Una Declaración del Comité sobre la Mujer en la Sociedad y en la Iglesia y el Comité sobre el Matrimonio y la Familia

Primera Parte: Introducción

Nosotros oímos de él mismo [Cristo] su mensaje y se lo anunciamos a ustedes:
Que Dios es luz y que en él no hay tinieblas, . . . y si andamos en la Luz, como él está en la Luz, estamos en comunión unos con otros . . ." (1 Juan 1:5-7).

English (Inglés) Version

En nuestra declaración de 1992 Cuando Pido Ayuda, condenamos la violencia doméstica contra las mujeres y manifestamos inequívocamente que ni las Escrituras ni la Iglesia justifican situaciones abusivas. Condenamos ahora otro tipo de violencia: el abuso sexual de menores, especialmente en el hogar o en un contexto familiar.

El abuso sexual de menores consiste en la explotación de un niño para la gratificación sexual de un adulto. Puede incluir exhibicionismo, caricias y contacto sexual, y también el uso de menores en materiales pornográficos.1 Debido a que el abuso frecuentemente ocurre en el hogar y las víctimas son menores, el abuso sexual de menores en el curso de los siglos ha sido encubierto por una conspiración de silencio. La gente tiende a pensar que ciertas figuras dotadas de autoridad, tales como padres, padres adoptivos, profesores o sacerdotes, están por encima de cualquier reproche, que esos "pilares de la comunidad" no podrían abusar de los menores. El comportamiento abusivo frecuentemente se oculta detrás de máscaras de amor y confianza.

Mientras la incidencia real del abuso sexual de menores permanece desconocida, es sin embargo significativa.2 Nosotros afirmamos, firme y claramente, que cualquier acto de abuso sexual de un menor es moralmente reprobable. Nunca se puede justificar.

¿Por Qué Hablar Ahora?

Con la salida a la luz de la tragedia del abuso sexual de menores, nosotros, como pastores, consideramos que es importante hablar de este asunto delicado y difícil para ofrecer una palabra de esperanza y ayuda a las familias que han sido afectadas por esta tragedia. Sacerdotes y personal de la parroquia relatan que víctimas del abuso sexual les cuentan sus experiencias; otros muchos posiblemente guardan silencio por temor y vergüenza. El personal de la parroquia también relata la tragedia que ocurre cuando miembros de la familia saben que existe el abuso sexual pero guardan silencio. Sabemos, sin embargo, que cuando el abuso sexual se reconoce y se confronta, muchas personas pueden salir adelante y establecer relaciones saludables. Sabemos, también, que algunos transgresores pueden modificar su comportamiento.

Estamos obligados a hablar aun sabiendo que la Iglesia lleva una carga pesada de responsabilidad en el área del abuso sexual. Algunos ministros ordenados, así como también algunas hermanas y hermanos religiosos, han acosado sexualmente a adolescentes y a menores. Estamos profundamente conscientes de la confusión y el sufrimiento ocasionados por este abuso y nos comprometemos a enfrentarnos a estas situaciones de forma responsable y con humildad. La Conferencia Nacional de Obispos Católicos ha establecido un comité ad hoc sobre el abuso sexual por el clero para ayudar a los líderes de la iglesia a tomar las medidas pertinentes. Nuestras diócesis han desarrollado normas de vasto alcance en lo que concierne al abuso sexual, que frecuentemente se aplican a empleados y voluntarios, así como también al clero y a religiosos. Nosotros estamos completamente comprometidos a prevenir el abuso sexual de menores y a procurar la salud íntegra de sus víctimas.3

Hablamos también como ciudadanos de una nación y un mundo que condena la explotación de niñas. Mientras que reconocemos que el abuso sexual de menores es común—algunos estudios lo estiman de un 20 a un 25 por ciento del total de las víctimas infantiles4—un número abrumador de víctimas del abuso sexual está compuesto de niñas. Nos alarma especialmente el número tan elevado de víctimas que son niñas menores de 12 años.5 Nos unimos a las Naciones Unidas, a la Agencia Internacional del Niño Católico, y a otros grupos en llamar la atención a la vulnerabilidad de las niñas en todo el mundo, incluyendo los Estados Unidos de América.

