Kimberly Baker

10de marzo de 2017

Las recientes conversaciones culturales sobre la importancia del progreso de las mujeres han incluido el mayor acceso al aborto, perpetuando la trágica suposición que ser 'pro mujer' y ser 'pro vida' son puntos de vista diametralmente opuestos. Esta creencia ignora la realidad de la belleza y dignidad de toda la vida humana. Ser pro mujer es ser pro vida, una cosa no puede existir sin la otra.

El aborto tiene resultados negativos para la mujer y su hijo, con la doble pérdida que incluye la destrucción de la vida del niño y la destrucción del bienestar de la madre. Las secuelas del aborto para una mujer a menudo incluyen el trauma psicológico y a veces el daño físico. Lejos de promover la dignidad y la libertad, el aborto promueve la mentira de que una mujer debe hacerse daño y hacer daño a su hijo para ser libre.

La idea de que el aborto empodera a las mujeres es una de las muchas mentiras de la sociedad que son, en realidad, increíblemente dañinas para las mujeres. ¿En cuántas otras áreas de la cultura las mujeres han escuchado que deben soportar dolor y buscar "soluciones rápidas" para su progreso, ya sea mediante la industria de la moda, los desórdenes alimenticios o la cirugía plástica? Los defensores del aborto perpetúan el mito de que las mujeres deben "sacrificarse" y hacerse daño para preservar su igualdad y la libertad de progresar en el mundo.

Muchas mujeres han rechazado con justa razón el mito de que deben "superar los obstáculos" que le presentan para ser reconocidas y valoradas como seres humanos. La verdadera postura pro mujer exige que una mujer sea amada y valorada por quién es, exactamente como es, no porque se ha traicionado a ella misma. El aborto es anti mujer porque ataca parte de lo más hermoso y verdadero de la mujer. El aborto es la antítesis de la habilidad de una mujer de dar y cuidar la vida.

Los defensores del aborto tratan el embarazo como un problema o enfermedad. El embarazo no es el problema, el problema es la falta de cuidado de la mujer, de su dignidad y de su capacidad para dar vida. Cuando la sociedad devalúa la maternidad y la capacidad de dar vida, haciéndolas fuentes de vergüenza y molestia, aumenta la posibilidad de que una mujer sienta que no tiene más opción que abortar a su propio hijo.

Se nos llama a amar. Una mujer que enfrenta un embarazo no buscado nunca debe sentir que debe enfrentarlo sola. Necesita saber que otros realmente se interesan por su dignidad y bienestar, y que puede recibir ayuda de diversas fuentes, en especial de recursos diocesanos como la oficina Respetemos la Vida, Caridades Católicas, hogares para madres y centros locales de ayuda para el embarazo. Madres e hijos merecen cuidados especializados y compasión; merecen un futuro lleno de esperanza.

Cuando demos testimonio y cultivemos la cultura de la vida, ¿de qué maneras podemos mostrar apoyo a las madres que enfrentan embarazos no buscados y por todas las mujeres y los desafíos especiales que enfrentan? La sociedad a menudo cosifica a la mujer y le dice que debe rechazar su capacidad de procreación y cuidado para ser igual que el hombre y sentirse respetada. Pero hay mucho que podemos hacer en nuestro testimonio personal para contrarrestar estas mentiras. Cuando celebremos y apoyemos a las mujeres con sus dones y contribuciones especiales, incluyendo su capacidad para dar vida, se sentirán animadas a tomar decisiones que afirmen su propia vida y la de sus hijos.

Ser pro mujer es ser pro vida. Si deseamos cambiar la conversación cultural, debemos ser parte de ella.


Kimberly Baker es coordinadora de programas y proyectos para el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre ayuda local para toda mujer que enfrenta un embarazo difícil, visite www.heartbeatinternational.org.