotipos y temores conociendo a los nuevos inmigrantes y reconociendo a cada uno de ellos como parte del grupo.

•           Los líderes parroquiales redescubren que las víctimas están hechas a imagen y semejanza de Dios y por lo tanto son de valor inestimable.

•           Jesús reconecta a los nuevos inmigrantes con él mismo y con la comunidad, terminando el aislamiento que limita la confianza.

•           Jesús capacita a los nuevos inmigrantes para que se valoren a sí mismos.

•           La gracia de Dios restaura su humanidad.

El papa Juan Pablo II define la virtud de la solidaridad como “. . . la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos” (Sollicitudo Rei Sociales, no. 38). Este entendimiento de solidaridad está basado sobre el convencimiento de la santidad de toda vida humana y la inherente dignidad de cada persona, la cual está profundamente enraizada en el Evangelio y articulada en la doctrina social de la iglesia. La solidaridad se manifiesta de manera especial en la abogacía por los inmigrantes y por los pobres, en el respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, en la lucha contra la discriminación, por la integridad de la familia, por la justicia y por la paz en un mundo globalizado.

Misión

Jesús comisionó a Simón Pedro al decirle “apacienta a mis ovejas”. Una vez más, Pedro es la roca sobre la cual la comunidad está construida. La vocación de Pedro de cuidar del rebaño de Jesús le permite recordar su propio pasado y aprender de él para que ahora de una manera diferente, pueda crear una comunidad en donde se nutra la confianza y de esta manera, la negación no se repita.

•           Todos los miembros de la comunidad parroquial, tanto los bien establecidos como los recién llegados, están plenamente conscientes de que ellos están llamados a cuidar uno del otro.

•           De sus testimonios y de sus narraciones particulares, ellos comienzan a generar una narración en común centrada en la gracia de la Resurrección y en la común experiencia de reconciliación.

•           Todos somos beneficiados de lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo.

“El ardiente deseo de invitar a los demás a encontrar a Aquél a quien nosotros hemos encontrado, está en la raíz de la misión evangelizadora que incumbe a toda la iglesia” (Ecclesia in America, no. 68).

La iglesia entera es misionera por naturaleza. Cada persona bautizada es llamada a misionar el discipulado de Jesucristo. Esto significa salir y establecer relaciones con los otros, especialmente con aquellos que están al margen de la sociedad: los pobres y los olvidados. Llevar la Buena Nueva a una población cada vez más diversa culturalmente, nos empuja a salir del templo, de los límites del edificio parroquial y de las reuniones semanales de los grupos. Nos mueve de las bancas a los caminos para ir de dos en dos a las escuelas públicas, los vecindarios, los lugares de trabajo, los cines, los salones de baile, los campos de trabajo y a dondequiera que se reúnan   los católicos.

La reconciliación como espiritualidad para ambientes interculturales

Todos, en algún momento de nuestra vida hemos sido víctimas y malhechores a la vez. Algunas veces los contextos interculturales pueden dar lugar a situaciones en las cuales las personas sienten que ellas han sido maltratadas injustamente o deshumanizadas. Esta es la razón de la necesidad de la reconciliación como parte integral de nuestra vida e identidad y nuestro bienestar como cristianos.

En El ministerio de la Reconciliación: Espiritualidad y estrategias, el Padre Robert J. Schreiter, ofrece la siguiente observación sobre la naturaleza de la reconciliación desde una perspectiva cristiana:

Primero que todo, la reconciliación es el trabajo de Dios, quien inicia y completa en nosotros la reconciliación a través de Cristo. A fin de cuentas, la reconciliación no es un logro humano sino obra de Dios. Además, Dios inicia el trabajo de reconciliación en la vida    de las víctimas. Ordinariamente podríamos nosotros esperar que la reconciliación comience con el arrepentimiento de los malhechores, pero la experiencia demuestra que los malhechores rara vez están dispuestos a reconocer lo que han hecho, o a dar un paso por su propia voluntad. Si la reconciliación dependiera enteramente de la iniciativa de los malhechores, no habría posibilidad de reconciliación.