¿A Quiénes Nos Dirigimos?


  • A los adultos que fueron abusados sexualmente en su niñez
  • A los jóvenes que son, o han sido, sexualmente abusados, y a sus familias
  • A los que abusan y a los que posiblemente pueden abusar y sienten la necesidad de expresar sus impulsos abusando sexualmente de aquellos a los que tienen el compromiso de amar y proteger
  • A sacerdotes, agentes parroquiales, a los que trabajan con jóvenes, comisiones y consejos de mujeres, educadores, y otros líderes eclesiales que pueden ayudar a aquellos que son abusados y a los transgresores
  • A personas de todos los credos religiosos que se preocupan por las familias en crisis
  • A toda la sociedad, que está llegando a reconocer el peso terrible del abuso sexual de menores y la necesidad de actuar para contrarrestarlo

Qué Esperamos Hacer

Nos damos cuenta de que la sanción emocional y espiritual puede ocurrir únicamente cuando estos asuntos se pueden tratar abiertamente. Con esta declaración buscamos sacar a la luz la tragedia del abuso sexual de menores, para llevar al público información necesaria, y ofrecer los recursos espirituales, sacramentales y sociales de la Iglesia para que el proceso de recuperación pueda comenzar. Igual que con Cuando Yo Pida Ayuda, nuestra intención es que esta declaración sea una introducción—conjuntamente con algunas sugerencias prácticas—a lo qué las parroquias, las diócesis y la gente comprometida de todas las religiones pueden hacer ahora con respecto al abuso sexual de menores.


Segunda Parte: Las Dimensiones del Abuso Sexual de Menores

 

Los Que Son Abusados

El abuso sexual ocurre en todos los grupos raciales y culturales; en áreas rurales, suburbanas y urbanas; y en todos los niveles socio-económicos y educativos. Las autoridades creen que muchos casos no son conocidos porque involucran a la familia o a amistades.

Las víctimas de abuso sexual que se conocen son, en su mayoría, menores de edad escolar. Sin embargo, hay evidencia que indica que el abuso sexual puede comenzar a una edad incluso más temprana. Al menos, un centro importante de tratamiento informó en 1993 que el 25 por ciento de sus pacientes son de cinco años o menores.6

Debido a que el transgresor teme ser descubierto, el abuso sexual comunmente tiene lugar en secreto y se protege con silencio. La negación del abuso sexual es mucho más fuerte que la negación del abuso físico o emocional, y comunmente el niño se aísla con el abuso y sus efectos. Los menores frecuentemente se culpan a sí mismos por la situación de abuso. Es importante, pues, tranquilizar al niño dándole la seguridad de que él o ella no es responsable del abuso. La responsabilidad cae sobre el adulto al violar lo personal e íntimo que el menor no pudo proteger por sí solo.

El Perfil del Transgresor

Los transgresores provienen de todas las clases sociales, todos los niveles económicos, y todos los grupos étnicos. Los hombres cometen un 90 por ciento del abuso sexual, y de un 70 a un 90 por ciento es cometido por personas que el menor conoce. Los miembros de la familia constituyen de una tercera parte a una mitad de los que acosan a niñas y de un 10 a un 20 por ciento de los que acosan a niños.7

Es imposible identificar con exactitud posibles transgresores sexuales. Diversos estudios indican que pueden tener una inclinación mayor a abusar de las drogas y el alcohol; pueden haber sido abusados en su niñez o haber presenciado el abuso; tener muy baja auto-estima; consideran una relación sexual con un niño más fácil y menos amenazadora que con un adulto; mantienen expectativas rígidas de los roles dentro de la familia, y ven con sospecha a cualquier persona que no es de la familia; justifican sus acciones; y no consideran que su acoso es moralmente injurioso. Algunos transgresores sexuales, sin embargo, no muestran ninguna de estas características, mientras que otros muestran sólo unas pocas. Otros podrían desplegar muchas de estas características sin haber nunca contemplado la posibilidad de acosar sexualmente a un niño.8

