Declaración del ComitéAdministrativo de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos
14 de marzo de 2012
En nuestra reunión de marzo del 2012, el Comité Administrativo de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, nos encontramos fuertemente unidos e intensamente enfocados enla oposición a las diversas amenazas contra la libertad religiosa en nuestros días. Con espíritu de oración y en nuestra función como obispos, enfrentamoseste asunto como pastores que somos, y estamos preocupados no solo por la protección de las instituciones de la Iglesia, sino también por el cuidado de las almas de los fieles y del bien común.
Para poder proceder de una forma más amplia sobre los aspectos relacionados con la libertad religiosa, esperamos la publicación del documento "Una Declaración sobre la Libertad Religiosa," preparado por el Comité Ad Hoc para las Libertades Religiosas. Este documento estudia la historia de las libertades religiosas en nuestra grannación; investiga las amenazas existentesa este principio fundacional, y declara claramente la decisión de los obispos a actuar enérgicamente en su defensa y en coordinación con los ciudadanos.
Un asunto que demanda nuestra inmediata atención y que está relacionado con las libertades religiosas es laya concluida ley del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (HHS) que obligaría virtualmente a todos los planes privados de salud de la nación a ofrecer cobertura de esterilización y anticoncepción—incluyendo drogas abortivas—estando los "empleadores religiosos" sujetos a una exención que es arbitrariamente estrecha, y para otras organizaciones religiosasa las que se les niega esta exención, un "acomodo" turbio y confuso en el futuro.
Entonces, ¿de quése trata eldebate?
Una injustificada definición de la religión por parte del gobierno. El mandato incluye una definición extremadamente estrecha de lo que la HHS considera debeser un "empleador religioso" para merecer una exención — empleadores que, entre otras cosas, tienen que contratar y servir primeramente a aquellos de supropio credo religioso. Estamos profundamente preocupados sobre esta nueva definición de quiénes son personas de fe, y lo que constituye nuestro ministerio. La introducción de la definición, nunca antes vista, ha precipitado una luchapor las libertades religiosas. No es de la incumbencia del gobierno definir queson la religión y el ministerio religioso. De esta forma la HHS está creando y obligando a una nueva distinción— inusitadas las dos a la tradición católica ya las leyes federales— entre los lugares de culto y nuestros grandes ministeriosde servicio al prójimo, como son los pobres, los desamparados, los enfermos, los estudiantes en nuestros colegios y universidades, y otras personas con necesidades, de cualquier comunidad de fe, o de ninguna. Cf. DeusCaritas Est, Números 20-33. Tenemos que amar y servir al Señor. Sin embargo, las leyes que protegen nuestra libertad para cumplir uno de estos preceptos, pero que no nos protege con elotro, no son leyes dignas de elogio. Por lo tanto, no hay más remedio que rechazarlaspues crean una ciudadanía de "segunda clase" dentro de nuestra comunidad de fe. Y si se permite que permanezca esta nueva definición deciudadano, se expandirá dentro de las leyes federales debilitando su saludable tradición y generoso respeto a la libertad religiosa y a la diversidad. Todas, y no solo algunas de nuestras instituciones religiosas, comparten por igual elmismo derecho legalmente reconocido y otorgado por Dios a "no ser forzadosa actuar de una forma contraria a sus creencias." Dignitatis Humanae, Núm. 2.
Una violación a los derechos civiles del individuo. Pero el mandato de la HHS auncrea una tercera clase, la de los que no tienen ninguna protección: aquellas personas quienes, en sus vidas diarias tratan de actuar siempre de acuerdo consu fe ysus valores morales. Ellos también se enfrentan al mandato del gobierno altener que ofrecer "servicios" contrarios a sus principios— bien sea patrocinando o pagando el seguro como empleadores; pagando primas de seguros como empleados, o como asegurados, sin tener la posibilidad de estar exentos. Esto también esun hecho sin precedentes de la ley federal, quien siempre ha sido generosa al proteger los derechos de las personas para que éstas no actúen encontra de sus creencias religiosas o convicciones morales. Hemos apoyado consistentemente estos derechos, sobre todo los que se encuentran en el área de la protección de la dignidad de la vida humana, y lo continuaremos haciendo.
Tercero, quisiéramos indicar cuáles serán nuestros próximos pasos. Continuaremos nuestros esfuerzos firmes en el activismo público y la información relacionada con las libertades religiosas y su aplicación en lo que respecta a esta situación (así como aotras). Continuaremos aceptando cualquier invitación a dialogar con el Poder Ejecutivo para proteger la libertad religiosa que es nuestro derecho. Continuaremos buscando la legislación adecuada para restaurar los mismos niveles de libertad religiosa que hemos disfrutado hasta hace muy poco, y seguiremos explorando opciones de asistencia en los tribunales, al amparo de la Constitución de los Estados Unidos y de otras leyes federales que protegen la libertad religiosa. Para consolidarlos, todos estos esfuerzos se llevarán a cabo simultáneamente.