Dios comienza con la víctima, restaurando la humanidad de la víctima, la cual el malhechor ha tratado de arrebatar o destruir. Esta restauración de la humanidad podría considerarse el verdadero corazón de la reconciliación. La experiencia de la reconciliación es la experiencia de la gracia, —la restauración de la humanidad dañada a través de una relación viva con Dios. Las personas han sido creadas a imagen y

 semejanza de Dios (Gén 1:26). Es por medio de esa imagen que la humanidad puede reflejar la divinidad y entrar en comunión con ella y de esta manera ser restaurada. Podemos ver en la historia de la salvación que de manera constante Dios comienza con la víctima y no con el malvado. Dios se pone del lado del pobre, de la viuda y del huérfano, del oprimido, del marginado y de los prisioneros. Jesucristo, el Hijo de Dios, es la víctima verdadera desde donde Dios comienza el proceso de llevar al mundo entero a la reconciliación con su Creador y Señor en Cristo (Col 1:20).

De igual manera, Dios comienza el proceso de la reconciliación humana con la víctima. Es a través de la víctima que el malhechor es llamado al arrepentimiento y al perdón. Viéndolo desde esta perspectiva, el arrepentimiento y el perdón no son precondiciones para la reconciliación, sino sus consecuencias.

Modelos para el ministerio en parroquias compartidas e interculturales

La vida parroquial provee diferentes formas para que los inmigrantes se adapten a la cultura prevalente en la iglesia y en la sociedad. El Instituto Fe y Vida ha identificado algunos modelos de parroquia que existen actualmente a los que denomina como: americanizante, personal/de una étnia, inclusiva, segmentada, misionera, e integrada. En la parroquia americanizante, los recién llegados son bienvenidos pero se espera que se adapten al lenguaje y a la cultura del grupo dominante. En consecuencia, el personal de la parroquia no necesita aprender lenguajes especiales ni habilidades de comunicación intercultural. Los recién llegados no se sienten bienvenidos por la experiencia de alineación.

En la parroquia personal/de una étnia, la comunidad es servida en su lenguaje y particular contexto cultural; el liderazgo y el personal parroquial reflejan la cultura de la parroquia; y en la mayoría de los casos, las personas de los otros grupos culturales no se acercan.

En la parroquia inclusiva, los recién llegados son bienvenidos y se ejecutan algunas medidas de acomodamiento respecto a la música, las tradiciones culturales y las celebraciones del grupo inmigrante.

En la parroquia segmentada, la parroquia viene a ser un conjunto de comunidades paralelas, en las que cada comunidad tiene su propio personal.

En la parroquia de misionera, el grupo predominante trata de acercarse a los otros grupos culturales, así que desarrolla algunas habilidades de lenguaje y de comunicación intercultural.

En la parroquia integrada, todos los grupos son equitativa y adecuadamente servidos. Posiblemente permanezcan residuos de resentimientos en algunos de los grupos, y algunos grupos requerirán ayuda para integrarse.

Estos modelos de parroquias no son modelos separados son experiencias en desarrollo continuo. El proceso de renovación de las parroquias es impulsado por una espiritualidad de hospitalidad, reconciliación y misión, que se da en los cuatro umbrales principales: la bienvenida, la identidad católica, el sentido de pertenencia y el sentido de sentirse dueños de su parroquia. Cada umbral tiene sus movimientos o pasos y requiere ciertas capacidades de comunicación.

El ministerio con las comunidades de nuevos inmigrantes busca la inclusión saludable o integración de los recién llegados dentro de la vida y misión de la iglesia, particularmente dentro de la parroquia. En un estudio reciente de CARA se muestra que el 33 por ciento de las parroquias en los Estados Unidos celebran Misa en otro lenguaje que no es el inglés, comparado con el 22 por ciento en el 2000 (“Las parroquias católicas de los Estados Unidos crecen en número y diversidad”, CARA reporte 16:3 [Invierno 2011], sólo en inglés). La gran mayoría de estas parroquias son “compartidas” por dos o más comunidades culturales/ étnicas distintas. El modelo de la parroquia compartida en muchos casos está tratando de lograr un alto nivel de integración eclesial entre sus diversos miembros, en un espíritu de unidad en la diversidad.

El proceso para la integración eclesial y la inclusión

Etapas fundamentales en el largo proceso de la integración eclesial:

La identidad católica

Movimiento 1º: Salir y encontrarse con la gente en donde estén

•           Misión: Visitarlos con la Buena Nueva de Cristo.

 •           Afirmación: Afirmar sus dones y contribuciones.

•           Invitación: Invitarlos a la comunidad de fe como una casa lejos de casa.

Movimiento 2º: Demostrar hospitalidad y hacerles sentir en casa.

•           Bienvenida: Darles el espacio eclesial para que sean ellos mismos.

•           Identidad: Darles el espacio para que desarrollen su propio sentido de identidad.

•           Confianza y seguridad: Capacitarlos para que puedan adaptarse a una cultura diferente desde una posición de fuerza.