Un Escenario de Abuso

El proceso de abuso es complejo y variado. Típicamente se desenvuelve en el transcurso del tiempo. En la preadolescencia y en menores más jóvenes, frecuentemente comienza como un juego "especial" entre el niño y el transgresor, algo que nadie más tiene el "privilegio" de compartir. En la mayoría de los casos el transgresor sexual tiene una posición de autoridad sobre el niño, es alguien al que el niño ama y en quien confía.

Inicialmente, los transgresores pueden tratar de explicar sus acciones. Ellos pueden decirle a un joven preadolescente con curiosidad hacia la sexualidad, "Esta es tu educación sexual". Cuando un niño muestra perturbación, el transgresor puede decir, "Esto te ayudará a sentirte mejor". Los menores no comprenden qué sucede y con frecuencia siguen la corriente, especialmente al principio.

Cuando las caricias progresan a encuentros sexuales más íntimos, los transgresores suelen decirle al niño, "Este es nuestro secreto, sólo entre tú y yo". A veces hay una amenaza de castigo o daño a otros si el niño cuenta a alguien lo que sucede. Entonces cuando los sentimientos de culpabilidad y vergüenza afloran, los menores se cohiben. Están demasiado atemorizados para buscar ayuda. Dar a conocer un "secreto de familia" al mundo es impensable.

Las Señales de Abuso Sexual

Ciertas señales físicas y de comportamiento así como también comentarios indirectos hechos por el niño pueden ser señales de que hay abuso sexual. Hay varias pistas que se pueden seguir cuando uno sospecha la posibilidad del abuso sexual de un niño. Las señales físicas incluyen irritación, dolor o daño en el área genital o infección genital o urinaria. Un niño puede aislarse o mostrar súbitamente un cambio inexplicado en su comportamiento. Otras señales pueden ser comportamiento nervioso, agresivo, hostíl o perturbador hacia los adultos, especialmente los padres. Un niño puede manifestar trastornos en las comidas o el sueño, incluyendo pesadillas o insomnio. Se debería también estar alerta si se percibe conocimiento o acciones de una naturaleza sexual que no son apropiadas de la edad. Una sola señal no sería una indicación positiva ya que cualquiera de estas señales podría indicar otras condiciones también. Sin embargo, si varias de estas señales están presentes en un menor, la posibilidad de abuso sexual debería considerarse y se deberán tomar las medidas indicadas, incluyendo una evaluación médica.

Los Efectos del Abuso Sexual en Menores y Adultos

El grado de daño que sufre un menor como resultado de abuso sexual depende de diversos factores, incluyendo la naturaleza del acto, la edad del menor y el ambiente general que lo rodea.9 El abuso sexual puede ocasionar daño físico tal como heridas, desfiguración y deformidades. El daño emocional puede incluir una baja auto-estima; sentimientos profundos de culpabilidad; sentimientos de aislamiento que conduce a la marginación social; la incapacidad de confiar o de mantener amistades; el comportamiento sexual inapropiado; incapacidad para relacionarse sexualmente con el cónyuge; y el síndrome traumático de tensión posterior, tal como, recuerdos, adicción al alcohol o a las drogas y la depresión. Un experto destaca, "Aunque el abuso sexual de un niño no siempre conduce a un daño permanente, uno debería considerar que todas las experiencias sexuales de abuso son potencialmente nocivas".10 Nosotros sabemos, también, que el ciclo de abuso, a menos que se rompa, puede continuar en generaciones sucesivas.

