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Durante muchos años he ido a confesarme. Un sacerdote me dijo una vez: "Dios te ha perdonado. Tienes que perdonarte a ti misma. Te estás castigando a ti misma con tu propio purgatorio". Pero yo no me atrevía a aceptar el perdón.
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Yo sé que Dios me ha perdonado por este pecado que cometí, pero es tan difícil para mí perdonarme. Trece años más tarde y todavía no me he perdonado. Vivo con esta vergüenza, la culpa y el asco cada día de mi vida.
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Estos son solo algunos de los miles de mensajes enviados a la página digital del Ministerio del Proyecto Raquel (esperanzaposaborto.org), el ministerio posaborto de la Iglesia Católica. Expresan la lucha de muchas mujeres que buscan el perdón después de un aborto.
Un sacerdote activo en el ministerio del Proyecto Raquel habló una vez de la desolación espiritual que atraviesan las mujeres que han abortado: "Muchas sienten que han cometido 'el pecado imperdonable' y están destinadas al infierno, o que merecen estar en el pabellón de la muerte. La mayoría sufren esta desolación espiritual en silencio, muy avergonzadas y sintiéndose indignas de buscar la reconciliación con Dios".
Que una mujer profundamente arrepentida no confíe en la voluntad de Dios –su afán– de perdonarla, o que después de recibir la absolución en el Sacramento de la Reconciliación no puede aceptar que ha sido perdonada y / o sigue sin poder perdonarse a sí misma –estos obstáculos a la curación y la paz no nos dicen nada acerca de quién es Dios ni de la eficacia del Sacramento. Lo que nos dicen es que estas mujeres están devastadas por la pérdida de sus hijos, conscientes de la gravedad de su pecado, y que nunca se han encontrado con un amor misericordioso en sus relaciones con los demás, un amor que podría haberles permitido tener esperanza en el infinitamente misericordioso y mayor amor de Dios.
¿Es la desesperación de no sentir el perdón simplemente un producto de la "culpa católica", como algunos partidarios del aborto han sugerido? Incluso los no creyentes reconocen su necesidad del perdón de Dios y de la capacidad de perdonarse a sí mismos. Otra carta a Hope After Abortion (Esperanza Posaborto) dice en parte:
No soy religiosa, pero tengo miedo de que voy a ser castigada en el más allá por lo que he hecho. ¿Adónde pueden acudir los que fueron criados como ateos? ... No quiero escuchar a la gente decir que tengo que perdonarme a mí misma, porque después de todos estos años todavía no puedo. Tengo miedo de que nunca voy a poder, porque sé que lo que hice estuvo mal.
Ella puede escribir "Sé que lo que hice estuvo mal" porque Dios ha escrito Su ley en cada corazón humano (cf. Heb 8,10). Pero cuando un embarazo desencadena una "crisis", fácilmente la conciencia puede ser ahogada por los temores: miedo a ser condenada, de decepcionar a los padres, de perder a un novio, de no poder completar la educación de uno, el miedo de criar a un niño sola o miedo a lo que podría ser la crianza de un niño con discapacidades severas.Puede parecer imposible que una mujer que haya abortado encuentre sanación y paz, y mucho menos esperanza y alegría, mientras esté convencida de que Dios no perdonará el pecado del aborto. Si como ella cree, va a pasar la eternidad en el infierno, separada para siempre de su hijo, ¿cómo puede empezar a perdonarse a sí misma por haber desechado a su hijo y renunciado a su felicidad presente y futura?
Dios ha provisto la solución a esta desgracia y nos pide ser catalizadores en la solución. Es creer en nuestro corazón lo que Jesús ha dicho y mostrado en repetidas ocasiones: "Yo soy el amor y la misericordia misma... Que ningún alma tema acercarse a mí, aunque sus pecados sean como escarlata".1 "No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla acercándola a Mi Corazón misericordioso".2 "Tanto mayor sea su pecado, mayor es su derecho a Mi misericordia".3 A lo largo de la historia de salvación, Dios ha recibido a los pecadores arrepentidos con especial alegría. Jesús concluye la parábola de la oveja perdida con estas palabras: "habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse" (Lucas 15,7).
Gracias al Proyecto Raquel he vuelto a ser yo. El retiro me dio la oportunidad de conocer el amor de Dios y el perdón, algo que había decidido que yo no merecía. Yo no sabía que Dios estaba allí, todo el tiempo, ofreciéndome su amor... De hecho, me siento más liviana. El poder del perdón cambia la vida. Estoy feliz de nuevo y la gente a quien amo lo siente.
Jesús se detiene a hablar en privado con la samaritana junto al pozo de Jacob. Está al margen, despreciada por haber tenido cinco maridos y ahora vive con alguien que no es su marido. En una conversación marcada por la ternura, la verdad y el amor, Jesús revela su dignidad inherente a ella y le confiesa que su misión es salvar a todos los hombres y mujeres. Enseguida se convierte en un apóstol de su aldea. (Jn 4,4-26)
Cuando Simón y otros fariseos se escandalizaron porque Jesús permitió que una "pecadora" le lavara los pies con sus lágrimas mientras cenaba en la casa de Simón, Jesús la señala como ejemplo de humildad, gratitud y amor: "Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le quedan perdonados, por el mucho amor que ha manifestado" (Lc 7,36-50). Ni siquiera una sola vez Jesús rechaza al pecador contrito y humilde.
El Beato Juan Pablo II prevé que las mujeres que han abortado y que se acerquen a Jesús con humildad y contrición y que luego conozcan su amor misericordioso también se convertirán en las evangelizadoras más elocuentes de Jesús:
Ayudadas por el consejo y la cercanía de personas amigas y competentes, podréis estar con vuestro doloroso testimonio entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida. Por medio de vuestro compromiso por la vida, coronado eventualmente con el nacimiento de nuevas criaturas y expresado con la acogida y la atención hacia quien está más necesitado de cercanía, seréis artífices de un nuevo modo de mirar la vida del hombre.4
¿Cómo podemos ser catalizadores en la curación de las mujeres que hayan tenido abortos, y ayudar a todos los demás a creer en el amor misericordioso de Dios, para que puedan encontrar la curación de cualquier pecado grave? Hagamos caso del consejo del Papa Francisco:
Acepta la oferta de Dios... Para Dios no somos números, somos... lo más importante que tiene; aun siendo pecadores, somos lo que más le importa... dejémonos envolver por la misericordia de Dios; confiemos en su paciencia que siempre nos concede tiempo; tengamos el valor de... [dejar] que Él nos ame, de encontrar su misericordia en los sacramentos. Sentiremos su ternura, tan hermosa, sentiremos su abrazo y seremos también nosotros más capaces de misericordia, de paciencia, de perdón y de amor.5
Susan E. Wills, Esq. es directora adjunta para educación y difusión del Secretariado de Actividades Pro-Vida de USCCB.
Si sabes de alguien que necesita ayuda confidencial para sentir el perdón y la sanación de Dios, comunícate con www.esperanzaposaborto.org o 888-456-HOPE (4673).
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1 Diario de Santa Faustina Kowalska: la
Divina Misericordia en Mi Alma (Stockbridge, MA: Marian Press, 1987), 699.
2 Diario, 1588.
3 Diario, 1182.
4 Beato Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitae (El Evangelio de la vida) 1995, no. 99.
5 Papa Francisco, homilía, 7 de abril de 2013.