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27 de junio de 2025
Reza para que el Señor proteja a los refugiados y migrantes vulnerables, y que la Iglesia goce de la libertad para llevar a cabo los ministerios que Cristo le ha encomendado.
Reflexiona
El ministerio a los migrantes no es secundario a la obra de la Iglesia. Es esencial. Institucionaliza esas obras de misericordia corporales que son expresión del amor de Cristo. Jesús nos enseñó que seremos juzgados en función de cómo tratamos al extranjero y al preso, al hambriento y al sediento (Mateo 25,31–46). Por este motivo podemos ver a la Iglesia sirviendo a los necesitados en las fronteras de nuestro país y fuera de ellas. Las naciones tienen el derecho de controlar sus fronteras y proteger a las comunidades que están dentro, pero a la vez, las naciones prósperas “tienen el deber de acoger, en cuanto sea posible, al extranjero que busca la seguridad y los medios de vida que no puede encontrar en su país de origen” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2241). Cuando una persona necesitada se acerca a nosotros, no revisamos sus documentos antes de servirlos como Cristo nos enseñó. En cambio, reconocemos su dignidad inherente conferida por Dios y la realidad de que “[t]odo emigrante es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación” (Caritas in veritate, 62).
Actúa
La USCCB defiende activamente los derechos de organizaciones religiosas, incluidas las organizaciones benéficas religiosas que sirven a los migrantes. Únete a la USCCB en estas iniciativas suscribiéndote para recibir alertas de acción en www.votervoice.net/USCCB/register.
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