Efectos en la Fe y la Espiritualidad

A nosotros nos preocupan los efectos del abuso sexual en el desarrollo total de menores abusados y de los supervivientes adultos; como pastores, estamos particularmente interesados en el desarrollo espiritual y la práctica religiosa. Los menores, por ejemplo, comúnmente basan su imagen de Dios—quién es Dios y cómo Dios actúa—en los adultos que ellos encuentran en sus familias y parroquias. Cuando la persona que los abusa sexualmente es también un padre u otro adulto de confianza, los menores podrían tener dificultad en imaginarse, mucho menos desarrollar, una relación con un Dios amoroso. Esta dificultad puede intensificarse si el transgresor se percibe como una persona activa en la Iglesia. Los menores pueden sentirse enojados con Dios y actuar con hostilidad hacia aquellos que son ministros de Dios. Algunos pueden ver a Dios con terror, a causa de imágenes distorsionadas de Dios adquiridas en sus experiencias pasadas. Muchos son incapaces de rezar y rechazan su fe religiosa.

Las víctimas de abuso sexual pueden encontrar que los sentimientos de ira, traición y culpabilidad dificultan el crecimiento espiritual. Pueden encontrarse con disposición al odio a sí mismos y a la auto-destrucción. Puesto que ellos no se aman a sí mismos, no pueden creer que nadie más, incluyendo Dios, los ame. Se pueden preguntar airadamente: "¿Dónde estaba Dios en todo esto? ¿Por qué no me ayudó Dios?"

Sanción, Perdón y Arrepentimiento

La Escritura nos recuerda que Jesús extiende su poder sanador en las circunstancias más desesperadas. Recuerden, por ejemplo, la historia de la hija de Jairo, a quien Jesús resucitó (Lc 8:41-56). En esa situación aparentemente sin esperanza, Jesús le extendió la mano a la niña, reanimó la chispa de vida en ella, y la devolvió a la comunidad. Su cuidado fue muy humano. Denle algo de comer, Él pidió a los presentes, cuando ella comenzó a caminar por la sala.

Los afectados por el abuso sexual desean ser sanados. Anhelan librarse de la carga pesada que llevan dentro de sí. Los transgresores, también, buscan sanción, una vez que ellos llegan a reconocer y a sentir el dolor tan terrible que han causado.

Sanción para Aquellos que Han Sido Acosados Sexualmente

Hoy, Jesús todavía restaura el espíritu humano mediante la oración y la vida sacramental de la Iglesia. La Eucaristía, una señal del amor de Dios para nosotros, es una celebración del proceso continuo de sanción y reconciliación. Muchos han recibido paz y fortaleza de los servicios de sanción o de grupos de oración para "sanar la memoria". Además, el sacramento de reconciliación da la oportunidad de entregar a Dios eventos y personas del pasado, teniendo en cuenta que su amor puede traer el bien de algo malo. Como la Epístola a los Romanos nos asegura, "Sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman" (8:28).

Como parte del proceso de sanción, nosotros nos damos cuenta de que ese perdón es uno de los puntos más importantes a los que se enfrentan las víctimas del abuso. El perdón es rara vez fácil, pero para las víctimas del abuso sexual puede parecer imposible.

El perdón es un regalo y también un proceso—un regalo de Dios y un proceso que implica el trabajo de corazones y mentes humanas. El proceso, frecuentemente largo, comienza con reconocimiento del abuso, el enfrentamiento de sentimientos que pueden haber estado suprimidos por largo tiempo, y el desarrollo de una identidad positiva por parte del afectado. Nosotros no estamos a favor de precipitar el proceso. No podemos empujar la víctima a perdonar simplemente porque nosotros, la comunidad cristiana, nos sentimos incómodos con este asunto. Más bien, necesitamos permanecer con la víctima, para mostrar el mismo interés paciente, benigno y cariñoso que Jesús mostró a esos que sufrían.

Perdonar no es olvidar, ni tampoco consiste en disculpar el abuso o en absolver al transgresor, lo cual sólo Dios puede lograr. Nuevamente subrayamos que el abuso no es culpa de la víctima, pero nos damos cuenta que algunas víctimas luchan con el hecho de que hicieron cosas que quizás eran dolorosas y destructivas pero que eran un medio para hacer frente al abuso. Nosotros animamos a los sobrevivientes a ser indulgentes consigo mismos y dejar de culparse innecesariamente.

