Reducción selectiva: un cuento de moralidad

Susan E. Wills

19 de agosto de 2011

Un artículo de portada reciente publicado en The New York Times Magazine explora el "dilema ético" que los padres y doctores enfrentan cuando los tratamientos de fertilidad producen dos o tres hijos y los padres desean solo uno (Ruth Padawer, "The Two-Minus-One Pregnancy", 14 de agosto de 2011).

El aspecto más curioso de este artículo de 5000 palabras es lo que Times no consideró "apto para imprimir". Pero antes de hablar sobre lo que falta, tal vez los lectores estén interesados en aprender algunos hechos poco conocidos sobre la industria de la fertilidad que genera $3 mil millones.

La gran mayoría de los niños creados por medio de la fertilización in vitro (FIV) terminan muertos, ya sea antes de la implantación o antes de un nacimiento de término.

Para lograr un "índice de éxito" aceptable, los técnicos de FIV fertilizan varios óvulos (y a menudo muchos) al mismo tiempo.Mientras algunos de los embriones resultantes se transfieren al útero, muchos mueren o son descartados inmediatamente.Otros tal vez sean congelados para intentos posteriores, pero muchos no sobrevivirán el proceso de descongelamiento.

El cincuenta por ciento de los bebés concebidos por FIV que sí sobreviven son parte de un embarazo "múltiple" porque los doctores, al tratar de asegurarse que al menos un bebé sobreviva, transfieren varios embriones al útero a la vez.

¿Qué hacer cuando solo se desea un hijo, pero mellizos o trillizos continúan creciendo muy bien después de 12 a 14 semanas de gestación? Algunos doctores ofrecen a los padres la "reducción selectiva", abortar a todos excepto a uno de los bebés por razones sociales, no médicas.Otros se niegan a actuar como asesinos a sueldo.

El artículo describe con lujo de detalle las intenciones y motivaciones de las madres que quieren "reducir el embarazo" a un hijo y las circunstancias que ellas creen que respaldan su decisión:mellizos quitarían todo su tiempo, sin dejar nada para sus hijos mayores; una madre no quería "hacer malabares con dos recién nacidos o dos niños gritando" mientras que su marido estaba destacado en el exterior; otras no quieren "preocuparse por dos adolescentes tempestuosos o dos matrículas universitarias" cuando lleguen a los 60 años de edad; y más revelador: "el embarazo fue tan "a la consumidor" en su inicio, y esto era otra cosa más que podíamos controlar".

La autora da algunos motivos extraños de por qué "abortar a uno en un embarazo de mellizos... parece más controversial que… abortar un feto único", pero dos padres aluden al verdadero dilema:Quieren poder negar que se quita una vida humana intencionalmente, sin embargo, el niño al que se permite nacer será un testigo permanente de la humanidad del niño asesinado.

¿La pieza que falta? El artículo nunca menciona un factor decisivo en la determinación de si una "reducción selectiva" es moralmente mala:Objetivamente, ¿qué hace el doctor y cuál es intencionalmente su objetivo?Con el consentimiento o insistencia de los padres, inyecta una aguja que contiene una dosis letal de cloruro de potasio en el corazón de un niño por nacer.Claramente, su objetivo moral es matar a un niño inocente e indefenso "no querido".Las mejores intenciones y las circunstancias más convincentes no pueden cambiar un acto intrínsecamente malo en uno que es moralmente correcto.

Claramente, tal objeto contradice el amor del prójimo como también el amor de Dios, y por lo tanto cuenta entre los actos que la moral católica considera como intrínsecamente malos.Aquí no hay ningún dilema si verdaderamente entendemos lo que el aborto (incluso la "reducción") realmente implica.Parte del mal que practica la industria de la FIV es insensibilizar a los padres para que pierdan de vista este hecho.


Susan Wills es directora adjunta para educación y difusión del Secretariado de Actividades Pro-Vida de la USCCB. Para más información acerca de cuestiones pro vida y tecnologías de reproducción visite Life Giving Love.