Defensa de la libertad religiosa (In English)

Tom Grenchik

12 de abril de 2013

La reciente muerte de Franziska Jägerstätter a la maravillosa edad de 100 años, y las diversas reflexiones sobre su vida, me recordaron la soledad que debió soportar al ser condenada al ostracismo por ser viuda de un mártir. Aunque muchos ahora entonan alabanzas para la familia Jägerstätter, no fue siempre así.

En 1943, Franz, el esposo de Franziska, fue encarcelado y condenado a muerte por negarse a servir en el ejército alemán. Una corte marcial rechazó su explicación de que por ser católico no podía ir a la guerra para servir al régimen nazi. Franz comprendía claramente que no solo estaba arriesgando su vida, sino también la de su familia al defender sus derechos de conciencia y libertad religiosa al elegir seguir a Cristo y no ir en contra de su fe católica.

Mientras estaba en prisión, muchos colegas intentaron persuadirlo de “entrar en razón” y abjurar de su postura. Amigos, familiares e incluso miembros del clero lo animaban a acceder a servir en lo que Franz consideraba una guerra injusta e inmoral. Le recordaban constantemente sus obligaciones con su esposa, hijas, granja familiar e incluso con su comunidad.

Mientras Franz sufría mucho en prisión, Franziska agonizaba en su hogar al saber que el encarcelamiento finalmente llevaría a su ejecución, al saber que en poco tiempo perdería a su amado esposo y que sus tres pequeñas hijas perderían pronto a su padre. Casi sin ayuda, tenía que trabajar en la granja familiar y soportar que los vecinos y familiares le dieran la espalda por “no hacer lo suficiente” para convencer a su esposo de cambiar de opinión. A muchos en la aldea les preocupaba que su defensa personal de la libertad religiosa pusiera en peligro a toda la comunidad.

El desprecio por la familia Jägerstätter no terminó con la decapitación de Franz en agosto de 1943. Los vecinos siguieron dándoles la espalda a Franziska. Otras viudas que habían perdido a sus esposos en la guerra recibían ayuda del gobierno, pero Franziska no. Solo los granjeros sumisos recibían subsidios para sacar sus granjas a flote. La familia Jägerstätter no cumplía los requisitos para recibir cupones para ropa y zapatos. Las personas de la aldea eran reacias a ayudar por miedo a que se pensara que animaban la objeción de conciencia. La familia siguió siendo menospreciada por décadas después de la guerra.

Aunque su testimonio no fue valorado en su época y por su comunidad, Franz Jägerstätter fue beatificado en 2007 y su familia estuvo presente. La homilía en la beatificación destacó que el testimonio del Beato Franz Jägerstätter todavía es un desafío que anima a todos los fieles que buscan vivir su fe con coherencia y un compromiso radical, aceptando consecuencias extremas de ser necesario. Franziska ciertamente siguió abrazando la cruz, muchos años después del martirio de Franz.

La defensa de la libertad religiosa no siempre implica el martirio. Pero sin duda suele ser poco popular y está acompañada por el sufrimiento.

Los obispos de EE.UU., muchas organizaciones religiosas sin fines de lucro y muchos empresarios han tomado el camino poco popular de la defensa de la libertad religiosa en nuestra época. Se oponen a un mandato federal que busca obligar a la gente de conciencia a facilitar seguros médicos que cubran la esterilización, los anticonceptivos y los fármacos abortivos, y obligar a los empleados de agencias católicas a aceptar para ellos y sus hijos una cobertura que viola las doctrinas de su Iglesia sobre el respeto por la vida humana. Sin duda, esta postura justificada tiene repercusiones para los empresarios que desean sobrevivir económicamente y las agencias y organizaciones católicas que desean continuar cumpliendo su misión sin descuidar a sus empleados.

Hay mucho en juego. Por este motivo los obispos han llamado a un esfuerzo en toda la nación por promover un movimiento por La Vida, el Matrimonio y la Libertad Religiosa mediante la oración, la penitencia y el sacrificio. En respuesta a los desafíos actuales a los derechos de conciencia, los obispos también han lanzado una campaña nacional de tarjetas postales: Proyecto Vida y Libertad. La campaña busca garantizar que los contribuyentes no sean obligados a subsidiar el aborto y que los individuos e instituciones católicos (y de otras religiones) no sean obligados a violar sus convicciones morales y religiosas cuando ofrecen o compran cuidados de salud, ni cuando ofrecen ayuda a gente necesitada. Debemos, como Iglesia y junto a todas las personas de buena voluntad, comprometernos a la oración, la penitencia, el sacrificio y la acción que cambiarán las actitudes públicas y la política del gobierno. Para unirse al esfuerzo, visite www.usccb.org/postcards
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Tom Grenchik es el subdirector del Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos. Para más información sobre las actividades pro vida de los obispos visite www.usccb.org/prolife.