Para el Transgresor

Con respecto a los transgresores, debemos recordar que la justicia juega un papel en el proceso del perdón. En imitación de Cristo, la comunidad cristiana le extiende la mano al transgresor pero claramente lo considera responsable. Algunos, en la comunidad cristiana, podrían creer que liberar al transgresor de su sufrimiento, es ser caritativos e igual que Cristo. Pero para poder ser curado, sin embargo, el transgresor debe reconocer el daño que ha causado. Hacemos incapié que la comunidad, incluyendo la familia, necesita llamar al transgresor a la responsabilidad. Nosotros necesitamos decir: "El comportamiento abusivo es un agravio y usted es responsable de ello. Nosotros estaremos con usted mientras sufre las consecuencias de su comportamiento, pero esperamos que usted reconozca el daño hecho y pida perdón."


Tercera Parte: Respondiendo

En los Evangelios vemos que Jesús curó en diferentes maneras. Él ofreció curación física así como también sanción más profunda y espiritual. Sus palabras, siempre pronunciadas en verdad y amor, también trajeron sanción, incluso cuando ellas incomodaban a los que las escuchaban. Él correspondió atentamente a los que buscaban sanción para sí mismos, así como también a los que intercedían por otros.

Igual que Jesús, la Iglesia trata de llegar con sanción y reconciliación a las personas sin esperanza. Con el deseo de restaurar integridad a las víctimas/sobrevivientes de abuso sexual y a sus familias, y queriendo romper el ciclo del abuso, nosotros buscamos:

  • Ofrecer seguridad física y ayuda para víctimas/sobrevivientes del abuso sexual;
  • Causar la sanción espiritual y emocional, el perdón y la reconciliación para víctimas/sobrevivientes y sus familias, reconociendo que no siempre es posible mantener a la familia unida;
  • Formar conciencia sobre este asunto con nuestra predicación y enseñanza;
  • Ofrecer ayuda y apoyo a los transgresores, y al mismo tiempo considerarlos responsables de sus acciones;
  • Promover la educación de los párrocos y empleados de la iglesia sobre este asunto y animarlos para que ofrezcan ayuda apropiada.
Nosotros no minimizamos la naturaleza complicada del abuso sexual ni la tarea de prevenir, intervenir y apoyar a los que buscan superar su pasado. Creemos, sin embargo, que las parroquias pueden jugar un papel importantísmo en este proceso mediante la liturgia y los sacramentos, la educación y el apoyo comprensivo y sabio de los feligreses. Una sobreviviente da testimonio de esto, escribiendo que ella encontró a Dios en las liturgias de su comunidad parroquial. Ella dice:

"Al caminar los caminos sucios del Calvario . . . aprendí que Jesús, igual que yo, sintió todas las mismas penas enormes que yo sentí. Aprendí que el Jesús que la Iglesia elevaba durante la Eucaristía era ciertamente un Jesús humano . . . y en medio de la congregación sentí su amor sanador y compasivo".11

¿Qué Podemos Hacer Juntos?

Como una comunidad de cristianos tenemos la posibilidad de derrumbar las paredes de la soledad, la vergüenza y el temor que aíslan a aquellos que son abusados sexualmente y los que han sobrevivido el abuso. Ellos nos necesitan, y necesitamos oir sus relatos de dolor, de perseverancia y valentía. También necesitamos dejar saber a los transgresores que aunque los consideramos responsables de sus acciones, ellos pueden recibir el perdón.
Algunas sugerencias prácticas para desarrollar planes sencillos de acción en las localidades:

Para parroquias (algunas de estas sugerencias pueden ser adoptadas por las diócesis)

  • Establezca en su parroquia un ambiente acogedor, de confianza y seguridad que anime a la gente a identificarse: los abusados, los transgresores y todos los que están afectados por el abuso, tales como las madres que sospechan que un amigo o familiar está abusando a su hijo, así como también miembros de la familia que están en una posición de poder ofrecer apoyo y seguridad a la persona acosada sexualmente.

