Una misericordiaespecial (In English)

Mary McClusky

7 de junio de 2013

Al igual que mucha gente, he estado esperando con mucho deseo la misa papal en la Plaza de San Pedro como parte de la "Celebración del Evangelium vitae: fieles a la vida" del Año de la Fe, una celebración de dos días de la encíclica Evangelium vitae del beato Juan Pablo II. Cuando comencé a preguntarme qué mensaje daría el Papa Francisco el 16 de junio en su primera misa papal dedicada a la causa de la vida, recordé un día caluroso y húmedo en Saint Louis, Misuri, hace catorce años.

Durante mis vacaciones de verano en la universidad, participé de una oración pro vida y caminata para dar testimonio cruzando el país. Mientras cenábamos en un bar una noche, me acerqué a la barra a buscar otra bebida y empujé accidentalmente a una mujer. Cuando me disculpé, me preguntó sobre nuestro grupo. Al escuchar mi respuesta, su indignación fue evidente: "¿Qué pueden saber sobre el aborto un grupito de estudiantes católicos? ¿Alguna vez te has practicado uno?". Admití que no y que no conocía a nadie que lo hubiera hecho. Ella respondió: "Bien, es fácil predicar sobre algo de lo que no sabes nada. Pero no sabrás lo que es hasta no haber transitado el camino de una mujer".

Una vez que admití que probablemente di la impresión de que pensaba que lo sabía todo y que no tenía experiencia directa sobre el aborto, "Louise" me contó que ella había tenido tres abortos durante dos difíciles y largas relaciones.

Nunca olvidaré el abatimiento en su voz cuando, sujetando su vaso medio vacío de cerveza, preguntó: "¿Quién querrá casarse conmigo ahora?". Se me partió el corazón escucharla decir que, a pesar de tener una carrera exitosa, muchos amigos y un apartamento en la ciudad, no se sentía digna de ser amada debido a su pasado. La vergüenza y la culpa le impedían tener esperanzas de hallar el amor y casarse.

La escuché y le dije que Dios la amaba y que Él todo lo perdona. Aunque nunca volví a hablar con ella, me ayudó a comprender la profunda herida que el aborto deja en el corazón y en el alma de una mujer.

El beato Juan Pablo II reconoció esta herida al incluir una "reflexión especial... para vosotras, mujeres que habéis recurrido al aborto" en Evangelium vitae (99). Las animó a confiar en la misericordia de Dios, prometiéndoles esperanza, paz y sanación, en especial por medio del Sacramento de la Reconciliación.

El acontecimiento en Roma en el marco del Año de la Fe celebrará, afirmará y animará a todos los que dedican tiempo y energía a cuidar las necesidades de las personas mayores, discapacitadas, enfermas, no natas, que agonizan o que sufren de alguna manera. Las palabras especiales del Evangelium vitae a las mujeres que recurrieron al aborto nos recuerdan que es vital que los defensores del Evangelio de la vida se acerquen con amor a apoyar a las mujeres que recurrieron al aborto y a todas las personas afectadas por el aborto.

Junto a los peregrinos de todas partes del mundo que se reúnan al Papa Francisco para compartir lo que él denominó un momento especial, en particular para quienes defienden la santidad de la vida humana, unámonos en oración y recordemos las necesidades especiales de las mujeres que han tenido un aborto. Pidamos en oración poder ver en ellas a Cristo, ofrecerles esperanza para aliviar su dolor y sufrimiento y compartir con ellas el mensaje especial de Dios de misericordia, esperanza y sanación.

Si conoces a alguna persona que haya sido afectada por el aborto, dile que puede encontrar ayuda, alguien que la escuche y un corazón compasivo en el ministerio del Proyecto Raquel de su comunidad visitando www.esperanzaposaborto.com o www.hopeafterabortion.com.


Mary McClusky es coordinadora de proyectos especiales del Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre las actividades pro vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife.


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