Notas para el leccionario—San Pedro y san Pablo
Testigos de esperanza: Semana de la libertad religiosa 2025
29 de junio de 2025
La Solemnidad de san Pedro y san Pablo, apóstoles
Lecturas, misa del día
Primera lectura: Hechos 12, 1–11
Salmo responsorial: Salmo 34, 2–3.4–5,6–7.8–9
Segunda lectura: 2 Timoteo 4, 6–8.17–18
Evangelio: Mateo 16.13-19
La esperanza en el Señor
- La primera lectura nos cuenta el relato de que Pedro es salvado de la persecución de Herodes. Pedro sigue al ángel de Dios, aunque no comprende plenamente lo que está sucediendo. A veces nos puede resultar difícil encontrar a Dios en nuestro mundo quebrantado. Al igual que Pedro, debemos confiar en el amor perdurable que Dios tiene por nosotros.
- De manera similar, el Evangelio cuenta un relato de la confianza de Pedro en el Señor. Jesús confirma la fe de Pedro en Jesús como el "Mesías, el Hijo de Dios vivo". La confianza incondicional de Pedro en Dios es lo que le da fuerzas para aceptar su función como jefe de los Apóstoles en la Iglesia joven.
- La fortaleza de Pedro proviene de su fe en Dios. Asimismo, nosotros también podemos recurrir a nuestra fe para ser testigos firmes de la presencia de Dios y de su deseo de estar cerca de cada uno de nosotros.
- La segunda lectura también muestra la fe de Pablo en el Señor. Después de su conversión, Pablo está decidido a llevar más almas a Cristo. Pablo sufrió muchas pruebas en su tarea de conseguir discípulos para Cristo, animado por su inquebrantable confianza en Dios. Fue testigo de esperanza en sus palabras y hechos, y nos da un ejemplo de devoción incondicional a Jesucristo.
Confiar en Cristo da libertad
- Escuchamos en las tres lecturas de hoy que Pedro y Pablo confían plenamente en la providencia de Dios para ellos. Su fe en Jesús prepara el camino para que ellos guíen a otras personas a Dios. Reconocen que todo lo demás que suceda a su alrededor no tiene mucha importancia al lado de su fe y confianza en el Señor. Nos puede animar que estos santos nos muestran la manera de mantenernos fieles al amor de Dios. Nuestra cultura tumultuosa puede dificultar la proclamación de nuestra fe. Sin embargo, estas lecturas nos recuerdan mantener nuestra mirada en Cristo.
- En todos sus escritos, Pablo señala que somos justificados por Cristo, no la ley. Su punto no es menospreciar la ley sino enfatizar la centralidad de Cristo. La ley en definitiva apunta a Cristo y a una vida en el Espíritu. Nuestra vida en el Espíritu nos da la esperanza para ser hijos auténticos y amados de Dios.
- Para los católicos, es fácil caer en la trampa de enfocarnos en nuestras obligaciones como meras obligaciones. Nos preguntamos: “Si llego a misa después de las lecturas de la Sagrada Escritura, ¿cumplimos? ¿Cuál es el máximo que puedo comer un día de ayuno? ¿Está bien si solo voy a confesarme cuando hice algo muy malo?”. Es importante que comprendamos que nuestras obligaciones son caminos hacia la libertad. Casi nunca un pianista, bailarín o atleta alcanza la excelencia haciendo lo mínimo. Y, sin embargo, solo el pianista, bailarín o atleta de excelencia es verdaderamente libre frente a su arte en particular. La meta de la vida cristiana es la comunión con Dios y hacernos conforme a Cristo en el poder del Espíritu Santo. No nos enfocamos en las obligaciones porque queremos cumplir con lo mínimo. En cambio, participamos de prácticas católicas para hacernos conforme a Cristo, y así ser libres.
Testimonio de nuestra fe en Dios
- Nuestro bienestar está con Dios. Escuchamos una y otra vez, especialmente en el Salmo de hoy, el mensaje de que el Señor rescata a su pueblo. Puede haber conflictos en esta vida, pero Dios es fiel, y el salmista encuentra vida y paz con Él. Estamos llamados a ser faros de esperanza alimentados por nuestra fe en la cercanía de Dios.
- En la segunda lectura, Pablo se consuela al saber que se ha ofrecido por completo al servicio del Señor. Ha sido testigo de la fidelidad de Dios, y Dios lo sostuvo en tiempos de dificultad. También podemos consolarnos cuando sabemos que “hemos corrido hasta la meta y hemos perseverado en la fe”. Nuestro llamado es correr la carrera demarcada para nosotros con los ojos puestos en Cristo que nos salva.
- El salmista nos da la oración de una persona que confía en la fidelidad del Señor, y por lo tanto es incondicional en seguirlo. En el Señor, encontramos seguridad, alegría y libertad verdaderas. El Señor nos da la esperanza que es nuestra fuente de fortaleza.