  • Establezca un proceso para responder cuando alguien se acerca a un miembro del personal de la parroquia para denunciar el abuso sexual. Tenga una lista preparada de agencias de referencia y recursos que pueda dar a personas que piden ayuda. Esté al tanto de los requisitos estatales concernientes a los informes sobre abuso sexual como también de las reglas diocesanas.

  • Organice una red de personas capacitadas para enfrentarse al abuso sexual. Con regularidad, publique el nombre y teléfono de una de esas personas en el boletín dominical.

  • Mencionar en una homilía el asunto del abuso sexual, cuando sea apropiado, da a entender a los fieles que el homilista está consciente del asunto. Esto abre la puerta a la gente para que busque ayude.

  • Muchas personas sexualmente acosadas y los que las acosan van a sus parroquias a encontrar sanción y reconciliación. Las personas sexualmente acosadas necesitan justicia y compasión; los transgresores necesitan rendir cuentas, arrepentirse y recibir apoyo. Un servicio de oración o ceremonia litúrgica especial puede ayudar a la gente a iniciar una vida renovada.

  • Desarrolle programas para enseñar a la gente sobre el abuso sexual. Para los menores, los programas deberán tratar del comportamiento apropiado e inapropiado e incluir sugerencias de a dónde ir si ellos creen que están siendo acosados. Programas para padres deberán ayudarlos a conversar con sus hijos sobre sus cuerpos y el derecho a la privacidad, como también sobre la seguridad personal y estrategias para la auto-protección.

  • Hable del asunto de la violencia y de los papeles de la mujer y del hombre dentro de la familia como parte de la preparación matrimonial. Presente con delicadeza preguntas sobre cómo cada futuro cónyuge fue tratado durante su niñez, cómo sus padres se trataban mutuamente y cómo ellos esperan actuar hacia su cónyuge y sus hijos.

  • En sus programas y materiales parroquiales promueva el uso de un lenguaje que refleje la dignidad con igualdad de las mujeres.

  • Comparta información y recursos con otras parroquias y diócesis que también están tratando de enfrentarse a los asuntos del abuso sexual.
Para los que son, o han sido abusados sexualmente y sus familias

  • Considere a su parroquia como una fuente de apoyo, fortaleza y ayuda. En particular, localice a un adulto en la parroquia con quien puede hablar de su experiencia.

  • Dese cuenta que no está solo; hay muchos otros, hombres y mujeres, que también han sentido el abuso. Si es posible, encuentre una parroquia o grupo comunitario para aquellos que han sido abusados. Esos grupos pueden ayudar a los sobrevivientes del abuso sexual a encontrar sanción y valor para construir una vida nueva y llena de esperanza.

  • Una vez que el proceso de sanción está en camino únase a actividades parroquiales o comunitarias para combatir el abuso sexual. Extendiendo la mano a otros puede ayudar en el proceso de sanción.

Una Palabra a los Menores

Aunque no hemos dirigido esta declaración a los menores, nuestros corazones sienten por ellos. Tal vez la persona adulta en sus vidas y que realmente se preocupa por ellos podría compartir estas palabras con ellos:

Queridos niños, cuando Jesús caminó por la tierra el quería a los niños. Nuestro Santo Padre ha dicho: "¡Qué importante son los niños a los ojos de Jesús!" Jesús trataba a los niños con bondad y respeto. Él los comprendía cuando sufrían. Igual que Jesús, nosotros nos interesamos cuando ustedes sufren, especialmente cuando un adulto les ha causado daño. Sabemos que ustedes son regalos especiales de Dios. Dios los ama y nosotros los amamos también. Ustedes son nuestra esperanza para el futuro.