Movimiento 3º: Organizarse para desarrollar ministerios y ministros

•           Oportunidad: Que provean para sus propias necesidades ministeriales y sus proyectos.

•           Apoyo: El personal parroquial y los líderes se esfuerzan por desarrollar un ministerio comprensivo.

•           Espacio para crecer: Los ministerios incluyen las cuatro dimensiones de la vida cristiana modelada en la primera comunidad cristiana (Hechos 2:42-47) y explicada en Encuentro y Misión (Viviendo el presente con entusiasmo), no. 28).

Sentido de pertenencia

Movimiento 4º: Desarrollando relaciones y cruzando culturas y ministerios

•           Comunidad: Compartir uno con el otro sus historias, tradiciones religiosas y riqueza cultural.

•           Celebración: Celebrar la fe y la vida junto con otros ministerios y culturas.

•           Relacionándose: Desarrollando relaciones, comunidad y unidad entre los diferentes grupos religiosos y los ministerios de la parroquia.

Movimiento 5º: Potenciando el liderazgo, el desarrollo y la formación

•           Tutorías: Aprender y buscar oportunidades para la formación continúa en la fe y entrenamientos para los ministerios.

•           Acceso: Invertir tiempo y talento en los programas accesibles de certificación y diplomas.

 •           Reconocimiento: La comunidad entera de la parroquia reconoce y apoya a los recién llegados en sus roles ministeriales.

Movimiento 6º: Abrir ampliamente las puertas al proceso de la toma de decisiones

•           Decisiones: Proveer espacio en la mesa donde se toman las decisiones acerca de los ministerios culturalmente específicos.

•           Liderazgo: Animar a participar con voz activa en la vida y dirección de la comunidad de fe completa.

•           Representación: Animar a tener un puesto en el liderazgo ministerial, en el personal parroquial, y en los otros lugares donde se toman decisiones.

Sentirse propietarios

Movimiento 7º: Fortaleciendo el sentido de que esto es nuestro

•           Discernimiento: Determinar las formas significativas de estar involucrado en la vida de la comunidad de fe.

•           Solidaridad: Trabajar para que todo el personal parroquial conozca las necesidades y aspiraciones de las familias y las comunidades de todos los grupos.

 •          Autoridad: El liderazgo parroquial y las estructuras parroquiales reconocen a los recién llegados como miembros en igualdad con resto de la comunidad.

Movimiento 8º: Siembra y cosecha, sentirse dueños y corresponsables en sentido pleno.

•           Responsabilidad compartida: Los recién llegados contribuyen con tiempo, talento y tesoro.

•           Inclusiva: Todos los miembros de la parroquia construyen una comunidad de fe, culturalmente diversa, que es propia de ellos.

•           Discipulado: Los recién llegados son participantes activos de una comunidad de fe, en la cual, todas las culturas son constantemente transformadas por los valores del evangelio para ser en la sociedad, levadura para el Reino de Dios.

Movimiento 9º: Lograr un compromiso completo con la misión de la parroquia

•           Unidad: Fortalecer la unidad de la parroquia al mismo tiempo que se reconoce su diversidad.

•           Misión: Estar alerta y listo para invitar y dar la bienvenida a los recién llegados.

•           Universalidad: Convertirse en “gente-puente” (un pueblo constructor de puentes) al ministrar con católicos de todos los estratos culturales.

Comunicación intergeneracional en las comunidades inmigrantes

Junto con las dinámicas de comunicación intercultural que ya han sido exploradas en este módulo, podemos detectar que las comunidades inmigrantes enfrentan otras particularidades, nos referimos a los patrones de conducta de las primeras y segundas generaciones.

“Personas de la primera generación” son aquellas personas que emigran siendo adultas. Los patrones de su vida y habilidades del lenguaje ya están bien establecidos antes de llegar a la nueva tierra.

"Personas de la segunda generación” incluye a las personas que arribaron al nuevo país como infantes o niños y a quienes nacieron en el nuevo país. El patrón de su desarrollo y la capacidad de su lenguaje son modeladas por el nuevo país, mucho más que en aquellos de la primer generación.

La primera generación tiende a ver e interactuar en la nueva cultura a través de la mentalidad que aprendió en su país natal, porque los años de su desarrollo ya están en ellos; frecuentemente ellos lucharan para mantener aquellos valores y transmitirlos a sus hijos.