Conclusión

En esta declaración hemos hablado en contra de la tragedia del abuso sexual de menores. Hemos detallado este abuso y cómo afecta a los menores y a los adultos. Nuestra declaración ha hecho énfasis en la necesidad de sanción y reconciliación, como también en la necesidad de responsabilizar al transgresor y ha ofrecido algunas sugerencias prácticas para enfrentarse al abuso sexual. Al ofrecer esta declaración reconocemos nuestra responsabilidad moral de poner a los menores primero, y de proteger a los miembros más vulnerables de nuestra sociedad.

Sabemos que el abuso sexual acarrea muchas otras consecuencias—morales, legales, sicológicas y otras más—que no presentamos aquí. Necesitan ser tratadas con comprensión, compasión y justicia. Esperamos que las comunidades de fe acepten su obligación moral hacia los niños y formulen sus propias respuestas. Nos gustaría que nos dejaran saber cómo esas comunidades se  relacionan con los sobrevivientes, los transgresores, sus familias y amistades.* Trabajando unidos y confiando en la sabiduría y la guía del Espíritu podemos enfrentarnos al mal del abuso sexual de menores, penetrar las tinieblas y salir a la luz.


*Escriba a: The Commitee on Women in Society and in the Church and the Committee on Marriage and Family, National Conference of Catholic Bishops, 3211 Fourth Street, N.E., Washington, DC  20017-1194.


Notas

  1. Hoja de datos No. 19, Comité Nacional para la Prevención de Abuso de Menores, 1992.

  2. Según el Fifty-State Survey of Child Abuse and Neglect, (Encuesta de Cincuenta Estados sobre el Abuso y la Negligencia de Menores), un cúmulo de datos estatales colectada por el Comité Nacional para la Prevención del Abuso de Menores, en 1993 más del 15 por ciento de todos los casos comprobados de abuso y negligencia de menores estaban relacionados al abuso sexual, representando aproximadamente 150,000 menores. Según David Finkelhor, Ph.D., codirector del Laboratorio de Investigación sobre la Familia en la Universidad de New Hampshire, el alcance cierto del problema se refleja mejor en encuestas retrospectivas de adultos. Hay evidencia considerable para mostrar que por lo menos 20 por ciento de mujeres estadounidenses y de 5 a 10 por ciento de hombres estadounidenses experimentó alguna forma de abuso sexual en su niñez. Vea D. Finkelhor, "Current Information on the Scope and Nature of Child Sexual Abuse" (Información Actualizada del Alcance y Naturaleza del Abuso Sexual de Menores) en The Future of Children (El Futuro de Menores), vol. 4, no. 2 (Los Altos, Calif.: The David and Lucile Packard Foundation, 1994), pp. 31-53.

  3. Declaración del Consejo General de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos/Conferencia Católica de Estados Unidos (NCCB/USCC), Febrero 18, 1988. Vea también Restoring Trust: A Pastoral Response to Sexual Abuse, (Restaurando Confianza: Una Respuesta Pastoral al Abuso Sexual), vol. 1 (Comité ad hoc de los Obispos sobre el Abuso Sexual, Noviembre 1994).

  4. Basic Facts about Child Sexual Abuse [Datos Básicos sobre el Abuso Sexual de Menores], Chicago, Il.: El Comité Nacional para la Prevención del Abuso de Menores, 1988.

  5. Child Rape Victims [Víctimas de la Violación de Menores], 1992, informe del Departamento de Justicia de EE. UU.

  6. Summit, R. (1993). "The Child Sexual Abuse Accommodation Syndrome," [El Síndrome de Adaptación al Abuso Sexual de Menores] en Child Abuse and Neglect 7:177-193.

  7. Finkelhor, p. 31.

  8. Para un extenso examen de estas características y también un análisis de la reincidencia, vea Judith V. Becker, "Offenders: Characteristics and Treatments" [Transgresores: Características y Tratamientos] en The Future of Children [El Futuro de los Niños], pp. 176-197.

  9. Hoja de Datos No. 19, Comité Nacional para la Prevención del Abuso de Menores, 1992.

  10. Ibid.

  11. Project Benjamin Handbook, Arquidiócesis de Milwaukee, 1990, p. 58.

Recursos

Centro para la Prevención de Violencia Sexual y Doméstica, 1914 North 34th St., Suite 105, Seattle, WA 98103 (206-634-1903). El Centro tiene muchos recursos disponibles, incluyendo currículos sobre prevención del abuso sexual y videos sobre el abuso de menores. Vea en particular: Preventing Child Sexual Abuse Ages 9-12 [La Prevención del Abuso Sexual de Menores edad 9-12] y Preventing Child Sexual Abuse Ages 5-8 [Prevención del Abuso Sexual de Menores edad 5-8], dos currículos diseñados para el uso de educadores religiosos; y Sexual Abuse Prevention: A Study for Teenagers [Prevención del Abuso Sexual: Un Estudio para Adolescentes]. Los videos sugeridos incluyen Hear Their Cries: Religious Responses to Child Abuse y Bless our Children: Preventing Sexual Abuse [Oigan Su Grito: Las Respuestas Religiosas al Abuso de Menores y Bendice a Nuestros Niños: La Prevención del Abuso Sexual].

Comité Nacional para la Prevención del Abuso de Menores, 332 South Michigan Ave., Suite 1250, Chicago, IL 60604 (312-663-3520).

Ad Hoc Committee on Clergy Sexual Abuse, National Conference of Catholic Bishops, 3211 4th St., N.W., Washington, DC 20017. El Comité ha reunido recursos importantes, incluyendo normas diocesanas sobre el abuso sexual de menores, centros para tratamiento y reportes preparados por expertos en esta materia.

Prayer Service for Healing and Reconciliation [Servicio de Oración para Sanación y Reconciliación], que puede adaptarse a necesidades locales, es disponible de Secretariat for Family, Laity, Women and Youth, National Conference of Catholic Bishops, 3211 4th St., N.E., Washington, DC 20017 (202-541-3040).

Sobre un tema relacionado:

Cuando Yo Pida Ayuda: Una Respuesta Pastoral a la Violencia Doméstica Contra la Mujer (Comité de Obispos sobre la Mujer en la Sociedad y en la Iglesia y Comité de los Obispos sobre el Matrimonio y la Familia). Este folleto provee información y sugerencias concretas para mujeres que han sido abusadas, los transgresores, y las parroquias y diócesis que tratan de responder al problema.  Disponible en inglés y en español de USCC de Office for Publishing Services (1-800-235-8722).

When You Preach...Remember Me [Cuando Prediquen... Acuérdense de Mí] (Comité de Obispos sobre la Mujer en la Sociedad y en la Iglesia). Este video de 12 minutos para iniciar el diálogo muestra cómo la predicación ayuda a romper el ciclo de violencia doméstica. Presenta a expertos del campo de la violencia doméstica, sacerdotes que predican contra ella y mujeres que la han vivido. Disponible de USCC Office for Publishing Services (1-800-235-8722).

Broken Vows: Religious Perspectives on Domestic Violence [Votos Rotos: Perspectivas Religiosas sobre la Violencia Doméstica] es un video ganador de un premio que presenta la historia de seis mujeres que fueron golpeadas. Disponible del Centro para la Prevención de la Violencia Sexual y Doméstica (206-634-1903).


Caminen en la Luz: Una Respuesta Pastoral al Abuso Sexual de Menores es una declaración preparada con la colaboración del Comité sobre la Mujer en la Sociedad y en la Iglesia, y el Comité sobre el Matrimonio y la Familia.  Se preparó en el Secretariado para la Familia, el Laicado, la Mujer y la Juventud bajo la supervisión de los comités mencionados arriba.  El Comité Administrativo aprobó su publicación en septiembre de 1995.  La declaración también fue aprobaba para ser publicada por el signatario.

Monseñor Dennis M. Schnurr, Secretario General, NCCB/USCC


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