La segunda generación se encuentra a sí misma atrapada en los dos mundos, el mundo de sus padres y el de la cultura de la tierra donde ellos están creciendo. Esto puede llevarlos a conflictos en casa con sus padres. En ocasiones ya no hablan bien el lenguaje de sus padres y se encuentran a sí mismos hablando con el lenguaje del nuevo país. Podrían rechazar los patrones de la cultura de sus padres (como que sus padres elijan su profesión    o su pareja de matrimonio). Específicamente este es el caso cuando la cultura del hogar de sus padres es colectivista, pero los hijos viven en una cultura predominantemente individualista.

Fuera del hogar, la segunda generación podría no ser bien aceptada por las personas de su edad porque ellos son “diferentes”, pueden hablar el lenguaje de la cultura dominante con un muy leve acento extranjero. También Pueden ser catalogados como “extranjeros” aunque de hecho no lo son. Estar atrapados entre culturas puede crear retos especiales a la segunda generación, particularmente durante la adolescencia y los primeros años de la edad adulta, donde la identidad de los adultas se define. Esta realidad posee retos significativos para los ministerios con los jóvenes y con jóvenes adultos en los contextos de población inmigrantes.

Los efectos de este conflicto, se verán en la mayoría de los casos en la tercera generación (Ej., los hijos de la segunda generación) especialmente cuando la segunda generación ha tratado de deshacerse de la identidad cultural de sus padres inmigrantes. La tercera generación puede llegar a estar especialmente interesada en la cultura y aún en el lenguaje de sus abuelos, causando tensión entre la tercera y la segunda generación.

El lenguaje, siempre será un factor importante y es   el índice donde las dos culturas: la primera y la segunda generación se juntan y se enfrentan como poseedores de dos culturas.

Estas diferencias generacionales formulan preocupaciones únicas para los ministerios de los jóvenes y de los jóvenes adultos, y para los sistemas educativos católicos en los contextos de inmigrantes.

 Cinco principios para lograr integración eclesial e inclusión

1.         Articular una visión del ministerio basada en la integración e inclusión eclesial:

•           Reconocer y afirmar las diferencias culturales, lingüísticas y raciales como un regalo de Dios, no un problema para ser resuelto.

•           Promover la formación de ministerios de las culturas específicas, grupos parroquiales y movimientos apostólicos, como un medio para la conversión y construcción de la comunidad.

•           Evitar la tentación de esperar que los otros se asimilen dentro de un modelo  “unitalla”  en los grupos juveniles, en los programas o en las actividades.

2.         Fomentar la inculturación del Evangelio en todas las culturas:

•           Estar consciente de tu propia herencia cultural.

•           Usar el concepto de la inculturación del Evangelio.

•           Estar dispuesto a ser un constructor de puentes en lugar del guardián de la entrada.

•           Evitar la tendencia a ver tu cultura como mejor o más valiosa que las culturas de otros, y evitar siempre el lenguaje: “nosotros–ellos”.

•           Comprometerse con el espíritu de la misión de la nueva evangelización y con la transformación continua de todas las culturas con los valores del evangelio.

3.         Planear con la gente, no para la gente:

•           Primero, escuchar a los diversos parroquianos que estas tratando de alcanzar sus metas y considerar sus perspectivas particulares.

•           Incluirlos —desde el principio— en el desarrollo de los planes, los programas y las actividades.

•           Evitar planear por otros y no juzgarlos cuando no se presentan para tu actividad.

4.         Expandir tu entendimiento del ministerio de los grupos, de los programas y de las estructuras, y echar una red más grande:

•           Reconocer las experiencias únicas, las necesidades y aspiraciones de cada comunidad, cultural/ étnica en tu parroquia.

 •           Entender que la existencia de más de un grupo cultural en tu parroquia es una bendición.

•           Promover la formación de los grupos y los movimientos apostólicos culturalmente específicos.

•           Evitar la percepción de que al permitir la formación de los grupos culturalmente específicos, crearán división o separación.

•           Comprometerse a crear espacios de bienvenida para todos los católicos que viven en el territorio de la parroquia.

5.         Dar poder a las personas de las diferentes culturas y etnias, dentro de las posiciones de liderazgo:

•           Entender la forma en la cual, la personas y grupos de cultura diferente perciben el liderazgo, se organizan y toman decisiones.

•           Identificar a los líderes de cada grupo étnico y conducirlos hacía las posiciones de liderazgo en el ministerio, dentro de y con su propia comunidad cultural/étnica y en la parroquia entera.

•          Evitar una mentalidad de escasez: “no hay suficiente para todos” y fomentar una visión de misión y crecimiento que genere más recursos y abundancia para todos.